Capítulo 7

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Tomó el último sobre que estaba sobre la pila de papeles de la mesita de centro. Lo observó y de golpe le llego aquello que sintió, cuando abrió la puerta. Era el perfume de su padre. Apenas perceptible. Des estaba seguro de aquello, quizá de una gama más económica, pero, era sin duda era el mismo olor. Una mezcla de musgo, tabaco y vainilla. Abrió el sobre y para su sorpresa este contenía el último caso que su padre estaba investigando.

Por unos instantes le vino el recuerdo de la ciudad. El olor a madera y café que inundaba el parque central y cualquier comercio a su alrededor. Todo aquello le parecía desagradable y creyó que todos los recuerdos los había enterrado y olvidado, pero no fue así, solo hizo falta un detonante para que todos sus recuerdos aparecieran. Se golpeó la cabeza en un intento forzado de concentrarse.

Una lágrima le rodo por la mejilla. Era salada y amarga como cada recuerdo de la trágica muerte de su padre. Des se la limpio con el dorso de la mano y temblorosa abrió la carpeta. Se dio cuenta que solo era una copia del expediente. Sin embargo, nunca había sido capaz de tener eso de sus casos. Después de la muerte de su padre, lo único que podía recordar Desiré era que una tarde de primavera uno de los colegas de su papa entró a su casa y se llevó todos los expedientes que tenía en ella. Cuando Des intentó acceder a ellos mediante una solicitud, le contestaron que todos los expedientes se quemaron en el verano del 2012, junto con la comandancia.

El primer instinto fue en la necesidad de llamar a sus colegas para buscar huellas y todo tipo de evidencia. Vaciló unos instantes, dejó el teléfono en su lugar y pensó que esta era su oportunidad para averiguar más de su padre. Así podría dar un cierre a todo aquello que le daba caos a su vida y a su familia. Pero principalmente a su madre que nunca dejaba de llorar por el suicidio de él. Siempre culpándose por no ponerle más atención.

Fue por el kit de forense y comenzó a marcar cada habitación de su casa como una escena de crimen. Era posible que pudiera recabar una huella o dos. Saco huellas dactilares y marcas de zapatos. No dejó escapar una sola parte de su casa en donde haya pensado que estuviera aquella persona. Tomó el expediente y le pasó el polvo, pero parecía que lo único que encontraría serían sus huellas.

La canción de Live And Let Die de Guns N' Roses sonó tan fuerte que Des pegó un salto, por unos instantes no reconoció el timbre y enseguida reaccionó y buscó el celular, pensó quien la estaba hablando de madrugada. Vio la hora y eran casi las siete de la mañana, instintivamente se asomó por la ventana y apenas unos rayos de sol comenzaban a reflejarse. Descolgó y anotó una dirección. El forense tenía el resultado de la autopsia y Javier tenía un posible testigo.

Des se estiró, bostezó y unas lágrimas brotaron, sacudió el cuerpo y sintió como tronaba. Puso café y se metió a bañar mientras ordenaba sus ideas. Antes de salir Des echó un último vistazo a la casa. Era un desorden. Pensó en limpiar después, pero mejor llamó a un servicio de limpieza. Arrojó en el carro la carpeta de investigación, las huellas dactilares y las marcas de zapatos encontradas y se dirigió con el testigo.

«Era joven, actuaba raro. Era como si le doliera algo, sostenía su panza y por momentos se miraba la mano, y creo que caminaba un poco inclinado» «Algo más que pueda recordar» dijo Des «No que yo recuerde, además ya le dije todo a su compañero, pregúntele a él» «Esta bien, le dejo mi tarjeta por si recuerda alguna cosa más, y por favor no este comentando a nadie lo que nos dijo, no queremos que se meta en problemas ¿Verdad?» dijo por último Des con una sonrisita que incomodo a la dependienta. La señora tomo la tarjeta y continúo con su clienta.

«Tienes la descripción ¿cierto?» «Cabello oscuro, metro setenta, delgado, caucásico y con un leve movimiento hacia delante como si estuviera herido» «Bien hecho. ¿Será que la sangre que se encontró en el parabrisas y cerca de la camioneta son de la misma persona?» «Es posible, aunque no descarto que sean de dos personas» dijo Javier con cautela. «También pienso lo mismo y hay otra cosa que me inquieta» «¿Qué?» dijo Javier. «Parece que había dos tipos de tierra en el lugar» «Como sabes eso» «Cuando me agaché para observar las huellas de neumático noté unas pisadas junto a ellas y pequeños terrones de tierra estaban incrustados en las marcas. Pedí al forense que las analizara y espero que no sean de donde pienso. Si es así el caso se nos ira de la mano»

«Iré con el forense y después comeré algo. Ya sabes dónde encontrarme» Javier notó algo en Desiré. Pero no supo qué. Dentro del GT Des se puso a reflexionar con el joven que vieron, miró alrededor y se le hizo muy pretencioso abandonar los cuerpos cerca del río. Sobre todo, dejar testigos. El motor rugió y avanzó hacia la carretera.

El dolor fue intenso, intentó gritar pidiendo ayuda, pero apenas salía un leve quejido, era como un sueño y la sensación le era muy conocida. La última vez que se sintió de esa forma era cuando sus padres habían muerto por el incendio. Ella todavía tenía en la espalda las marcas de aquellas quemaduras y en ocasiones recordaba en sus sueños como la sacaba entre sus brazos.

El humo tenía algo diferente. No sabía que. Era como en su casa cuando entró, un perfume, el de su padre. Eso sí que lo sabía, pero este lo confundía. No entendía porque ahora después de tantos años aparecía un expediente y luego esto. Era como que el destino no quisiera que descubriera algo.

Cuando el río suenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora