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Su pulso acelerado lo delataba. Sus manos trémulas y sus pasos torpes solo eran la clara evidencia del nerviosismo que se apoderó de su sistema, de cada molécula de su cuerpo.

Expulsó el aire con templeza que había retenido inconscientemente y liberó sus pulmones para nuevamente llenarlos de aire limpio, purificándose como si de esa forma pudiera prepararse para el desastre que se avecinaba, como un huracán esperando por él justo detrás de la puerta.

Sus pequeños dedos cubiertos de anillos, se amoldaron a la forma cilíndrica de la perilla envolviéndola para poder empujar la puerta ingresando lentamente dentro del local.

Un bonito tapete de color lila con algunas "smile face" dibujadas en tonos alegres que contrastaban con el fondo, le dio la bienvenida, seguido de un delicioso aroma a café que inundaba la cafetería aunado al dulce olor del pan de leche que ahí mismo ofrecían.

Dio un leve vistazo al resto del lugar, si bien era pequeño, tenía un aire acogedor, desde sus amplios ventanales hasta las flores aromáticas que adornaban todo el local, incluyendo el techo, donde colgaban algunas macetas de estilo industrial acompañadas de algunas lámparas eclécticas.

Oteo a lo lejos, verificando si el mayor ya se encontraba ahí, descubriendo, para su propia paz, que llegó primero, así que aún tenía algo de tiempo para prepararse mentalmente.

Crispó los labios y sujetó la correa de su bolsa para infudir algo de osadía, un importante requerimiento para que sus pies por fin cedieran a caminar.

Inmerso en andar correctamente no advirtió la sonrisa juguetona en la persona delante suyo, hasta que estuvo solo a un paso de impactarse contra el cuerpo ajeno.

—Deberías mirar por donde caminas, Park.

Su cuerpo se estremeció, desde la punta de sus pies hasta el último de sus cabellos.

Min Yoongi, con su serio semblante y sus profundos ojos oscuros le miraban con curiosidad

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Min Yoongi, con su serio semblante y sus profundos ojos oscuros le miraban con curiosidad.

Y era totalmente contradictorio, pues la forma en que soltó aquella frase parecía llana y carente de emociones, la dicotomía perfecta de la manera tan suave y gentil en como sujeto su muñeca para evitar que se golpeara.

Jimin tardó un buen rato en lograr escapar del encanto en que se vio atrapado al notar el atisbo de una sonrisa colarse por la comisura de los labios finos de Yoongi, un gesto que pudo pasar desapercibido para cualquiera quizá, pero no para él.

—Oh, si, lo siento— dijo casi al instante, tratando de recomponerse, dando un ligero paso hacia atrás para darle su espacio al mayor.

Yoongi se limitó a asentir, estoico, como si ninguna emoción pudiera perturbarlo, manteniendo el silencio entre los dos.

Jimin no supo que más agregar por lo que optó por mirar de nueva cuenta el sitio, como si el grabado de flores en las sillas de madera fuera la cosa más interesante del mundo.

Chemistry romance | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora