«No te parece raro. Junto a la mujer de a lado» Dijo la forense. Javier asentó con la cabeza y observó el cuerpo sin vida. Era el mismo modus operandi. «La garganta cortada hasta lo profundo. Al parecer no sufrió, fue casi instantáneo» dijo la forense mientras seguía tomando muestras y huellas.
«Esta vez no hay puerta forzada ni pelea» La forense miró a Javier. «Creo que lo engañaron» dijo de nuevo mirando el monitor salpicado de sangre. «Has el levantamiento lo más rápido que puedas y que venga el informático a revisar las cintas de vigilancia, tango un mal presentimiento» y antes que la forense le protestara por el otro cuerpo en la primera casa le dijo que si era posible le hablara a su compañero.
Des buscó algo que tirar, pero lo único que podía hacer era tragarse la rabia que sentía mientras estaba en la cama del hospital. Resopló y trató de resignarse. Buscó dentro de la bolsa negra los documentos que le habían entregado y se dispuso a revisar.
El único nombre que salió a la luz fue Paola Ruíz. Des intentó recordar si alguna vez escuchó a su padre hablar de alguna terapia, pero las lagunas mentales eran muy grandes así que se recostó y cerró los ojos intentando recordar algún recuerdo enterrado en ella. Sin embargo, fue inútil. Intentó llamar a su madre y recordó que no tenía celular. Instantes después se quedó dormida. Los sedantes comenzaron a surtir el efecto.
Cuando despertó Des, estaba asustada, no recordaba el lugar donde estaba. Era de noche y trato de pararse pero estaba oscuro y comenzó a sentir mareos y dolor de cabeza. «No seas tonta, sigue recostada» la voz era ronca, Des enfoco la mirada y comenzó a recordar que estaba en la habitación de un hospital. « ¿Eres tú Javier?» Preguntó sin tratar de reconocer la voz.
La figura de aquel ser estaba tan cerca de ella que Des apenas podía visualizarla. «Así hubiera sido más fácil» Des no entendía de que hablaba Javier. Des trató de enfocar la vista pero el dolor en la cabeza apenas podía abrir los ojos. « ¿De qué hablas? Preguntó Des abriendo y cerrando los ojos, intentando adaptarse a la oscuridad. «De matarte de que más»
La piel se le erizó por unos instantes. Des intentó gritar y antes de lograrlo algo le tapó la boca. Era fuerte, Des pataleo y gritó, pero los gritos estaban silenciados, quiso arañarlo y Desiré sintió que el sujeto traía puesto una especie de vendas en el brazo. Buscó su rostro pero estaba muy lejos de él. Se comenzó a sentir débil y empezó a faltarle el aire.
La cabeza de Desiré comenzar a darle vueltas y sus pensamientos se fueron a su infancia con su pequeña hermana. Se arrepentía de como la había tratado los últimos años, pensó que se lo merecía porque no pudo salvarla. Las lágrimas comenzaron a rodar y morían en el objeto que le cubría la cara.
Su hermana recordó, por unos instantes. Des buscó detrás de su almohada. Ahí estaba, lo sintió era frio y delgado al tacto. Lo tomó con fuerza y se lo enterró. «Maldita perra» dijo la figura. Lo vio esta vez con más lucidez y comenzó a registrar en su mente todo lo que podía ver.
Des gritó, pero apenas y podía escucharse en la habitación. La garganta le picaba y la sentía ronca. El hombre sopesó su próximo paso. Sabía que Des ahora estaba armada y el herido. «Esta vez tuviste suerte, pero la próxima te haré un hueco en la cabeza» El hombre salió de la habitación y Des pudo ver que era bajo con los brazos vendados. Gritó de nuevo y esta vez se escuchó, era demasiado tarde. El hombre ya no estaba.
Las enfermeras corrieron a la habitación. Cuando encendieron las luces lo primero que vieron eran las sabanas manchadas de sangre. Una de ellas corrió para avisar al médico de guardia, pensaron que Des estaba desangrándose. El médico comenzó a revisarla y notó que la nariz de Des estaba fracturada y magulladuras en el rostro. Des estaba perdida e instantes después comenzó a convulsionar.
El tono del celular despertó al Capitán Pedro. Vio el identificador y era Javier. Busco entre sus cosas sus anteojos y se vistió. «Sigue en la cama, deja el trabajo por unos instantes» «No puedo Des intentó suicidarse» «Voy contigo, la pobre chica está sola en esta mundo y necesita apoyo» Pedro asintió y fueron al hospital.
Al llegar al hospital a Javier le sudaban las manos. Dudaba que Des se quisiera quitar la vida. En aquellos diez años que la conocía lo menos que le interesaba era quitarse la vida. Pero sabía bien que los suicidas no daban señales hasta que se quitaban la vida. Sin embargo, sentía que Des no era así. Algo pasó y él tenía que averiguarlo.
El capitán llegó minutos después que Javier. Buscó la habitación de Des e intentó ingresar pero Javier lo detuvo antes de abrir. «No querrás entrar ahí y verla en ese estado» « ¿Tan grave es?» Preguntó Pedro. Javier asintió y le pidió a su esposa que esperara en el área de visitas. «Que llevas ahí» «Es el expediente de Des y las horas de entrada y salida de los visitantes» «Que quieres decir» «Creo que a Des la intentaron matar» «Eso es estúpido. Te voy a contar algo y que esto quede entre nosotros. No es la primera vez que Des intenta quitarse la vida» El expediente cayó al suelo y Javier intentó recogerlo pero aquello lo había dejado casi sin aliento. Pensó que conocía bien a su jefa.
«Pero ¿cómo?» «Cuando todavía era policía de calle. Una tarde Susana la fue a visitar. Le llevó comida, ya sabes mi mujer siempre tiene empatía por las mujeres en este oficio. Más cuando están solas como ella. Des le dio una llave para cuando ella quisiera ir, así no tendría que llamar a la puerta. Si no hubiera sido por eso no conocerías a esta Des. Fue horrible Javier. Susana la encontró casi sin vida y con un montón de pastillas y una nota a lado y el resto es historia»
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Cuando el río suena
РазноеTres personas aparecen muertas en el río esmeralda y la detective Des comienza a involucrarse. Una investigación que la llevará de nuevo a su pasado y a la misteriosa muerte de su padre.