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11 de enero de 2023

13:40 hs

Llegué sin haberme perdido, eso es todo un logro para mí.

No puedo explicar lo hermosa que es esta casa, me siento en un cuento de la época medieval además las demás casas están algo alejadas entre si lo que me da más privacidad y lo mejor es que hay tantos árboles que el aire es distinto.

Levanto las cortinas para que la luz entre mejor y sonrio. Sobre la mesa hay una carta con un tulipán azul. Me acerco para darle una leída pero antes me quito mi campera para estar más cómoda.

“Valen espero que te guste esta pequeña sorpresa. Estoy esperando con ansias que pasen las horas para poder vernos y estar juntos.
Mira que te como hermana eh”

No puedo creerlo, es tan lindo.

Acaricio el tulipán, nunca había tenido uno entre mis manos.

Suspiro mentalizandome a que los sentimientos que comienzan a aparecer por él se desvanezcan en lo más profundo de mi interior. Esto no es un romance juvenil ni mucho menos uno fugaz. Emiliano está casado y tiene dos hijos hermosos, hubo un momento en mi mente que le pareció correcto y alocado aceptar que tengamos una aventura. ¿Estoy comportandome como una conchuda? Sí. Mandinha no se merece esto pero no puedo parar ahora mismo porque con cada día que pasa quiero más de él... Porque me di cuenta que estoy empezando a tener sentimientos de verdad y por más que trate de hacerme la cabeza con que no es así al fin y al cabo lo único que hago es mentirme a mí misma, por más que trate de ocultarlos al final del día terminan apareciendo.

Decido ir a inspeccionar las demás habitaciones para mantener ocupada mi mente. Me  encuentro con todo en su lugar y bien ordenado. Me sorprende bastante porque por lo que me dijo Emiliano casi nunca viene para acá. Entro en la que parece ser una biblioteca, hay un par de libros y varios trofeos junto a guantes nuevos.

No lo tenía asi, no puedo imaginarmelo con un libro en sus manos. Aún así siempre hay algo nuevo por descubrir en otras personas ¿no?
Me paseo por al frente de los estantes leyendo un par de títulos por si reconozco alguno y decido agarrar uno para leerlo durante el día ya que no voy a salir hoy. Prefiero quedarme acá adentro disfrutando del silencio y descansar bien del viaje.

Regreso a la sala para poder irme directo a la cocina para ver que puedo comer. Emiliano dejó la heladera llena y hay bastantes cosas que nunca comí como por ejemplo la mantequilla de maní.

Hace frío, entonces me decido por hacerme unos fideos con salsa. Mientras espero a que estén listos envio mensajes a mis padres y a Emiliano confirmando que llegué bien y que ya estoy en la casa segura y a salvo.

Una vez servido el almuerzo me pongo a leer con cuidado de no manchar el libro, si se llega a enterar que lo ensucié me va a mandar a donde no da el sol.

La lectura no se me hace tan difícil de seguir, me atrapó desde el primer momento que leí el prólogo. Mas tarde me veo obligada a detenerme para poder lavar los cubiertos y el plato. Una vez que termino el sillón de la sala me llama a gritos, justo frente a este hay una chimenea pero no puedo encenderla porque no hay madera y me da paja salir a buscar.

Termino resignada a encender la calefacción, por lo menos la temperatura va a estar más cálida en todo el lugar. Me acuesto lista para seguir leyendo pero una llamada me interrumpe.

Entre quejidos me vuelvo a levantar para ir a buscar mi celular.
Veo el nombre de Enzo y frunzo el ceño.

—Holaa—alargo la última letra.

Caos | Emiliano MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora