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Todas se detuvieron en la última vuelta y fueron por algo de agua. Madison estaba muy fatigada, pero no tomó nada. Se sentó en las gradas observando como todos charlaban y reían mientras su cabeza se llenaba de pensamientos horrendos y aparecía la cara de su hermano en todas partes diciendole que era una decepción para él. Cuando sintió que le faltaba el aire fue cuando decidió levantarse de las gradas e irse a dar una vuelta por su cuenta. Caminó un rato y al regresar todos la esperaban.

— ¿nerviosas?— preguntó una de las jugadoras mirando a Madison.

Madison mintió negando con la cabeza. Leupolz la miró preocupada, pero no le dijo nada.

— No te preocupes, Lewandowski, todos son unos patanes. El único buena onda es Havertz el alemán de allá — señalo Fleming a un chico de ojos claros sentado en el suelo. — Y Mount que es el que está sentado con él — continuó.

Madison les echo un vistazo, no se veían tan rudos ni malos como parecían. De hecho se veían muy amables, pero era mejor no engañarse. Los dos se dieron cuenta de las miradas de las chicas y se giraron a verlas. El chico Mount le dedicó una sonrisa, pero Madison le ignoró sin darse cuenta.

— ¿y Chilwell? — preguntó otra de las compañeras aún mirando a los muchachos.

— Sí, es buena onda también — admitió Nouwen.

— pero esta lesionado, por eso no esta hoy asi que será aburrido — respondió Fleming suspirando.

A Madison le daba completamente igual, no sabía quienes eran y tampoco le importaba mucho. En lo poco que llevaba nunca había tenido amistad con ningún chico del equipo masculino de su club y se sentía orgullosa de eso. Los futbolistas tenían mala fama de ser infieles y de mucho más. Lo más alejada que estuviera de ellos era lo mejor por su bien mental. Más ahora que estaba tan mal últimamente. El amor era muy escaso en la vida de Madison. No había más amor que el de sus propios padres. No había tenido novio antes ni amigos porque se había mudado de Polonia a muy temprana edad gracias a la carrera de su hermano. Igual no le importaba del todo, se mantenía entrenando casi todo el tiempo así que lo gastaba en eso. Igualmente a veces deseaba tener más amigos que solamente su única amiga que vivía en Munich.
Madison miró a otra compañera, la había estado mirando desde que había llegado. La entrenadora Hayes sonó el silbato y todas comenzaron a moverse menos Madison que no sabía que pasaba, la chica se quedó con ella en silencio.

— Soy Lauren Porter, es un placer — se presentó.

Madison sonrió y se levantó de las gradas.

— Madison Lewandowski, el placer es mío —

Pero cuando se acercaba para estrechar su mano Hayes sonó otro silbato.

— ¡Lewandowski, a la portería!—

Madison sintió al levantarse la cabeza dando vueltas. Se sostuvo por un momento y luego salió caminando hacía la portería. Allá se encontraba otra chica (la cual había reemplazado) que al verla no parecía feliz y otros dos chicos. Madison no saludo a nadie, se puso al lado de la chica y se quedó callada esperando instrucciones. De reojo podía ver a los dos muchachos sonriendo y a la chica con cara de asco.

— ¿esa es la hermana de Lewandowski?— le preguntó Tuchel a Hayes mirándola a lo más lejos junto a los técnicos.

Madison los vio que la observaban. Tuchel parecía ser una persona muy seria y le causaba nervios. Hayes, por otro lado, se veía relajada y orgullosa de tenerla en su equipo. Eso a Madison le causaba un poco de confianza, sabía bien que Hayes no la subestimaba tanto como su entrenadora del Bayern. Alla las cosas no estaban siendo muy fáciles y esa era otra razón por la cual su confianza había disminuido tanto.

𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒂 𝒈𝒐𝒂𝒍𝒌𝒆𝒆𝒑𝒆𝒓 | Mason Mount Donde viven las historias. Descúbrelo ahora