Desperté otra vez, a mitad de la noche, desorientada, sin aliento y asustada. Gritando. Practico lo que me ensenaron. Respiro y cierro los ojos, cuando mi respiración se nivela abro los ojos y describo en mi mente el lugar en el que me encuentro y aunque lo veo todo los días y lo describo todas la noches, lo sigo haciendo. Un cuarto pequeño y oscuro con una ventana a lado de la cama, solo una cama de roble vieja. Hay un escritorio y un pequeño ropero a juego con la cama en donde se encontraban mis pertenencias. Era mi cuarto en el orfanato santa maría en una parte de lonhite, la nueva ciudad.
El mismo cuarto que describo cada noche. El mismo grito cada noche. El mismo horrible sueno desde hace 10 años. Un hombre alto de entre los treinta, con cabello y un poco de barba negra y ojos cafés, cafés claro. Un día precioso, con sol y una niña pequeña que iba de su mano. Todo era perfecto el pelo largo y negro de la niña hondeaba mientras que ella reía y sus ojos verdes mar brillaban. Todo perfecto y desde el principio eso es lo que fallo, nunca nada es perfecto y el padre se debió de haber dado cuenta porque de repente todo se derrumbó. La gente empezó a correr y hubo explosiones, gritos. El padre se la llevo a un edificio verde en el que trabajaba anteriormente, hasta el cuarto piso, todo oscuro. El hizo una llamada y al colgar se sentó y abrazo a su hija pasándole la mano temblorosa por el pelo. Unos minutos después se escucha como golpean la puerta y que alguien sube al trote hasta el cuarto piso, pero la niña no tiene miedo solo, intriga. Su padre la mete en un armario que se encuentra en la esquina y lo sierra con algo pero no sin antes darle un beso en la frente y decirle que la ama. La niña por ese entonces solo escucho silencio y olía el aire frio que entraba por la pequeña abertura de un lado del ropero, mientras se va cerrando. Escucha gritos y ella sabe automáticamente que fue su padre. Luego solo oscuridad y la niña escuchaba un llanto a lo lejano, ella lloraba pero en silencio y el ropero se serró hasta casi dejarla sin aire. Mucho tiempo pasó así. Hasta que por fin alguien abrió el ropero y la tomo en brazos ella no podía ver quien era solo que un traje negro y grueso lo cubría. Una voz dulce, áspera y varonil le hablo y le dijo simplemente que serrara los ojos mientras el levantaba su arma. En el piso había mucha sangre y ella trato de no pensar en nada, pero cuando salieron y ella escucho los gruñidos y disparos y no lo pudo evitar vio a su padre desangrándose en su mente y empezó a gritar.
Y yo despertaba gritando y si esa niña era yo con el pelo negro y los ojos verdes mar casi azules solo que ahora más mucho más apagados.
Normalmente el solía estar ahí cuando despertaba gritando, el hombre que me recogió Albert Grace. Un día salió de las murallas de la ciudad y nunca volvió, me acuerdo que tenía un hijo más, unos años mayor que yo y supongo que el igual fue a un orfanato. Yo era como su hija y cuando desapareció yo llegué aquí y nadie más me consoló cuando despertaba gritando.
La madre maría entro y se sentó en una esquina de la cama, nunca lo hacía. Me miro por un buen rato. Su moño azabache con algunas tiras blancas como la seda brillaban bajo la luz blanca de la luna a lo alto que entraba por mi ventana y grandes ojeras, producidas seguramente por mis gritos, bailaban bajo sus ojos color almendra que estaban esta vez no con rabia sino que con humildad, pena.
-Otra vez la misma pesadilla lucem? -
-Si madre –
-escucha esto con atención lucem – dijo acercándose un poco más – sabes que pasado mañana es un día especial verdad? – si pasado mañana era un día importante ya que yo tendría que elegir entre dos opciones. Fuera o dentro. Si elijo fuera me prepararan para salir fuera de las murallas que protegen la ciudad de un peligro desconocido para mí, y si elijo dentro me quedare para adoptar un niño y ser o dama domestica al casarme ya que no tengo profesión o entrenarme para heredar el orfanato. Cada año el 1 de febrero los niños que ya habían cumplido 15 años tenían que elegir. Los niños que tenían familia y un buen colegio casi siempre elegían dentro y los niños de orfanato que eran muchos, también la mayoría aunque si no hay suficientes para afuera ellos son los que son obligados a salir. La mayoría ni siquiera vuelve.
-si madre- me encogí de hombros y baje la cabeza
-es tu decisión, solo quiero que sepas que tienes talento pero tienes que olvidar las pesadillas porque eso aunque no lo creas será tu mayor obstáculo- se levantó y se dio la vuelta pero antes de salir me miro y me dijo – sea cual sea tu elección quiero que sepas que será la correcta porque cada cosa pasa por un motivo.