capítulo 1.

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Querida Shak:

Hoy te espero sentado en el sillón. Vas a venir a grabar a mi casa. No lo sabes, pero mi estómago ha estado revuelto de la emoción desde que me desperté.

Los productores están yendo y viniendo por mis pasillos como Pedro por su casa; ya conocen el proceso. Caminan pero me ignoran. Yo creo que es porque estoy tan pensativo y he encendido una radio a pilas cerca mío para no sentirme tan solo.

No sé a qué hora exacta vendrás, pero pienso que pronto será. De a ratos balanceo la pierna para no sentirme incómodo por, te tengo que confesar, pensar en Jaydy. Cuando era mi mujer, en los primeros días, también la esperaba sentado en el sillón mientras ella estaba en camino a casa. Lo que prefiero ahora es no mencionarla más, sin embargo me parece flipado cómo estoy comenzando a hacer lo mismo por ti, colombianita que tan bien me caes.

Querida Shak, hoy te escribo letras que nunca te voy a entregar. Y también te sigo esperando.

Ale.

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El pelinegro lee su carta al terminarla de escribir, la dobla con una sonrisa de medio lado y la pone en su bolsillo. Eleva la mirada y el reloj de pared le indica que son las tres de la tarde. 

Pasados algunos segundos, el timbre de la casa suena. Va a abrir la puerta él mismo y parece que el paisaje se le ha iluminado. La ve ahí, tan pequeña y dulce, con la luz del sol detrás suyo como su pantalla verde. El cabello frondoso, reluciente, como leona. Es pequeña pero también es una leona. Él pelinegro siente que es la amiguita más bella que jamás ha tenido. Así la ve.

Shakira y Alejandro se saludan como siempre. Los abrazos entre ellos son clásicos y cálidos. Conversan unos segundos y coquetean. Juegan con palabras entre ellos como niños. "Vamos ya adentro, que está corriendo brisa" le anima Shakira al hombre, tomándolo de la mano. Algo de tiempo le dio a Ale para llegar a cerrar su puerta. Juntos van y se encaminan al estudio.

A la colombiana le gusta trabajar, trabajar y trabajar. Es una exigente. Y Alejandro es un perfeccionista.

Un par de horas pasan. Todo rápido, porque en la música a veces hay que ser mecánicos. En otras es donde viene la magia. 

—¿Quieres ir a tomar aire? —agrega Alejandro. 

Shakira acepta. Se toman de la mano, con la menor dejándose guiar por el mayor, y cuando ambos llegan afuera de la casa se animan a sentarse en la acera sin problema alguno. La hora se ha pasado tanto que ya ha anochecido.

—De verdad que el tiempo se pasa volando en Miami —anuncia Shakira.

—En el estudio siempre se nos pasa la hora, nena.

La rubia lo mira. No se lo dice, pero le encanta cada vez que le dice "nena". Por dentro, se estremece y le empieza a tomar atención a Alejandro: está sentado al frente de ella, con las rodillas al pecho. La colombiana se ata el cabello con una liga que tiene como brazalete, para que los cabellos que tiene en la cara no estorben y le permitan ver el rostro del guapo español sin obstáculos. Y sí, que guapo. Ambos se sonríen.

A Shakira le gustan los chicos altos, corpulentos, con porte de hombre. Alejandro sin embargo también le gustaba, pero era porque le provocaba otras sensaciones. Había un sentimiento de hogar cada que hablaba con él, y a pesar de no ser tan macho como se supone debe ser un varón según ella, su sensibilidad de artista congeniaba consigo como si de dos amantes se tratase.

Entonces ella lo sigue mirando. Él sigue sonriente para su amiga.

—¿Te has pintado de nuevo el cabello? —pregunta el madrileño.

—Mucho me has estado mirando —ríe ella, arrugando la nariz—. Pero sí, hace poco.

—No te veo hace un par de semanas y lo mínimo que puedo hacer es mirarte y mirarte. Te he extrañado.

Shakira vuelve a sorprenderse por lo directo que es. Tal vez en este punto comienza a tener un foco de atención en los hombres mayores que ella. A él con sus 36 años no le da vergüenza decir lo que siente; contrario a ella, quien a veces se pone freno sin razón aparente. Siente que ve a Alejandro como un hombre al cual admirar, y del cual aprender.

—Yo también —le sigue la corriente ella.

—¿Que me has extrañado de verdad? 

—Por supuesto.

—Ya me lo vas a demostrar.

De pronto, Alejandro se pone de pie. Ha tenido una idea extraordinaria. Va casi corriendo hacia su casa, sube a su habitación y de un cajón saca una cámara de video. Con las mismas regresa. Shakira todo el tiempo ha mantenido su rostro de confundida pensando en qué estará tramando el impulsivo de su amigo.

Alejandro se ha dejado convencer del aura nocturna, suave y sensitiva. Mientras va encendiendo el artefacto, la chica lo mira y lo mira con expectativa. Está segura de que será un juego divertido sin importar de lo que se trate.

—Vamos a grabar un videotape, ¿vale? —dice el hombre. 

vete y pásatelo bien por nosotros dos! 一 shakira y alejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora