Capítulo 3: 1904 Un plan inesperado

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Chuuya corría por los pasillos esquivando a las damiselas, quienes sorprendidas se movían con rapidez para evitar ser golpeadas por la falta de control del príncipe. No había tiempo y lo sabía, los robos estaban siendo más frecuentes y con una rapidez asombrosa, pero, él estaba más que preparado. Abrió la puerta al sótano de reservas de comida, bajo con total descuido las escaleras colgantes de soga, dañándose parte de sus palmas y empujó con su pierna uno de los ladrillos en las paredes. Ahí estaba las mayores reservas de armamento del palacio y la diversión de Chuuya.

Por otro lado, Paul perseguía sin algún tipo de arma de fuego, más solo una pequeña cuchilla por si tenía que infringir daños para defenderse. Eran seis personas que lo acompañaban para capturar al malhechor encapuchado. Sin embargo, cuando Paul estiró su brazo queriendo tomar de la casaca al fugitivo, este se lanzó por una de las ventanas al final del pasillo, tal acción temeraria hizo que todos se detuvieran observando con los pulmones hinchados por la restricción del aire, como el muchacho se resbalaba por el empinado tejado, sus piernas moviéndose frenéticamente, pero de nada sirvió, y solo le quedo sostenerse con sus manos en los bordes del tejado.

— Que salgan los guardias, el fugitivo está afuera. —Comentó Paul—. Yo me encargaré de él para que sobreviva, ¡Corre, ve avisar, que no hay telepatía en este maldito mundo!

Tres guardias fueron avisar a los demás guardias que salieran, solo un par de ellos se quedaron,  pues se tenía que cuidar a las demás familias de aristócratas. Paul salió con cuidado por la ventana para apretar las manos del chico con sus botas, el muchacho lo miró y ahí noto de la bufanda que llevaba.

— ¡Alto, alto! ¡Paren la fiesta! —Gritó un señor que se veía que era un burgués—. ¡La señorita Kouyou ha desaparecido! ¡El Gran Duque me ha ordenado avisaros a todos ustedes como presentes para que evacuen! ¡El Gran Duque está en busca de la princesa junto a los guardias reales!

— ¡Santo dios! En su matrimonio, que desagracia para esa joven. —Hablo una duquesa totalmente atemorizada—. Hay que buscarla, no podemos permitir un secuestro.

Chuuya escucho aquello estando detrás de los mayordomos que trataban de calmar a la multitud que pedía y reclamaba la seguridad para ellos y la princesa. Su corazón dejaba de latir con tan solo pensar en el secuestro y sus razones, su respiración estaba fuera de un ritmo normal por la velocidad en la que corría y al ver al Gran Duque correr hacia los aposentos, comenzó a bajar la velocidad tensando su cuerpo.

— ¡Gran Duque!

El Gran Duque se detuvo con la respiración agitada mirando al pelinaranja que mantenía la mirada agachada mientras se acercaba con un aura espeluznante y un par de armas. Extendió su mano pidiendo una, pero se la fue lanzada en la cara dejándolo pasmado.

— Todo esto no hubiera empezado si no fueras tan impaciente. Primo, estas totalmente tachado de culpable y te odiaré si no recuperas a mi hermana. —Dictó con palabras rotas aguantándose las lágrimas.

— ¿Vas a llorar ahora? Chuuya, deja tus infantiles actitudes. —Se agacho levantando el arma y limpiándose la sangre de su nariz—. Voy a recuperar a Kouyou y vas a ayudarme. Soldado, persíguelo.

— No me obligues a cumplir mis responsabilidades.

Adalric soltó una leve risa cuando su primo menor lejano tomo la delantera a correr detrás del chico que había secuestrado a la princesa.

— ¿Cuál era las características?

— Respondiendo rápido: Esta encapuchado de un color cobrizo y lleva botas negras para cubrirse del barro. No llegue a distinguir nada más.

— ¿Cómo la pudo secuestrar?

— Ella fue a su habitación pues su mucama le había manchado su vestido con una copa de vino, ella entró en pánico pensando que su vestido ahora le haría lucir menos atractiva y le dije que fuera a cambiarse si le incomodaba. Ella se fue y como demoraba bastante la fui a buscar y ya no estaba, lo último que vi fue a ese criminal.

Double standardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora