Capítulo 3.

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Tae Young había agradecido mentalmente en el momento que la Dama Kim se le acercó preguntándole si estaba cansado y deseaba retirarse, y él respondió que sí, anunciando que se iría.

No estaba seguro de cuántas veces se arrepintió de haber decidido asistir, porque si bien, hubo entretenimiento y comida agradable, terminó aburrido ya que el Emperador apenas y le dirigía la palabra y cada vez que su mirada se posaba sobre él, parecía haber un poco más de enojo, y a parte de él nadie más parecía que pudiera hablarle.

El camino de regreso le pidió de igual manera a la Dama Kim que lo guiara y esta no parecía con intenciones de cuestionarlo otra vez, mientras que él ahora se preocupó por intentar recordar los pasillos en los que giraba, dándose cuenta que en realidad el lugar en el que vivía quedaba bastante lejos del salón principal.

Cuando llegaron de regreso a su alcoba, las dos mujeres lo ayudaron a cambiarse y luego se sentó frente a un espejo mientras de su cabello eran quitados todos aquellos adornos, haciéndole sentir su cabeza más ligera.

Ahora sabía que a la mujer más joven que permanecía a su lado la llamaban doncella Jo, así que él también comenzó a llamarla de esa manera.

Así mismo pudo notar que todos lo trataban con especial cuidado como si fuera a romperse, y escuchó que la razón por la que estuvo en cama ese día era debido a que estuvo enfermo por varios días, que realmente el médico no creía que se fuera a salvar de su extraña y repentina enfermedad, la cual lejos de los oídos del Emperador, parecía un veneno silencioso y difícil de detectar.

Sin embargo, la Dama Kim sospechaba que ese hecho tenía algo que ver con la concubina Shi, no obstante no era algo que se podía probar, además de que la mujer era la preferida del Emperador y por lo tanto este trataría de protegerla si era acusada, más si no habían pruebas que la incriminaran, y cuando siquiera hubo el indicio de que alguien lo quisiera sugerir, él había atribuido todo a que se debía a la mala salud que por lo general el Rey Tae Ho tenía.

Además de que ninguno de los días que estuvo en cama lo había ido a visitar, no hasta ese día cuando despertó, y aunque ninguna de las dos mujeres lo dijera directamente, Tae Young entendió la parte implícita en sus palabras de que al parecer el Emperador estuvo a la espera de que esta vez su enfermedad lo matara.

—Majestad —habló la doncella Jo.

Su rostro lucía preocupado y Tae Young lo pudo ver a través del espejo frente a él, mientras la mujer seguía peinando su cabello castaño, el cual llegaba hasta casi su cintura, y solo en ese momento agradeció tener alguien haciendo eso por él, ya que en su lugar él hubiera preferido cortarlo porque era más sencillo de peinar.

—Mañana es el día de la visita del príncipe Won Goo.

—¿El príncipe Won Goo? —su ceño se frunció ligeramente.

—Si su Majestad prefiere no verlo, puedo informar que todavía está indispuesto —dijo la Dama Kim.

—¿Quién es el príncipe Won Goo? me lo aclaran, no lo recuerdo.

—¡Majestad! —la Dama Kim sonó alterada —e-está bien si no lo quiere ver —bajó su voz hasta casi ser un susurro —pero si alguien más lo escucha expresarse así de su propio hijo, no creo que sea bueno.

Aunque su rostro no lo demostró, Tae Young estaba sorprendido por saber que tenía un hijo, y se regañó a sí mismo por ser imprudente y preguntar demasiado directo sobre quién era el príncipe Won Goo, pero en realidad no pensó en aquella posibilidad, es decir, nadie lo había mencionado antes hasta ahora y no lo había visto a su alrededor tampoco, así que creyó que de quien hablaban era alguien externo al palacio y que podía considerarse normal que no lo recordara.

El esposo del Emperador (completo en dreame y Joyread)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora