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Capítulo 1: Conocer de nuevo.

Salgo de la Ciutat en coche, Pedri viene a cenar a casa por insistencia de mi hermano. Siento algo extraño dentro de mi, como si esto ya lo hubiese visto, pero, en ningún momento el canario nos acompañaba.

Sacudo mi cabeza y me centro en la carretera.

— Mañana vendrás a vernos jugar ¿no? - Gavi suelta casi más como una orden que como una pregunta.

— Depende,si el club me llama iré, sabes que ahora mismo no tengo un club fijo.

— Pero, es un Clásico, Maia.

— No seas pesado, venga.

Gavi resopla y mira hacia la ventana.

Pedri ríe, su risa es como una melodía, suave y grave al mismo tiempo. Me gusta, me ha gustado siempre.

Aún así no me quito esa sensación extraña, esa sensación que me dice que algo aquí no encaja, como si, este no fuese mi tiempo, quiero decir, como si esto ya lo hubiese vivido antes.

Niego y aparco en el garaje de nuestro edificio, Pablo y Pedri se bajan del coche bromeando y dándose alguna que otra colleja entre risas, sacudo mi cabeza y una sonrisa se forma en mi rostro.

En lo que llevo conociendo a Pedri, él y mi hermano jamás se han separado, me costaría creer que algún día dejasen de hablarse.

El piso está echo un desastre, ayer me quedé a dormir en casa de Diego para terminar un trabajo, porque si, a pesar de trabajar sigo estudiando, y como no, deje a Pablo solo en casa lo que significa que lo ha dejado todo a su manera.

Me froto la cara con las manos, me muero de vergüenza, Pedri se queda a cenar y a dormir seguramente. Por primera vez me siento como las madres cuando sienten vergüenza al ver su casa echa una chapuza.

— No te preocupes, Amaia, mi piso está igual.

Como si fuese magia, Pedri ha conseguido leer mi pensamiento y decir las palabras perfectas para hacerme sentir mejor.

— Seguramente eres más ordenado que alguien que yo me sé. - digo mirando fijamente a Gavi.

Recojo la taza del desayuno de encima de la mesa del comedor, les digo a Pablo y a Pedri que se sienten mientras yo preparo la cena, seguramente se pongan a jugar al FIFA.

Abro el frigorífico, hay menos comida que en el desierto, perfecto. Cojo las pocas verduras que me quedan y un poco de pasta, además de eso apunto que hay que ir a comprar comida. Me pongo a cocinar, pongo un poco de música para motivarme ya que tras dos horas de entrenamiento equivale a dos horas de trabajo para mi.

Como ha dicho mi hermano mañana es día de Clásico, y no un Clásico cualquiera sino la clasificatoria de semifinales para la final de la Copa del Rey, el club se juega ganar su segundo título está temporada, ya que no hemos podido con la Champions y la Europa League.

Noto unas manos en mis hombros, Pedri está detrás de mi sonriéndome.

— ¿Necesitas algo?

— Bueno, ya que estás, podrías ir haciendo la ensalada.

— Si, chef - Pedri coge un delantal de encima de una silla, solía ser el delantal de mi abuelo.

Mis padres nunca estuvieron, pero, mi abuelo siempre tuvo un hueco a su lado para mi, él me enseñó los valores que tengo a día de hoy y que siempre tendré, porque al fin y al cabo eso será lo que mantenga a mi abuelo conmigo.

efímero; amaia&pedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora