Capitulo 23

81 20 0
                                    

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 23

• Capítulo 23

Rosetta asintió y esperó por la respuesta de Cassion.  Ella observó su rostro sorprendido después de hablar.

Mientras el silencio se extendía entre los dos, los hombres persiguiendo a Cassion dirigieron su atención hacia Rosetta, uno por uno.

—¿Y quién demonios eres tú?

—Oiga, damita, ¿conoce a este tipo? Tú también llevas capa, ¿eh? ¿Compraron un set de pareja? ¿Eh? ¿Qué clase de capa es esa?

Los hombres bromeaban entre ellos debajo ella.

—¿Por qué estás tan lejos? Ven a jugar con nosotros, ¿eh? ¿Damita?

Y era lamentable que sólo dijeran palabras que no eran realmente graciosas, pero se reían aún más.

Sus iris dorados miraron fríamente a los hombres, y luego volvieron a mirar a Cassion. Parecía que sólo le importaba Cassion.

—Contéstame. Te estoy preguntando si quieres que te ayude.

Esta pregunta demostró esa suposición. Los hombres, que se dieron cuenta de que habían sido ignorados, enrojecieron.

—Tú- ¡¿No me habéis oído?!

—Ven aquí. ¿Eh? ¡¿No vas a bajar?!

Sus duras palabras inundaban ahora el aire, sin embargo, la mirada de Rosetta se mantuvo en Cassion cuando sus ojos se encontraron. El hombre que hacía una rabieta a Rosetta cambió de objetivo y se giró hacia Cassion.

—Así que os conocéis. Qué pareja que son para irritar a la gente, ¿eh? De acuerdo, lo tengo. Ella bajará una vez que estés todo ensangrentado, ¿no es así?

Mientras hacía crujir sus nudillos, el hombre grande se acercó a Cassion. Cuando el objetivo de uno de ellos cambió, el resto siguió su ejemplo y volvió a centrar su atención en Cassion. El sonido de sus crujidos llenó el aire.

Rosetta observaba la situación desde arriba, jugueteando con un abanico plegable que había traído consigo.

Cassion aún no había dicho nada, se limitó a mirar a Rosetta sin decir nada y luego se giró hacia los hombres. Sus ojos, cubiertos bajo la sombra de la capucha, estaban cerrados, como un prisionero que espera su pena de muerte.

“No sé en qué demonios estás pensando”.

El hombre más grande del lugar agarró a Cassion por el cuello, la mano del hombre era casi del tamaño de una tapa de olla. Levantó la otra mano.

Estaba claro que si le golpeaban con esa mano, quedaría cubierto de moratones al instante. Pero entonces, la propia Rosetta, con la mano en el abanico, disminuyó gradualmente su velocidad hasta convertirse en un aleteo. Luego, se detuvo por un momento.

—Ja. —Una burla silenciosa y seca sonó.

Así es. Ella perdió. Lo que había en sus labios era una sonrisa de derrota.

Como si no se pudiera evitar, Rosetta sonrió sardónicamente cuando se puso de pie en la azotea.

—Muy bien. He perdido.

Y mientras se ponía en pie, varios pares de ojos se volvieron hacia ella. Entre ellos, la mirada de Cassion también estaba sobre ella.

Miró fijamente a Rosetta, sus ojos antes cerrados se abrieron de par en par al mirarla. Parecía nervioso, o tal vez enfadado. Pero, ¿qué más da? Ella no podía entender lo que ocurría tras la mirada de Cassion.

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora