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12 de Enero de 2023

Se me ocurrió salir a caminar un rato para conocer mejor este pueblo y poder sacar un par de fotos. Sin embargo me sorprendi bastante al poner un pie afuera de la casa, no contaba con la terrible neblina que había por todo el lugar, parecía una escena de pelicula de terror.

Me acomodo bien la bufanda y cierro la puerta. Empiezo a caminar y me cruzo con un par de personas que me miran intrigados. Siempre es llamativo cuando aparece una nueva cara en un sitio que no es tan grande.

Me entretengo viendo algunos locales con sus respectivos carteles de madera que se ven muy bonitos. Cruzo la calle y entro a una cafetería que me llama bastante la atención por la decoración del lugar.

Una señora bastante rubia se acerca hasta donde estoy.

—Buenos días ¿Quiere una mesa?

—Hola, si por favor.

La mayoría de los lugares ya están ocupados por personas leyendo el periódico mientras beben de su taza de café o charlan con su acompañante.

—Puedes sentarte aquí.

Tomo asiento con una sonrisa y me quito la bufanda ya que está encendida la calefacción del lugar y está cálido. Luego de un rato de ver el menú de hoy termino pidiendo un café con una porción de budín de manzana. Mientras disfruto de mi desayuno aprovecho para revisar mis redes sociales.

(…)

Al caer la noche me hago un té mientras termino de editar un video para poder subirlo mañana. La verdad es que llevo como cinco horas con esto y aunque tengo la espalda y el cuello en la miseria me gusta hacer mi trabajo. No hay nada mas gratificante que terminar algo y ver el esfuerzo de todo lo que hiciste. Pierdo la noción del tiempo y al terminar cruzo los dedos cuando le doy a guardar, no quiero que se me tilde y se elimine el video porque soy capaz de tirarme de la montaña.

Dejo que cargue al cien por ciento y me estiro por completo para desestresarme, pero el sonido de un coche llama mi atención. Más que nada porque suena como si estuviera estacionandose en la entrada.

Menos mal que me aseguré de cerrar todo.

Me levanto y voy hasta la ventana para correr un poco la cortina y poder ver.
Efectivamente es un auto que no tengo idea de quién es y no puedo observar desde acá a la persona que hay adentro.

La sonrisa no tarda en dibujarse en mi cara cuando veo a Emiliano bajar con un bolso y una campera  bien abrigada. Pensé que llegaba mañana.

Peino mi cabello lo más rápido que puedo y reviso que mi pijama esté bien acomodado. Espero a que llegue y el sonido de la llave en la cerradura no se hace esperar demasiado. Abre la puerta mientras suelta un suspiro.

—¡Emi!—me acerco para abrazarlo con todas mis fuerzas.

—¡Val!—deja caer el bolso al piso y me rodea con sus brazos

Sonrio llenándome de su aroma y de su abrazo tan cálido. Nos quedamos un ratito disfrutando del otro.

Deja un beso en mi frente y se separa para que podamos vernos a los ojos.

—Te extrañé un montón.

—No te das una idea de lo mucho que te extrañé también—dice llevando una mano a mi mejilla y acaricia con su pulgar.

—Creí que ibas a llegar mañana.

—Mandinha se fue con los chicos antes y aproveché para salir temprano.

—Oh, bueno.

—¿Ya cenaste?

Rodeo su cuello con mis brazos y me pongo en puntas de pie para darle un beso. Emiliano me acerca más a su cuerpo mientras nos fundimos en un beso saciando las ganas que teníamos por volver a vernos.
Nos separamos un poco por la falta de aire en nuestros pulmones.

—Respondiendo a tu pregunta... Me hice un té como cena.

—Entonces vamos a preparar algo para comer, yo estoy cagado de hambre.

—Son casi la una de la mañana emi—suelto una risa.

—Nunca es tarde para comer.

Asiento y vamos hasta la cocina. Yo me quedo apoyada en la mesada viendo todos los movimientos que hace, casi hipnotizada. Abre la heladera mirando por unos segundos y luego se gira.

—¿Compraste cosas?

—Si, no quería que se terminaran tan rápido.

—Y yo que queria ir de compras con vos—hace un puchero y empieza a sacar algunas verduras  y las pone en la mesada—Voy a hacer alto guiso.

—Ay Emi—me río—Te ayudo.

Saco las cosas que faltan y enciendo la hornalla.

—Por lo general suelo cocinar bastante bien.

—Yo voy a juzgar eso.

Lavo las verduras y las pongo en la tabla para empezar a cortarlas. Emi se coloca detrás mio agarrando con una mano mi cintura y la otra colocandola encima de la mía que sostiene el cuchillo. Su cercanía me dificulta un poco poder concentrarme en cortar con cuidado.

—Ahora sos mi ayudante—dice contra mi oído.

Me muerdo el labio inferior.

—Te voy a confesar una cosa.

—Decime.

—Me estás poniendo re nerviosa y no quiero cortarme un dedo.

Su risa no tarda en aparecer y deja un beso en mi mejilla.

—Si supieras que vos también me pones nervioso.

Luego de eso nos ponemos a cocinar y en algunos momentos nos distraemos dándonos besos. Me siento realmente muy feliz con Emiliano, no creí que cuando lo volviera a ver me daría cuenta de lo mucho que necesitaba de su presencia.

A eso de las dos y media la comida ya está lista y nos sentamos para poder comer.

—Está bueno—le digo al probar la primer cucharada del guiso de arroz.

—Eso porque lo hicimos juntos.

—La próxima tenemos que comer una megadibu—me burlo.

—¿Todavía no la probaste?

Niego y soplo un poco antes de llevarme la cuchara a la boca.

—No tuve tiempo de ir a un Mostaza.

—Pero si para cenar con Aimar eh.

Elevo una ceja mirándolo. Se hace el boludo revolviendo el plato.

—Una cena de amigos con mi familia.

—Mhmm—toma de su jugo mirándome.

—No te pongas celoso.

—No estoy celoso—rueda sus ojos.

Por mas que diga que no lo está, se nota bastante que si, lo que me hace pensar en si estará sintiendo lo mismo que yo, si pensará en mi como yo pienso en él.

Decido ignorar ese pensamiento porque lo más seguro es que termine bajoneandome y no quiero que se dé cuenta. No quiero tocar este tema. Prefiero disfrutar de la mejor manera estos días que vamos a estar juntos.

Decido cambiar de tema hasta que terminamos de comer y luego entre los dos nos ponemos a lavar las cosas sucias. No tardamos tanto.

—Me voy a dar un baño—me avisa y yo asiento mirando la pantalla de mi laptop. El video se guardó correctamente lo cual es un alivio—Si querés venir te espero eh.

Mis mejillas se ponen rojas.

—Ahora voy.

No voy a rechazar una propuesta como esa. No todos los días el Dibu tira una oferta única.

Caos | Emiliano MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora