Capítulo 7

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A la mañana siguiente, Minki estaba tendido en la cama pasando su mano sobre la almohada vacía a su lado. A lo lejos, se oían voces amortiguadas y otros ruidos que lo hicieron saber que el resto de la familia ya estaban levantados, pero se resistía a unirse a ellos. No quería hacer frente a un árbol, a los regalos y todos los otros tipos de basura de Navidad sin Minhyun a su lado.

Todavía no habían sido capaces de hablar por teléfono, ya que Minhyun no había podido llevar su celular en la misión. Minki sabía que tenía que superarlo. Después de todo, había pasado un montón de navidades solo. El año pasado, había estado en una celda, siendo torturado hasta casi la muerte y sirviendo como la perra de Declan. Minki debería ser feliz porque estaba libre y con su familia.

Aunque estaba agradecido por esas cosas, todavía quería a Minhyun en casa con él, y no fuera, Dios sabría dónde. Por cursi que sonara, esta iba a ser su primera Navidad juntos.

Un suave golpe lo sacó de sus depresivos pensamientos. Se sentó y se aseguró de cubrirse con los cobertores antes de decir: —Adelante.

Amber asomó su cabeza por la puerta. —¿Has visto a Ten?

—No desde ayer por la noche. ¿No está en su cuarto?

—No. Taeyong dijo que cuando despertó esta mañana, descubrió que Ten se había ido.

Mierda, eso no era bueno. La última vez que Ten se ocultó, les había llevado meses seguirle la pista. Si había una cosa en la que Ten era bueno, era desapareciendo. Peor aún, Declan y sus Cuervos todavía podrían estar por ahí, y después del golpe que Ten les había dado, estarían ávidos de su sangre. Aunque Ten había demostrado que podía manejarse eficazmente en una pelea, ni siquiera él era capaz de acabar solo con todo un rebaño entero.

—Está bien, dame un segundo para vestirme y te ayudaré a buscarlo —dijo Minki, sus propios problemas desdibujándose en el fondo.

—¿Qué pasa si no podemos encontrarlo? —se preocupó Amber antes de morderse el labio inferior.

—Taeyong será capaz de seguirle la pista —respondió Minki con una certeza que no sentía realmente.

—Estoy muy preocupada por él. Se veía muy molesto ayer por la noche.

Minki asintió en silencio, no se atrevió a decir nada en voz alta, ya que Amber parecía a punto de llorar. —No puede haber llegado muy lejos. No con la tormenta de nieve. —Lo que no añadió, es que debido a la misma maldita tormenta de nieve, iba a ser aún más difícil para ellos encontrarlo.

Xiumin sacudió la nieve de su manto antes de cerrar la puerta tras él. Como siempre cuando entraba en un edificio, barrió el interior con la mirada. No es que hubiera mucho que ver en la sede. Dado que era Navidad, el lugar estaba desierto en su mayor parte.

Eso se adaptaba muy bien a los deseos de Xiumin. Aun teniendo un buen día, no le gustaba tratar con los demás. Así que después de haber tenido que estar con un grupo en una jodida misión, lo último que quería era tener que fingir que era normal o interactuar con alguien.

Si se saliera con la suya, ni siquiera estaría allí. Había planeado retirarse a su pequeño apartamento, pero Minki insistió en que se presentara en su estúpida cena familiar. Xiumin frunció sus labios. «¿En serio?» «¿Quién hacia actualmente ese tipo de cosas en la vida real?» Le sorprendió que Henry y Ten se unieran a la farsa.

Si Xiumin sabía algo sobre la familia, es que no se podía confiar en ellos. Su propio padre había estado tratando de matarlo desde el momento de su nacimiento, ya que veía a su hijo recién nacido como una amenaza. Xiumin dejó escapar un suave sonido de disgusto. Eso era jodidamente enfermizo, tratar de matar a tu propio hijo. Si no fuera porque su madre intervino, Xiumin habría muerto el mismo día que nació.

Serie de los CP 08 - Una Navidad FelinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora