como un perro, ansioso

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Arisu no se consideraba una persona mimosa. las caricias y muestras de afecto nunca fueron su fuerte, tampoco su gran emoción.

pero no podía evitar que, cada vez que mirará a su novio, su primer pensamiento fuera abrazarle fuertemente mientras repartía pequeños y rápidos besos por todo su cuerpo.

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Arisu estaba un poco - muy - impaciente.
¿razón? su novio.

las piernas del chico no paraban de bajar y subir, una y otra vez, con pequeños y arrítmicos brinquitos, para después volver a repetir el proceso cuantas veces sean necesarias (nunca lo eran).

su vista se dirigió velozmente al reloj de pared, las manecillas giraban lentamente para su desgracia. el pequeño sonar del reloj lo impacientaba aún más con cada nuevo tic y con su nada nuevo tac.

un tic, un tac
Arisu sentía que en cualquier momento moriría por la espera, no aguantaba más, estaba ansioso, deseoso.

se perdió en sus pensamientos, el reloj y su repetitivo sonar paso a segundo plano.
todo en la mente del azabache era la llegada de su novio » ¿cuándo llegará? ¿estará en camino? ¿se habrá perdido?« un sin fin de preguntas sin respuestas se asentaron es su cabeza, y, como si de un torbellino se tratase, tenían al pobre muchacho de un lado a otro sufriendo por la incertidumbre.

él sabía, sabía que el trabajo de su novio como médico era pesado, lo sabía, vaya que lo sabía, ¿ya dijo que lo sabía?
y aunque lo supiera sus piernas no paraban de dar esos golpeteos al suelo, sus uñas no paraban de ser mordidas y sus oídos no dejaban de estar atentos a cualquier sonido fuera de lo común dentro de esa monotonía.

y como si de un milagro se tratase, la puerta de la entrada del acogedor hogar sonó; un ruido leve que indicaba que una llave estaba cumpliendo su función de abrir esa puerta vieja hecha de roble.

como un resorte, Arisu se levantó del sofá, varios cojines de diversos colores salieron volando en el proceso.

atentó, con los ojos al frente y con una carita anhelante, esperó a que esa puerta fuera abierta, y cuando lo hizo no dudó ni un minuto para atacar al contrario.

Chishiya dio un pequeño brinco, sus ojos se abrieron, no exageradamente, pero lo hicieron.
pudo sentir las manos del más alto sobre su cintura, su caliente respiración cerca de su cuello y su suave cabello le daba cosquillas a su pobre y sonrojada naríz.

sonrió cálidamente y sin dudarlo empezó a repartir suaves caricias por su ancha espalda y por su hermoso cabello azabache. -¿me extrañaste?- preguntó.

Arisu en respuesta se dedico a besar su cuello, lindos y suaves besos que causaron la risa de su novio.

-supongo que eso es un sí- Chishiya se separó ligeramente del más alto, ganando así, unos cuantos reproches y algún que otro puchero de parte de Arisu. él sonrió y acunó su rostro en sus manos.

con un beso estilo esquimal hizo que esos pucheros desaparecieran, -yo también te extrañé - habló dulcemente y en un tono bajo, algo íntimo y secreto, algo que ninguna otra persona debería escuchar aunque nadie más estuviera en esa casa.
-ahora, ¿qué tal si vamos a la habitación y me demuestras cuánto me has extrañado?- con su típica sonrisa, y dejando leves caricias en su cuello, Chishiya se encamino a dicha habitación.

Arisu se quedó quieto unos minutos, pensando si esa propuesta tenía doble sentido o no; podía demostrárselo con besos y mimos como siempre lo hacía, o podía hacerlo con..

se movió de su lugar rápidamente y miro por donde se había ido su novio.

bueno, lo averiguaría al llegar.

cualquiera de las dos opciones era buena a su vista. así, como si de un perrito se tratase, salió corriendo ansioso y emocionado, una colita imaginaria se movía de lado a lado mientras iba a encontrarse con su novio.

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No m gustó cmo salió.

Les prometo que el próximo es más largo 😿
Fuentes: we créeme

like a dog ☆ chirisuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora