Introducción

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Un tiempo antes de lo sucedido Bajo la montaña...


Eres un monstruo.

Se repite en mi mente.

Lo arruinas todo.

Lo he escuchado tantas veces.

¿No lo ves, Thanara? Las personas solo te tienen miedo, todo sería mejor si no estuvieras acá.

Marchate.

Marchate.

¡Marchate!

Mi respiración es forzada. No me llega aire a los pulmones y mi pecho arde.

Me llevo las manos a mi cabeza intentando relajarme, mientras un nuevo recuerdo surge.

Mi madre estaba sentada en el balcón, una joven Thanara apoyando la cabeza en su regazo mientras ella cepillaba mi cabello con sus manos.

—Thanara, cariño ¿Qué sucede? -–La voz de mi madre era tan cálida como todo en ella.

-–Ya no quiero tener estos poderes, mamá, quiero que se vayan. A las personas les doy miedo porque dicen que soy impredecible y un monstruo -–. Lágrimas empezaron a brotar de mis ojos.

—Cariño, mírame —me negué, pero ella agarró suavemente mi mentón entre sus manos —. Sé que en este momento sientes que el mundo es cruel y te mira con desconfianza, pero las personas temen lo que no pueden controlar.

Hizo una pausa mientras secaba mis lágrimas.

—Cuando te llaman monstruo, lo hacen porque no entienden la belleza que llevas dentro. No eres un monstruo, Thanara, eres una fuerza que pocos pueden comprender. La grandeza nunca ha sido fácil de llevar, y no reside en encajar en el molde, sino en abrazar lo que te hace única. No dejes que las palabras de los demás ni que el miedo de ellos te haga dudar de tu valor. Tienes un corazón tan puro, cariño. Eres mi orgullo más grande. Ya verás que tu fuerza será tan grande que incluso las sombras encontrarán consuelo en ella.

Su mano acomodó una hebra de cabello detrás de mi oreja. Sus palabras hicieron mella en mí, levanté mi cabeza mientras tomaba una bocanada de aire, ella tiene razón. Mis poderes son míos, y a mí me encantan, siempre he pensado que son geniales. Mi madre notó mi cambio de actitud, una suave sonrisa bailaba en sus labios.

El mundo se romperá antes de que tu espíritu se doblegue.

Mi respiración se ralentiza mientras el recuerdo de mi madre se desvanece.

Ella era tan buena, el ser más puro que he conocido en mi longeva vida, tener el amor de mi madre era tenerlo todo. Si me concentro profundamente creo poder recordar el tono rasgado y suave de su voz.

Siempre me protegió aún si eso significaba ponerse a ella misma en peligro. Me enseñó desde lo más insignificante hasta lo más importante para mi supervivencia. Hizo que la espada se convirtiera en una extremidad más de mi cuerpo de tanto practicar, y me enseñó a ser sigilosa, me ponía pruebas que tenía que realizar sin que ella se hiciera consciente de mi presencia. Practicabamos una y otra, y otra, y otra vez.

Inhalo profundamente para no derramar las lágrimas que se acumulan, mientras soy consciente de todos los sonidos del bosque, mi espalda apoyada contra un árbol. La pérdida de mi madre nunca deja de doler.

Eramos ella y yo contra el mundo. Después de que los habitantes del pueblo en el que vivíamos me repudiaron por mis poderes, tuvimos que irnos, pero a causa de ellos comenzaron los rumores.

Una corte de sombras y poder | ACOTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora