Dolor [Stony]

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El dolor de ver a la persona que amas sufriendo es lo peor, sentir que el tiempo se te escurre como agua entre las manos y que ya nada puede mejorar y es uno de los sentimientos más abrumadores, más agobiantes y hacen que sea imposible ver una luz de esperanza, aquello era lo que estaba sintiendo en este instante Steve, con tan solo 15 años veía sufrir a su castaño amigo, pero sabía que no era amistad lo que sentía era amor y tanto Steve como Tony lo sabían y no querían ocultarlo, ninguna de las dos familias lo impidió, el amor que se profesaban era tan puro, tan lindo, tan verdadero, que cortar aquello sería una aberración.

Para algunas personas el tiempo es largo junto a la persona que amas, pero para estos jóvenes, el tiempo era su peor enemigo, Tony cada día estaba peor por el cáncer, al principio estuvo controlado, pero con el tiempo el cáncer le atacó con fuerza, la leucemia pasó a ser aguda, en otras palabras rápida, atacando sus células y llevándolo a estar en quimioterapias intensivas, fue una leucemia mal tratada, no encontrada a tiempo tampoco, por ello la vida de Tony tenía una fecha de vencimiento, así lo describía Tony, su vida tiene un término y él solo tenía un deseo, pasar sus últimas horas al lado del primer y último chico que amo, tan solo con 15 años estaba seguro que no quería nada más que tener a Steve sosteniendo su mano hasta que el maldito cáncer lo matara.

Steve veía el brillo en los ojos cafés de Tony, su cabello castaño ya no estaba, sus cejas tampoco, de a poco las regordetas mejillas de Tony se desvanecieron y ahora estaba más delgado de lo que alguna vez lo vio, le dolía, deseaba estar en su lugar, hasta se hizo los exámenes pertinentes para ser donante de médula, algo que le podría ayudar a prolongar su vida, pero nadie era compatible y eso hacía añicos el pequeño corazón del adolescente.

—Si vas a seguir viéndome así te lanzaré un zapato. —Pronunció Tony sonriendo débilmente y Steve salió de sus pensamientos tomando sus manos nuevamente—. No estés triste Beloved.

—No me pidas eso. —Suplicó acariciando sus delgadas mejillas.

—Estaré bien, estaré feliz, estaré sin dolor. —Acarició con delicadeza la mano de Steve y este derramó algunas lágrimas—. Oh vamos Steve, no llores.

Steve no podía parar de llorar y se sorprendía de que Tony fuera capaz de controlarlo para que no llorará, ¿Acaso su luna y sol no le tenía miedo a la muerte? al parecer no y eso admiraba de su Tony.

—No se que haré sin ti —susurró Steve acariciando las manos de su niño preferido.

—Vivir y estudiar lo que sueñas, ser un pintor, hacer cuadros hermosos. —La respuesta fue fácil de decir y Steve negó.

—No tendré a mi musa.

—Sí, sí la tendrás, estaré en tu mente y también tendrás a algún chico o chica para amar, seré tu primer amor, pero no el último. —Steve derramaba lágrimas y Tony soltó un suspiro—. Steve, prométeme que vas a seguir adelante, júralo. —Con su escasa fuerza apretó la mano de Steve y Steve no pronunció ninguna palabra, pero asintió y con ello Tony sonrió—. Te amo.

—Yo más rollito —susurró besando su frente.

Tony dirigió su mirada hacia la ventana en donde algunas mariposas volaban, el pasto estaba verde y algunas personas caminaban y pasaban por allí, ese hospital se había vuelto su hogar.

Ese día fue en el que Tony dio su último aliento, sus ojos se cerraron y se fue tranquilo, Steve lloraba la partida de su chico especial, miró su mano en donde había un collar preciado para Tony, el último regalo que le dio el pequeño, le había dicho que quería que lo conservara como recuerdo de su amor y eso era lo que haría Steve, viviría por Tony y ese collar lo llevaría hasta el día de su muerte, porque las almas destinadas a estar juntas pueden encontrarse en otra vida.

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