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Hanna no podía creer que estuviera haciendo esto. Aun débil por el fuerte beso, estaba ahí, de pie, completamente desnuda delante de un hermoso y sexy Henry Cavill, vistiendo sólo las increíblemente altas zapatillas color albaricoque, con dos pequeñas bolas dándole vueltas en la vagina que enviaban chispas de increíble calor a través de su cuerpo con cada paso que daba. Y los ojos de Henry devoraban cada centímetro de su cuerpo.


"Um, ¿qué tal un poco más de vino?" Dios, necesitaba algo si iba a pasar un rato con esas bolas en su interior. Sentía como más jugos goteaban de su coño y se deslizaban por sus muslos.
Henry alcanzó la bolsa de color rosa de las Delicias de Diana, se acercó a ella, luego mordió ligeramente cada uno de los pezones de Hanna.
"¿Qué te parece si nos trasladamos al dormitorio, para estar más cómodos, y nos llevamos el vino allí?"
"B-bien".


Sus ojos marrones estaban enfocados en ella. "¿Dudas, Hanna? Porque una vez lleguemos a la habitación, el tren sale. Si has cambiado de opinión lo entenderé, pero dímelo ahora."
Hanna respiró hondo y exhaló. "No. No voy a cambiar de opinión en absoluto. El dormitorio esta por ahí. "
Recorrió el corto pasillo, sabiendo que Henry tenía los ojos clavados en el culo, deliberadamente balanceaba sus caderas. Que resultó ser más complicado de hacer de lo que pensaba, ya que las bolas mágicas seguían dando vueltas en su coño, y su pobre y atormentada vaina ya estaba gritando jódeme, jódeme.


Una vez en su habitación, se obligó a mostrar una calma que no sentía y encendió las velas que había colocado alrededor de la habitación. Aromas de jazmín y mimosa llenaban el aire. El reproductor estaba preparado con su selección en su mesita de noche, y lo puso en marcha. Se estaba girando para localizar a Henry cuando sintió su cuerpo contra el suyo, pensionándola por la espalda, las manos rodeándola para sostener sus pechos.


"Tienes las tetas más increíbles, Hanna," murmuró. "Tan respingonas y perfectas. Y los pezones... Podría estar jugar con ellos toda la noche." Como para subrayar lo dicho, tomó sus pezones entre los dedos pulgar e índice y comenzó a rodar y tirar, lo que la dejó aún más necesitada que antes. "Me los voy a meter en la boca y voy a chuparlos hasta que no puedas soportarlo más. Y cada vez que los pellizque así..." apretó ", lo sentirás directamente en el corazón de tu pequeño coño desnudo. ¿Sientes esto?"


"Oh, sí." Ella se apoyó contra él, un rápido rayo paso a través de su cuerpo, y sintió su pene presionando contra ella a través de la tela de sus vaqueros. El masculino aroma de él le llenaba la nariz, y el pelo de su pecho se frotaba claramente contra su espalda. "Quítate la ropa. Quiero verte, también."
"En un minuto", murmuró.
Le dio un suave mordisco en la sensible piel de la cuerva entre el hombro y el cuello, y su vientre se apretó.
Al balancearse ella ligeramente, las bolas se movieron, y unas olas de fuego la atravesaron de nuevo.


"Cada vez estas más caliente, Hanna?" Deslizó una mano hasta sus resbaladizos labios, separándolos con un dedo y facilitando que se deslizara por su ranura. "Oh, sí. Caliente no empieza a describirlo, ¿no, cariño? Estas más húmeda que una tormenta. Eso es bueno, Hanna. Me gusta que una mujer pueda inundar mi mano, mi boca. Y mi polla".
Pasó su jugo con el dedo peinando hacia atrás por su culo, deslizándolo hacia arriba y hacia abajo. "¿Te gusta esto?"
"Sí." fue la respuesta en un suspiro. "Oh, sí." Ella movió su culo para empujarlo contra su intrusión. Al darse cuenta que él esperaba que dijera más de una palabra, añadió, "Me encanta la sensación de tu dedo en mi culo."
"Bueno, en realidad no está dentro todavía, dulzura, pero nos ocuparemos de ello." Mordió el mismo lugar del hombro de nuevo. "Si tuviera que adivinar, diría que nunca has sido follada por el culo antes, así que, si queremos hacerlo esta noche, vamos a asegurarnos que estés lista."


Sujetándola con un brazo por la cintura, colocó una de las almohadas al filo de la cama. La inclinó sobre ella, usando un pie para separar sus piernas. Las bolas rodaron una contra otra dentro de sí, y Hanna sentía como sus jugos brotaban de la vagina nuevamente y corrían por el interior de sus muslos. Henry frotó los dedos contra los labios de su coño, recogiendo la humedad.
"¿Hanna?"
"¿Mmm?" ¿Por qué seguía queriendo tener una conversación?
"Quiero que te agarres los cachetes de tu culo y los separes para mí. Necesito las dos manos, dulzura, y quiero cuidar bien de este dulce culo virgen".
Oh, Dios. Bien, querías esto, chica. Y seguro que Henry aprecia lo que le ofreces.
Hanna respiró hondo, apoyó las manos en las mejillas de su culo y se las separo, tanto como podía. Sus músculos vaginales se apretaron al notar la respiración de Henry.
"Preciosa. Increíblemente hermosa."

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