Peligro

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Alana.

Te estas metiendo en la boca del lobo, Aaron.

Pienso y me voy acercando a él.

-Ten cuidado que termines enamorado de mí por ese beso. -Ten cuidado que te enamores tú.-Murmura muy cerca de mi.

-Ten cuidado que te quemes en tu propio juego.-Lo digo y uno mis labios con los de él, son suaves pero no cono su beso.

Me empuja contra la pared de la piscina y me coge por la cintura como si no me quisiera soltar nunca.

El aire nos falta y nos tenemos que separar fue un beso muy intento y eso se refleja en nuestra respiración agitada.

-A las 7:00 pm tienes que estar en casa de Rebeca fue un trato y los trato se cumplen.-Le informo mientras me separo de él y salgo de piscina.

-¡Alana!.-Girta detrás de mí pero yo empiezo a correr hacia la casa y llego a la habitación.

¿Dios qué acaba de pesar?.

Acabas de besar a Aaron, tu guardaespaldas, que va a tener una cita con tu amiga a las 7:00 pm me responde mi mente.

¡Joder!.

Y te gustó el beso

Cállate.

8 horas después.

-Alana. Me llama Aaron tocando la puerta de mi habitación, no contesto y sigo pintando, estoy tratando de hacer el dibujo del acertijo pero no tengo ni idea de como terminará o si lograré entender algo.

-Alana, abre la puerta se que estás ahí.-Vuelve a insistir y yo pongo los ojos en blanco, desde el beso en la piscina me he encerrado en mi cuarto y no tengo intenciones de salir.

Mi teléfono suena avisándome de un mensaje y lo abro.

Aaron: Ya me voy para la cita con Rebeca, solo te quiero dar algo.

¿Dar?, ¿qué me va a dar?.

Otro beso seguro, dice mi cerebro y eso me enoja a niveles cósmicos.

Va a ir a una cita con mi amiga que manera más estúpida de conseguirsela lo que hice está mal.

No te hagas, sé que quieres otro beso.

Respiro tratando de calmarme y abro la puerta de mi habitación sacando la mitad del cuerpo.

-¿Qué quieres?.

-Hola para ti también.-Saluda de forma sarcástica.

Está vestido con un pulover azul y unos pantalones negros con zapatos blanco.

Yo volteo los ojos y alzo una ceja para que siga hablando.

-Como voy a salir y te vas a quedar aquí sola, me preocupa que te suceda algo, así que ponte este anillo que tiene un rastreador que se activa tocando la piedra del centro la cual me manda una alarma que estás en peligro, ¿ok?.

¿Qué? no entendí nada.

Parece que el ve mi cara de confusión y sigue hablando.

-Me preocupa que te suceda algo porque soy tu guardaespaldas y si te sucede algo malo pues lo tengo que pagar yo.

-Además, Sigue hablando,-Este anillo me lo dio tu mamá para ti antes de irse, pero no había tenido el momento para dártelo.

-Ok.-Es lo único que digo quitándole el anillo de la mano.

-Vale.

Nos quedamos mirando más de la cuenta hasta que me aclaro la garganta y digo.

-Ya te puedes ir.

Cierro otra vez la puerta y me acuesto boca abajo en la cama.

Después de 30 minutos tratando de dibujar algo decente o más bien que tenga lógica y que me de alguna pista sobre el dichoso acertijo decido descansar un rato.

Que hambre y deseos de salir tengo.

No te quejes más, come y sal, me aconseja mi mente.

¿A donde puedo ir a comer que quede cerca?

¡Ya se!, voy a ir al McDonald's que queda a cinco cuadras de aquí.

Hace rato que no como comida "chatarra" como le diría mi madre.

Me levanto de la cama y busco mi abrigo y una gorra ya que hace bastante frío, cojo la llave de mi casa y salgo.

La noche está estrellada, y hay luna creciente.

Me encanta observar el manto negro.

Camino por la acera y veo a papás con niñas en los brazos, novios comiendo helados sentados en los bancos y a otros muchachos jugando con sus perros, todos se ven tan felices que da envidia.

Y yo camino sola con mucho frío y con hambre.

Llego al lugar y me siento en la primera mesa que veo.

Le doy una mirada rápida al sitio, ahí me doy cuenta de que un hombre me mira fijamente no le doy importancia y me concentro en el menú para pedir la comida.

-Oye Aaron, ¿te gusta alguien?.

¿Eh?, me pregunto mentalmente, ¿acaso estoy delirando?.

-Sí me gusta una persona.

En ese momento me doy cuenta que la mesa que queda detrás de mí es la de Aaron y Rebeca.

¿Por qué señor? ¿por qué a mí?, me quejo internamente mientras niego con la cabeza.

-Señorita. Me llama el hombre que me miraba fijamente sentándose delante de mí.

-¿Sí?.

-¿Me puede decir la hora?.

¿Acaso debería de preocuparme por esta conversación?.

Mejor me voy de aquí.

Me levanto de la silla y el hombre se me queda mirando, un escalofrío sacude mi espina dorsal, da un poco de miedo.

Salgo del lugar y el hombre me sigue.

¿¡Qué hago!?.

Decido tocar el anillo porque la verdad tengo miedo.

Camino más rápido y el hombre también.

Decido cruzar la calle y cuando miro hacia a tras observo la figura de Aaron corriendo hacia mi.

No se lo que sucede hasta que los dos caemos al piso y un carro nos pasa por al lado a la velocidad de la luz.

¿¡Casi me atropellan!?.

-¿¡Alana, Dios mio, estás bien!?.-Me pregunta Aaron levantándose del piso y ayudándome a mi hacer lo mismo -Un hombre me perseguía.-Le digo con voz temblorosa mientras miro para todos lados.
-Vámonos de aquí.

Miradas Abstractas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora