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Hanna estaba en la cocina abriendo el vino, cuando oyó a Henry entrar y cerrar la puerta principal. Había estado discutiendo consigo misma desde que regresó de su casa, perdiendo siempre. Apenas podía recordar lo que le había dicho, estaba demasiado distraída mirándolo. Todo en él era atractivo, en el pecho gotas de agua todavía se veían. Debajo se perfilaban duros músculos, así como en sus brazos y en lo que había podido ver de su abdomen.
No se podía negar el calor que desprendían esos ojos azules cuando abrió la puerta y la había visto. O la forma en que la toalla hacía una tienda de campaña al levantarse su polla. Había sentido humedecerse su cálido y oscuro refugio mientras estuvo allí de pie. Y sin vello, la sensación era diez veces más estimulante, creando un profundo latido en su corazón.

Debatió la posibilidad de ocultar la bolsa de juguetes de las Delicias de Diana, pero dejarla allí era una gran pista sobre mis intenciones. Esperaría su reacción.
"Hola".
Levantó la vista para verle en la puerta, el pecho todavía desnudo, pantalones vaqueros colgando bajos en las caderas. Se le hizo la boca agua.
"Hola a ti también." Le sirvió una copa de vino. "Espero que te guste el Chardonnay, es lo que suelo comprar. "
"Está bien."
Al tomar la copa que le ofrecía y rozarse los dedos, a Hanna le pareció ver chispas en el aire. Tomó un sorbo de su copa e intentó que no le temblaran las manos.
"Hanna?"
"¿Sí?" Al mirarle, la sonrisa que vio en su rostro le provocó mariposas en el estómago.
Él cogió la copa de sus dedos, y dejó ambas sobre el mostrador. "No creo que pueda esperar un minuto más para darte un beso. Ven aquí."
La tomó en sus brazos, y sus labios bajaron sobre los de ella, a un ritmo suave, jugando sobre ellos. Había esperado algo duro y contundente, pero esto... esto era como una pluma rozando su piel, lo que le hizo temblar las rodillas. Luego succionó el labio inferior en su boca, deslizando su lengua sobre él, y una bola de fuego recorrió cada esquina de su boca.
Empujo su lengua, atrayéndola a su propio calor, mordisqueándole la punta, retorciendo la lengua a su alrededor.
Y mientras la sostenía firmemente, tomó plena posesión de su boca. Parecía como si estuviera follándole la boca con la lengua. Respirar se hizo imposible, pero ella no quería que se detuviera. Notó el grosor de su pene a través del vaquero al apretarse contra su vientre.
Dámelo, quería gritar ella. Ahora mismo.
Al levantar la cabeza, tenía la respiración tan entrecortada como la suya. "Eres muy caliente para venir en un paquete tan pequeño, mujer. "


"Si tú lo dices", suspiró ella.
Deslizó las manos por sus hombros, los brazos y las solapas de la ligera bata, aprovechando para separarlas. Inclinando la cabeza, pasó la lengua por la parte superior de sus pechos, acariciándolos suavemente, hasta que ella pensó que iba a morirse de necesidad. Al mirarle de nuevo, encontró una cálida sonrisa en su rostro.


"¿Quién hubiera creído que Hanna Michaels iba a ser un pequeño paquete tan caliente y tentador?"


¿Tentadora? ¿Ella? Estaba acostumbrada a que los hombres criticaran el tamaño de sus pechos y la forma de su culo.
"G-gracias."
Deslizó sus manos hacia delante, para coger sus pezones entre los dedos índice y pulgar, para frotar con un movimiento perezoso, tirando a la vez suavemente de ellos.


"Así que dime, Hanna, ¿por qué has elegido pasar tus cumpleaños conmigo y exactamente qué tienes en mente?"


Dios, esto iba a ser tan embarazoso. ¿Debería decírselo? ¿Esforzarse? ¿Ser tímida? ¿Atrevida?


Se mordió el labio inferior y tomó su copa, bebiendo la mitad.
"Hey." Henry le quitó la copa. "No te emborraches ahora que acabo de llegar", bromeó.
"O al menos, no hasta que respondas mi pregunta."


"¿Henry, me encuentras atractiva sexualmente?" ¿Oh, Dios, ¿había dicho eso realmente?


Henry la miró, fríamente, no salió ningún sonido de su boca.
Ella se apartó de él. "No importa, está bien. Quizás todo esto es un gran error." Trató de pasar junto a él hacia la sala de estar, pero rápidamente fue interceptada.

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