I. El patriarca

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Cuando la guerra terminó el patriarca de Yiling dejó de ser necesario.

Se convirtió en una presencia temida, evitada e insultada.

Aquello le hizo sentir increíblemente solo. Cuando la guerra llegó a su fin prescindieron de sus servicios y lo lanzaron a la calle como siempre había ocurrido en su vida.

Desde que tuvo uso de razón, fue visto como una paria y arrojado lejos como un animal sarnoso. Creció robando, luchando contra brutales perros en los callejones sucios de Yiling, siendo este el único medio para sobrevivir.

Más tarde, fue arrojado por soldados de la tropa Wen al interior de los túmulos funerarios, donde terminó de criarse.

Su cuerpo había crecido y era incapaz de reconocerse en un espejo. Inclusive de vez en cuando se aterraba a ver su imagen, pues parecía encarnado en la piel de alguien más.

La energía resentida lo acogió, y lo educó. Solo después de ser invadido, saboreado desde dentro, y sobrevivir a la opresión de aquella energía fue capaz de sincronizarse y armonizar con ella. Aquello no evitó experimentar terrores nocturnos ocasionales, ni adentrarse en largas diatribas con espíritus rencorosos.

Cuando regresó a Yiling no tenía ningún plan de reserva. Simplemente necesitaba aire limpio y comida que no tuviera sabor a cadáver ni ceniza.

Lo hizo, sobrevivió y mostró su mejor cara. Wei WuXian comenzó a ayudar a campesinos y ancianos en tareas prácticas, que requería trabajo físico, para obtener algo con lo cual llenar su estómago.

Cuando los Wen arremetieron contra Yiling, él se impuso con el sonido de su flauta fantasma. Y esto llamó la atención de Jin GuangShan, que le convenció de unirse a ellos para traer 'paz' a la gente común.

Wei WuXian fue demasiado ingenuo y se dejó engañar.

Durante un tiempo fue mimado en lujos y atenciones. Vestido con las más finas sedas en bordados de oro y plata.

Cuando los Wen fueron erradicados y Wen RuoHan muerto, Wei Ying fue lanzado a la calle como un gato callejero.

Fue entonces cuando Jin GuangShan y su desagradable secta comenzaron una persecución a su persona.

Bien, probablemente Wei Wuxian no debió lanzarles una maldición apestosa. Pero se lo merecían.

Regresó a pie propio a los Túmulos funerarios y retomó su trabajo pendiente e investigaciones en la cueva de la matanza del demonio. O eso intentó, antes de que Jin GuangShan y sus seguidores en las sectas menores planeasen su asedio.

Fue asesinado.

O eso habría ocurrido con él si aún fuese humano. Desafortunadamente, la exposición a la energía resentida lo convirtió más en un recipiente que en un humano ordinario.

Incluso después de ser atravesado con flechas divinas, asesinado por método de mil cortes, y "purgado" con técnicas de exorcismo, se levantó de entre los muertos de un charco de su propia sangre negra.

Yacer dentro de la piscina de sangre no era divertido; le causaba dolor de cabeza y las voces eran demasiado ruidosas. Todas querían ser escuchadas a la vez. Wei Wuxian solo podía escuchar algunas pocas historias trágicas antes de abandonar su consciencia y flotar en la oscuridad como un buen y tranquilo espíritu, para nada malvado que era.

Su cueva fue destruida al igual que su investigación. Las adorables jiejies fantasmas que lo criaron fueron exorcizadas al igual que algunos de los fantasmas que le hacían compañía.

Al bajar a Yiling las personas le temieron y se escondieron de su presencia. Casi como si hubiesen visto un demonio.

Ni siquiera se había ido tanto tiempo y perdió la reputación que había ganado con esfuerzo.

Su hogar estaría sellado por, al menos, doscientos años. Así que tomó la grandiosa idea de hacer un largo viaje vacacional a Dongying.

Wei WuXian tomó su flauta fantasma, ChengQing, y se encaminó hacía el océano.

Deidad del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora