Capítulo 6

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Había arrojado todo al suelo. Las pocas botellas de licor que le quedaban estaban vacías o a la mitad. La mano no le dejaba de sangrar, había roto uno de los cristales de la cabaña y su piel que era morena empezaba a ponerse blanca, notó un leve entumecimiento en la mano, se echó un poco de ron del que estaba bebiendo en la herida y se enrollo con un pedazo de camiseta. Cuando volvió en sí, Ray se dio cuenta de cómo había dejado la habitación. Tomó las llaves de la cabaña y comenzó a caminar. Ya lo había decidido. Tenía que matarlos.

Era el último turno cuando Des entró en la oficina de detención. Saludó a Luis el oficial de guardia y le preguntó por la chica, el señaló la última celda y Desdémona entró y vio que ella miraba al suelo como si todavía estuviera en su viaje. La chica mal vestida alzó la vista y por un instante pareció que se alegraba de ver a Des, pero hizo algo parecido a una mueca y se recostó en el camastro. Momento después Des le entregaba un sobre al guardia, él lo miró por encima y lo guardó entre su chaqueta.

«El registro y la evidencia, ella no existió» dijo. Luis le dio las llaves sin decir nada. Segundos después Des salió con una bolsa y las pertenencias. La chica salió minutos más tarde. Las dos tomaron la salida de emergencia y subieron al vehículo de Des.

Recorrieron un par de kilómetros en el vehículo y Des se detuvo en un puesto de comida. La joven cinco años más chica que la detective pidió unos tacos de carne asada y un refresco. Des solo se contempló a mirar como su compañera que se devoraba la comida. Cuando hubo terminado llevo a la chica a su casa y ya frente al departamento Des la tomó del brazo y sin decir nada la golpeo.

Las llaves fueron a parar directo a una maceta con flores muertas. El golpe sonó seco en la mejilla y sin previo aviso, la chica con la mejilla roja y los ojos inyectados de sangre se restregaba el golpe sin decir ni una palabra. «Jamás vuelvas a mencionar mi nombre y el de Lucia, entendido y mucho menos debes de andar diciendo que eres mi hermana» la chica bajo la mirada aceptando el regaño, después intentó zafarse y Des la sujetó con más fuerza.

«Eres una maldita y te odio» dijo la joven mientras seguía tallándose el golpe. «Es mejor eso, a que sigas ensuciando el nombre de mi hermana» la chica cerró el puño con fuerza hasta zafarse de la detective, busco a tienta las llaves «En la maceta» dijo por último Des. La chica tomo las llaves y cerró la puerta de un golpe.

Los ojos se le habían llenado de lágrimas y en un intento por disculparse de haber sido tan dura decidió tocar a la puerta. Sin embargo, el teléfono sonó, vio el identificador y era Javier, optó por contestar la llamada. Aquello podía esperar; después de todo, sabía que la chica siempre acudía a ella cuando se metía en problemas.

«En la calle Aldama, entre la intersección como Mina, ok lo tengo, te veré ahí» Des apretó el acelerador con fuerza mientras encendía la sirena. Cuando llegó a la escena saludo al oficial que estaba controlando a los mirones. Uno de los periodistas que llegaron a la escena tiró el flash sobre el rostro de Des. Ella se molestó, pero sabía que era inútil evitar o hacer un escándalo por eso. Solo daría más material amarillista.

«Que tenemos aquí» «Al parecer un asalto o alguien iba herido» dijo el forense mientras intentaba recolectar huellas y ADN del vehículo. «¡Vaya! Es una Ranger» miró las llantas y pidió que sacaran moldes de ella. «¿Crees que se vincule con nuestro asesino?» Des alzó la vista y pensó un momento «Es posible, pero no lo puedo descartar, hay sangre en toda la camioneta y parece un choque reciente, también hay abolladuras en la batea, así que mejor no descarto nada» Javier le dio la razón con un movimiento leve de cabeza y esperó a recibir indicaciones. Pero Des caminó siguiendo una leve mancha de sangre, unos metros adelante le dijo a Javier que llamara al forense.

«Toma la muestra de sangre y compáralas con las del vehículo y las huellas también las comparas con las encontradas en las sábanas de las víctimas» Dijo Des mientras intentaba liberar la tensión en su cuello, miró a Javier y le pidió que hablara con los dueños de los departamentos de enfrente, también que verificara si había cámaras de vigilancia. Javier se dio media vuelta y pidió a dos oficiales que lo auxiliaran en el trabajo.

Des vio el reloj y se dio cuenta que era la una de la madrugada, aspiró un poco el aire, lo sintió rancio y a muerte. Se apoyó en su vehículo mientras veía como los peritos hacían su trabajo; desde el fondo Javier se asomó con un café. Por un momento intentó desistir, sin embargo, era más el cansancio que las ganas de rechazarlo. Sorbió un poco y sintió como el alma le regresaba al cuerpo. Des observó a su alrededor y notó que todo aquel lugar era un barrio de clase media. Algo no le cuadraba, pero ni aun con el café encima su mente le carburaba. Tomó su libreta y apunto todo lo que le venía en la cabeza que podía tener coherencia a cómo no, después sorbió un poco más de café y le dijo a Javier que se hiciera cargo del resto.

El GT quedó parado por unos instantes frente a su casa, pensó en terminar la conversación que tenía pendiente, pero casi instantáneamente prefirió dejarla para otro día. Abrió la puerta de su casa y notó algo diferente en ella. «¡Que era!» pensó. Saco el arma y encendió las luces de la casa. a primera vista todo era igual, nada había cambiado, pero ella, ella sentía que sí o al menos su instinto. Todo seguía igual como lo había dejado en la mañana. La puerta no estaba forzada. Des revisó las ventanas. No había ni una rota. Registró la rendija del baño, la observó con detenimiento, pero esta estaba bien fijada a la pared. Algo le molestaba, sentía como si hubiese sido violada. Fue a su habitación, el último lugar en revisar y notó como uno de los cristales había sido desprendido y colocado con cuidado. Creyó que era un sueño o por lo menos una alucinación. Pero no, todo era real. Alguien estuvo en su casa. Revisó la casa de nuevo y no encontró nada. Todo estaba igual. Se tumbó en el sofá de la sala, no dejaba de sentir esa sensación que algo era diferente. Entonces ahí estaba y se dio cuenta de lo que era. 

Cuando el río suenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora