Capítulo 5.

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Mientras se miraba en el espejo no podía evitar sentirse ridículo con toda la situación, es decir, un sirviente, el cual ahora sabía que era de los hombres que podían concebir, a los cuales se les permitía estar a su servicio de la misma manera que lo haría una doncella; seguía colocando más y más accesorios en su cabello, al tiempo que la doncella Jo se encargó de usar un ligero maquillaje en su rostro, resaltando sus mejores facciones, haciendo que eso se sintiera como excesivo. No era que en el pasado él no se hubiese arreglado cuando tenía una cita, pero eso era porque él quería ver a ese alguien, no por estar obligado a hacerlo.

En esa tarde cuando la visita del príncipe Won Goo estaba por terminar, llegó una dama de la corte a informar que el Emperador visitaría su alcoba esa noche, y todos parecían sorprendidos por eso, incluso Tae Young, que no había esperado que algo así sucediera porque él estaba feliz mientras más lejos tenía a ese hombre con el que sabía que estaba casado.

Y por primera vez sintió tan necesaria la intervención de la dama Kim, mirándola con la esperanza de que ella dijera algo, no que le sería informado a él de ese hecho, y Tae Young había intentado usar aquella excusa de que estaba indispuesto para negarse, pero la doncella Jo lo tuvo que regresar a la realidad, recordándole que en esa mañana el médico lo revisó y que su salud estaba perfecta, ese era un hecho que el Emperador lo sabría, al parecer el doctor le informaba cada vez que lo revisaba.

Ya que no tenía una buena excusa para negarse a recibir al Emperador, más allá del hecho de que no quería hacerlo, Tae Young tuvo que prepararse para esa noche, algo que empezó casi desde el momento en el que el príncipe Won Goo dejó el palacio y de lo que él ya estaba cansado, es decir, se bañó y perfumó su cuerpo, luego se vistió y su cabello comenzó a ser arreglado, pero desde ese hecho ya habían pasado horas y cada vez su humor iba empeorando.

Era capaz de encerrarse en su alcoba con tal de no ver al Emperador, pero, ¿eso de verdad podría detenerlo?, y no comprendía la razón de que inesperadamente quisiera visitarlo, según sabía no lo hacía desde hace años y, él era feliz con ese hecho, pero al parecer su esposo estaba empeñado a hacerle su vida difícil, ¿seguía enojado por lo del banquete?, porque si era así, debía decir que era un hombre muy rencoroso si ya habían pasado dos semanas desde que eso sucedió.

No le importó si debía permanecer todavía quieto porque no terminaba de ser arreglado cuando se giró buscando a la Dama Kim. La mujer estaba encendiendo algunos inciensos que tenían un aroma ligeramente dulce y relajante, al que Tae Young comenzaba a acostumbrarse ya que su alcoba siempre parecía oler de esa manera.

—Dama Kim —llamó.

—Su Majestad...

—Todos déjennos a solas.

Vio la duda en el sirviente que sostenía todavía una horquilla en su mano, y no le importó en absoluto si era grosero de su parte, se la arrebató y le extendió a la Dama Kim, aunque él no estaba seguro de que si el plan que se le acababa de ocurrir fracasaba, esa horquilla y todos los accesorios en su cabeza continuarían ahí.

—Dama Kim —dijo cuando estuvieron a solas —¿existe algún... algún té, o medicamento para dormir a alguien?

El ceño de la Dama Kim se frunció y Tae Young no estaba seguro de si era por la confusión a lo que preguntó tan inesperadamente o porque estaba pensando en una respuesta para él. En su mundo había algunas drogas que cumplían esa función pero en este, no sabía si había algo que pudiera usar.

—Majestad, ¿otra vez no puede dormir?

Tae Young casi se sintió mal por la pregunta, ya que la Dama Kim lucía preocupada, y podría mentir, decir que sí, que era para él y que no podía dormir, pero sentía que la dosis que necesitaba era mucho más grande que para alguien que sufría de insomnio, así que decidió ser sincero.

El esposo del Emperador (completo en dreame y Joyread)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora