Estamos en problemas

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Aaron

-Me hace falta que me digas como vas con la misión.-Me plantea la persona del otro lado de la línea. -Todo marcha bien, hasta ahora no hay imprevistos.-Le

informo mientras me preparo una hamburguesa en la cocina de la mansión William.

-Bien, pero hace falta que me tengas al tanto de todo. -No te preocupes, Alana está bien..

-Y así tiene que seguir, me diste tu palabra Aaron.- Recarga con vez demandante. -Puede confiar en mí.

-Bueno, ahora te tengo que dejar, seguimos en contacto. -Ok.

Así cuelgo el teléfono y suelto un suspiro.

Siento pasos por las escaleras y veo la figura de Alana caminando con Rebeca al lado.

-Hola, Aaroncito.-Me saluda la amiga con un beso en la mejilla.

Odio ese apodo cariñoso que me puso, pero me gusta ver la cara de disgusto que pone Alana cuando Rebeca me dice Aaroncito, por eso no le he dicho que no me lo diga más.

-Hola. Respondo aunque mi vista se desvía a la pelinegra de ojos bonitos que está intentando abrir una lata pero su fuerza no se lo permite.

Que torpe es.

Le quito la lata de la mano y se la abro en un seguro.

-Uyy, que fuerte.-Dice la amiga.

Alana vira los ojos, coge la lata y sube las escaleras otra vez sin decir una palabra.

Algo muy raro en ella, por cierto.

-Aaron, ¿tienes num...

No la dejo terminar ya que me adelanto hablar.

-Lo siento Rebeca, pero me tengo que ir.

Así le paso por el lado dejándola con cara de decepción, pero la verdad no tengo tiempo para estas niñerías, tengo que ir a trabajar.

¿A que no se esperaban eso?.

Pues sí, trabajo en un restaurante que queda a 10 kilómetros de aquí.

Cojo las llaves del coche que están en la mesa al lado de la puerta principal y salgo de la casa.

Empiezo a manejar y los pensamientos viene a mi mente.

Me gusta enojarte.

Sigo sin entender porque dije eso.
Me salió espontáneo.
Sin pensar.

Alana es una chica muy peculiar, y bueno es verdad que gracias a su estatura baja cuando se enoja da risa porque se pone roja y parece una caricatura, pero de todas formas no tenía que haber dicho eso.

El camino no se me hace largo y cuando me doy cuenta ya llegue al lugar por el cual tengo dinero, el restaurante de él señor Jackson al que quiero como a un padre.

-Aaron, llegaste.-Me saluda Jackson mientras me abraza.

Que rápido pasa el tiempo cuando lo conocí tenía el pelo castaño ahora solo veo canas y piel arrugada, le tengo mucho aprecio, él me ayudó en mis tiempo difíciles.

-Hola, Jack.-Le devuelvo el abrazo.

Después de eso camino hacia el lavado para ponerme el uniforme pata trabajar.

Pasa el tiempo y los clientes, que casi siempre son los mismos, se van, hasta que veo entrar a unos hombres que nunca había visto.

Sospechoso, es lo primero que pienso, a este lugar solo vienen clientes que tienen reservación y de esta nadie me avisó.

El primero es un hombre que tendrá unos 40 años, obeso

con un traje como si fuera empresario y tiene una maleta en la mano.

El segundo parece más joven, aproximadamente unos 33 años, es rubio y alto, está vestido de forma bastante elegante como si tuviera dinero, además también trae una maleta en la mano.

-Aaron, te toca atender a esa mesa.-Dice mi compañera de turno señalando hacia el hombre misterioso.

Camino hacia ellos y pregunto.

-Hola bienvenidos, ¿qué quieren pedir?.

-Chico, no estamos para distracciones darle este papel a tu jefe o jefa y que nos llamen lo más pronto posible.

¡Lo sabía!, Digo por dentro de mi.

Estamos en problemas.

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