CAPITULO II: Petricor

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"La persona que baile contigo bajo la lluvia, será la que camine junto a ti en la tormenta" 

Anónimo.


La cena fue placentera. Tommy no es como los otros chicos, tiene historias para contarte a montón, algunas pueden hacerte hasta llorar de las risas. Y ese el punto, la cima de la noche, nunca dejé de tener una sonrisa en el rostro mientras estaba junto a él.

— Aquí vivo yo — digo aparcando en la calle del frente a mi edificio.

— High Valley — alcanza a leer él —. Bonito nombre.

— Parece que la luna no sale esta noche. Esta noche tiene intenciones de llover.

— Entendería porque se esconde. Es fastidioso a veces cuando llueve.

— Depende — nos comenzamos a bajar del auto —. La lluvia es buena cuando te atrapa en casa junto una buena compañía.

De pronto un fuerte trueno nos hizo acelerar el corazón.

— ¿Una señal de Dios? — inquiere.

— ¿Crees en Dios, Tommy?

— Para ti, ¿quién es Dios, Peter Cattrall?

— Es el que permite que estemos juntos en este momento. Con Él todo, sin Él nada.

No soy el ser más religioso del mundo, pero sí agradezco cada vez que puedo al todopoderoso todo lo que tengo.

— Entonces, sí. Agradezcamos a Dios por juntarnos esta noche — comenta con una sonrisa en el rostro. Sus dientes frontales resaltan.

Otro fuerte trueno hace presencia.

— ¡Jesucristo! — exclama sorprendido y yo simplemente me río por su reacción —. Será mejor que nos demo prisa, va a llover.

Al terminar sus palabras comenzó a llover sin darnos oportunidad alguna de ir muy lejos. El diluvio se había desatado en cuestión de segundos.

— ¡Mis cosas se van a mojar! — Tommy se agita con cada gota de agua que cae sobre él. Yo solo me echo a reír —. ¡Peter!

— ¿Qué? Ya disfruta, Tommy. Tus cosas las ponemos en la secadora.

Bajo su cara toda mojada, puedo ver como frunce el ceño.

— Ven y disfruta —. Le invito al medio de la calle mientras disfruto de la lluvia cayendo sobre mí.

 Peter — ignoro su llamado — ¡Peter!

 Ven Tommy, baila conmigo —. Le extiendo la mano esperando que él la tome y me siga el paso. Es que en estos momentos tengo en mi cabeza la canción de «Bailando Bajo La Lluvia» y sus pasos de tap salpicando el agua.

Tommy no tiene más remedio que aceptar y me acompaña a bailar bajo la lluvia. Nos reímos porque parecemos dos locos bailando, brincando en los charcos de agua en la calle. Seguramente terminaremos resfriados, pero este momento para mí vale oro. Tenía tiempo sin sentirme así. Nuestros cuerpos se alinearon a la perfección, estaban sincronizados con cada paso. Ambos estábamos disfrutando lo que hacíamos.

Todo era perfecto. Justo en ese momento final, donde quedamos cara a cara, donde casi nuestros labios se juntan para dar nuestro primer beso, un auto tocó la bocina haciéndonos recordar que estamos en la calle, no una pista de baile. Así, que nos orillamos riendo a carcajadas como un par de niños luego de una travesura.

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