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Madison se levantó sobresaltada de un horrible sueño. Una alarma sonaba en su cabeza, pero al despertar no había ninguna. Asustada miró a todas partes y se levantó de la cama algo confusa. Eran las doce de la mañana. Aparentemente se había quedado dormida. Por suerte ya no se acordaba de lo mal que le había ido en el entrenamiento, pero cuando la pantalla del teléfono iluminó la habitación se acordó que había olvidado llamar a sus padres y a su mejor amiga. Sus padres ya debían estar descansando, pero Bailey no y aunque estaba agotada sentía que tenía que hacer esa llamada. Madison agarró el teléfono y se sentó en la cama apoyándose contra unas almohadas. Marco el número de Bailey y esta contestó casi de inmediato.

— Hola Mads— dijo casi gritando.

—¿qué tal estás?—

Afuera estaba muy oscuro y para ser Londres a las 12am ya no se veía muchas luces. Quizá era porque era un viernes en la madrugada o quizás Inglaterra se puso de acuerdo para ponerla más triste. Así se sentía el ambiente, oscuro y triste.

—Estoy emocionada por saber cómo te ha ido en tu primer día con los azules — respondió soltando un grito de emoción que casi dejo a Madison sin tímpano.

Bailey era de las mejores amigas que podías tener. Esas que te apoyan en todo, no te tienen envidia y quieren verte siempre triunfando y feliz. Ni siquiera se enojo con Madison cuando le contó que se iba a Inglaterra. Lloro de felicidad al saber que la querían en un equipo inglés. Uno de los lugares a los que Bailey siempre había querido ir junto a Madison era Londres. Ahora no había excusa para pasar el invierno en Chelsea rodeadas de ingleses y chocolate caliente.
Madison intentó sonreír, pero no pudo.

— Supongo que estuvo bien...aunque no fue lo mejor — dijo Madison tratando de sonar tan mal, no quería preocuparla.

Hubo un silencio antes de que Bailey siguiera.

—¿viste al equipo masculino? Estuve investigando en internet tus opciones y están guapísimos — respondió. Madison ya sabía la cara que debía estar poniendo.

— En realidad...tuvimos entrenamiento con ellos hoy —

Bailey soltó un grito que cubrió todo el apartamento. Madison tapó la bocina del teléfono con la mano hasta que al fin cerró la boca.

—¡es maravilloso, Mads! —

— No huele maravilloso...—

Realmente no había tenido tiempo de prestar atención a cómo era entrenar con jugadores tan impresionantes con tantos nervios y ansiedad, pero el olor fue algo que sí presenció. Fue la peor parte. Bailey soltó un suspiro de satisfacción que se escuchó alto y claro desde el otro lado.

— Que te ficharán para el Chelsea debió ser una de las mejores cosas que te pasó ¿verdad?—

Pero el silencio que reinó hizo que Bailey se arrepintiera de lo que había dicho. Madison hubiera deseado que no hubiera dicho eso, porque le llegó a la mente lo que había estado tratando de olvidar desde que se durmió.

— ¿No te ha escrito aún?— preguntó lentamente.

Madison trago con fuerza el taco inconsciente que se le formó en la garganta.

— No— parpadeó varias veces para que su vista nublada volviera a verse más clara. Par de silenciosas lágrimas bajaron por sus mejillas.

¿Quién diría que por fichar con otro club haría que tu hermano te dejara de hablar para siempre? ¿Acaso tenía al peor hermano del mundo?. Cuando Robert se enteró de que Madison se iba a mudar a Londres porque había fichado con el Chelsea fue como si todo hubiera cambiado entre ellos. El silencio después de la noticia fue eterno. No más sonrisas, no más abrazos, ni cosquillas. Nada. Un silencio que estaba matando a Madison lentamente. Porque duele más cuando nadie te explica el porqué de las cosas, que hiciste mal, que pasó. Duele más el silencio que el ruido. Eso era lo que la tenía tan mal. Sentía que había perdido a su hermano, su único hermano. Aunque en realidad no fuera así. ¿De verdad estaba ocupado? ¿Tan ocupado que no podía enviarle un mensaje para saber cómo le estaba yendo? ¿De verdad no había ido a verla al aeropuerto porque tenía algo importante que hacer? Porque Ana si pudo ir a despedirse. ¿De verdad Robert estaba siendo dramático o de verdad era tan malo el haberse mudado de equipo? ¿Había traicionado realmente al Bayern? Su primer equipo, su primer trofeo....

𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒂 𝒈𝒐𝒂𝒍𝒌𝒆𝒆𝒑𝒆𝒓 | Mason Mount Donde viven las historias. Descúbrelo ahora