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Umeno siempre fue alguien bastante posesivo e irritable. Y lo era mucho más cuando se trataba de su pareja: Genya Shinazugawa.
—Sh-shabana-San... Basta, podrían oirnos... — Gimió bajo el de ojos púrpuras, apretando sus labios.
El Shabana en cambio, no presta atención y sigue embistiendo, cada vez más adentro, más profundo. Tanto que los gemidos de Genya se hacen cada vez más difíciles de contener.
Genya aguanta las ganas de gritar lo mucho que le gusta que el pilar de la belleza se lo folle asi, tan duro y rápido que lo enloquece. Pero no puede, porque no están en la finca de los hermanos. Están en una de las casas de glicinias dónde también está Sanemi.
Y él realmente no quiere que su hermano lo vea follar con el que actualmente es su pareja. Genya sabe que probablemente Sanemi enloqueceria y querría matar al Shabana en ese instante.
Pero a Umeno no parece importarle.
Así continúan la tarde, entre juegos y provocaciones que Genya no puede decir cuántas rondas tuvieron con exactitud.
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