Hearts Of War/Corazones De guerra (Simon Riley "Ghost"x tu)

VIII

Me desperté y miré el reloj en mi buro, aún era madrugada, las 3:27 am y por alguna extraña razón no podía dormir como lo hacía comúnmente, me levante y salí de la habitación para tomar algo de aire fresco, aun tenía puesto lo que usaba de pijama que para ser honesta no era muy caliente, pero aun así decidí aventurarme al frío de la noche y dar un paseo por todo el plantel.

Como era de esperar en cuanto salí de mi habitación mi cuerpo recibió de golpe ese escalofrío que recorre cada centímetro de la piel, camine descalza para no hacer ruido y poder disfrutar de la cruda soledad que se sentía por ya no tener una familia, comenzaba a pensar en todo aquello que la vida me había arrebatado, un padre perdido y sumido en su trabajo hasta la muerte, una madre que no parecía serlo, la familia tan lejos de casa, haber cargado con el peso de estar sola contra el mundo nunca había sido tanta penitencia para mí hasta esa noche, como si de pronto todas las malas rachas, los desventurados años, las noches en miseria contenidas por el "debo ser fuerte" volvieran a mi memoria para esta vez desgarrar la tranquilidad que comenzaba a adquirir, no me culpaba por eso, sabía que solo estaba protegiéndome de la agonía durante todos esos años y tarde o temprano pasaría factura, haberme privado de la dicha de la juventud para alcanzar la libertad, una libertad que me condenaba a seguir los pasos de mi padre y mi tío, entregar mi vida, mi cuerpo y lo muy poco en realidad que tenía.

Para no fallarle a la melancolía cerré mis ojos abriendo paso a las ya amenazantes lágrimas, nunca había tenido una noche tan sofocante, mi mente hurto el pasado para sabotear mi paz y lo había logrado, pero no desistiría con tan poco, hurgo en el presente con la intención de damnificar el futuro, ahora la idea de perder a Simon me inundaba a cada segundo, por fin había encontrado a un hombre que amaba, la persona que creía era correcta y aunque no podíamos estar juntos abiertamente gozaba de su compañía y la mínima posibilidad de llegar a perderlo me hizo un vacío en el pecho, no podía, no quería y rogaba a dios que si llegaba a perder la vida me llevara a su lado, ya no quería alejarme del amor, no quería cerrarle las puertas a la felicidad buscando algo que ni siquiera yo tenía idea de que era, quería amar y ser amada, entregar y recibir todo, no tener las miserias del mundo y la mierda de los demás, por primera vez quería un futuro más allá de solo vivir, quería conservar a Simon a mi lado, envejecer con él, cuidarnos el uno al otro, pasar los buenos y malos tiempos juntos, curar nuestras heridas del pasado y dejar el miedo atrás, quería aprender a amar sin dañar, y amar sin salir lastimada, quizá pedía mucho, pero después de una vida tan indigna y hueca quería tener todo aquello de lo que nunca pude disfrutar, comenzando por un buen amor.

Mi cuerpo ya estaba exhausto, los ojos me pedían a gritos cerrarse y mis pies parecían arder del suelo tan helado que los acogía, estaba comenzando a sentir el cuerpo entumecido por el gélido aire y justo cuando parecía que me congelaría unos cálidos brazos me rodearon, su cálida respiración se posó en mi cuello y deposito un beso en este dejándome saber que no era nadie más que el hombre al que había proclamado mío, ese que todos tenían como un hombre de carácter temperamental, sólido e indiferente, que en realidad era amoroso y compasivo.

- Vas a congelarte, tus pies están descalzos y tu piel muy frígida, no quiero que enfermes- abrazó mi cuerpo con más fuerza con la intención de calentarme y me cargo entre sus brazos como si de una princesa se tratara 

- Incluso si me enfermo para cuando vuelvas ya estaré completamente bien- sus preciosos ojos azules se dirigieron a los míos con un gesto de desaprobación

- Solo serán un par de semanas y regresaré pronto- enredé mis brazos en su cuello acercándome a su rostro mientras apreciaba su lento caminar 

- Llévame contigo- recargue mi cabeza en la suya y bese suavemente su mejilla 

- Sabes que no puedo hacer eso, no en esta misión, te prometo que regresaré pronto y nos darán unos días de descanso, los pasaré todos y cada uno contigo- me miró con esa ternura y calma que algunas veces tenía o que parecía mostrar solo en mi compañía