Capitulo 12

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 12

• Capítulo 12

El trabajo que siguió fue a paso de tortuga. Las criadas se apresuraron a ayudar a Alicia, y luego los caballeros entraron a detener a Katie.

—Llevensela.

—¡No es justo, Joven Maestro! ¡No es justo!

Tan pronto como el silencio fue perturbado, Katie gritó y gritó, pero sus palabras cayeron en oídos sordos.

Los caballeros la agarraron de los brazos sin mediar palabra y empezaron a arrastrarla hacia delante. Ella hizo todo lo posible por resistirse, pero dos fuertes caballeros la sujetaban por ambos lados, por lo que era como un saco arrastrado por el suelo mientras se alejaba.

Las lágrimas fluyeron por sus ojos azules. Después de todo este tiempo, resultaba extraño que aún pudiera contener el miedo en ellos.

Era ridículo.

—¡No, no, por favor! ¡Lady Rosetta! ¡Rosetta! ¡Por favor, ven aquí! ¡Tengo algo que decirle! Milady yo... ¡Debe venir a verme! ¡Milady! Lo lamentarás si no vienes, lo lamentarás.

Sus gritos desesperados resonaron desde el otro lado de la puerta abierta. Era una música de fondo que encajaba perfectamente con la caída de una villana de segunda.

Rosetta se quedó inmóvil y miró fijamente la puerta, y pronto salió al pasillo cuando ya no se oía la voz de Katie.

—Rosetta.

Pero alguien la llamó desde atrás. Una gran mano la sujetaba por la muñeca. Con cuidado, como si sostuviera un huevo precario.

Deteniéndose a mitad de camino, miró al techo durante un rápido instante, y luego dirigió su mirada a la persona que la sujetaba.

—¿Qué pasa, hermano?

Hizo contacto visual con Damian, cuyo rostro se había vuelto blanco y distorsionado.

—...Tienes la mano herida. Además, creo que te has hecho más daño cuando te has caído antes, así que será mejor que no te muevas hasta que venga el médico.

Parpadeó lentamente un par de veces ante la voz seca, con los párpados pesados por el cansancio. Quería estar en otro lugar por ahora, no en este caos. Un lugar tranquilo.

—Voy a recibir el tratamiento en mi habitación. Estoy muy cansada. Sólo quiero descansar. —dijo, cuando ella tiró de su brazo suavemente mientras lo hacía, Damian rápidamente aflojó su agarre. —Por favor, presta más atención a Alicia que a mí. Antes parecía muy sorprendida.

La mano que seguía entre los dos se detuvo un momento antes de volver a su lado.

—De acuerdo.

Se apartó tras esa breve confirmación.

Rosetta se sentía pesada. Sentía como si su pierna, que había sido apuñalada por un gran fragmento de vidrio, estuviera ardiendo. La sangre que goteaba de sus manos heridas chorreaba a cada paso que daba.

—Lo siento. —Una breve voz habló detrás de ella. Ella se detuvo, pero no miró hacia atrás.

"Lo siento, Ra".

¿No era mejor no disculparse así?

Era una disculpa aleatoria lanzada en un momento aleatorio, pero Rosetta sabía de qué se trataba: La pregunta sin respuesta.

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