Azriel
La noche se cierne sobre el bosque, pero mis sombras son más densas, más profundas que la oscuridad que nos rodea. El aire está cargado de un silencio inquietante, como si la misma naturaleza contuviera la respiración ante lo que está por suceder.
Estamos de pie en medio de un claro, su figura iluminada por los tenues rayos de la luna que se filtran a través de las copas de los árboles. Ella es un contraste absoluto: la fragilidad aparente de su cuerpo contra la vasta oscuridad que la rodea, y sin embargo, es la fuente de una fuerza que no puedo ignorar. Su cabello, dorado incluso bajo la luz de la luna, cae en cascada sobre sus hombros, que, a pesar de estar manchado de tierra y sangre, resplandece con una belleza que parece etérea. Mis dedos se tensan, un impulso inexplicable de saber cómo se sentiría entrelazarlos en esas hebras. Pero me contengo. No soy un macho que cede a sus impulsos.
Ordenarle que me entregue sus cuchillos debería ser algo simple. La giro hacia mí con una rapidez que debería haberla sorprendido, pero ella se mueve con la misma velocidad, como si estuviéramos sincronizados en una danza mortal. Mis sombras se enredan a su alrededor, curiosas, alertas, pero no hostiles. Algo en su presencia las calma, las atrae.
Pero en este momento todo cambia. Mi voz se quiebra, las palabras quedan atrapadas en mi garganta. Mis piernas se bloquean, y por un instante que se siente eterno, el mundo entero parece detenerse.
He vivido cinco siglos y medio, he visto lo peor y lo mejor de la existencia. He soportado el encierro, la tortura, y he salido victorioso en incontables batallas. Nada de eso me ha preparado para esta mujer frente a mí.
Ella es... no hay palabras que puedan encapsular lo que veo. Es una belleza que no debería pertenecer a este mundo, una fuerza que no debería estar contenida en un solo ser. Pero no es solo su apariencia, aunque es impresionante, es la energía que emana de ella, una mezcla de poder y sufrimiento que me resulta dolorosamente familiar.
Por un momento, nuestros ojos se encuentran y el mundo alrededor desaparece. Sus ojos, un abismo de azul tan profundo que me hace sentir que podría caer dentro de ellos y nunca más encontrar la salida, como si estuviera observando las profundidades de un océano nocturno, uno que me desafía a sumergirme más y más. Hay algo antiguo en ellos, algo que me dice que no es una simple guerrera. Es un recordatorio de que el poder que siento emanando de ella es real, tangible, y peligroso.
Mis sombras susurran con una mezcla de fascinación y alerta.
Poderosssssa, murmuran, y sé que no están equivocadas. El poder que emana de ella es palpable, una fuerza tan abrumadora que por un momento siento el impulso de arrodillarme. Nunca en mi vida he sentido algo así, algo tan vasto y puro que me hace querer rendirme a ello.
Cuando sonríe, burlona, una chispa de emoción se enciende en mí. No debería, pero lo hace. Hay algo en esa sonrisa, una mezcla de desafío y... dolor. Me sacude, me deja inquieto, como si una parte de mí supiera que estoy frente a algo o alguien que podría cambiar todo. Algo en mi pecho se sacude, una reacción visceral que no logro identificar, mi piel cubriéndose de un sudor frío mientras el color abandona mi rostro.
¿Qué demonios me está pasando?
—¿Vas a quedarte ahí parado todo el día, sombrita? —Su voz, ligera y sarcástica, rompe mi trance. No sé si debo sentirme molesto o cautivado. Tal vez ambos.
Sombrita. Mis sombras se agitan, como si respondieran a su llamada, arremolinándose a mi alrededor, inquietas. Me siento expuesto, incómodo. Instintivamente, trato de apartarlas, de ocultarlas.
—No las escondas —su tono cambia, se vuelve más suave, casi... compasivo. Mis sombras, esas compañeras oscuras que siempre me han obedecido sin dudar, se niegan a retirarse. En lugar de eso, parecen más vivas, más presentes que nunca, rodeándola también a ella, como si la reconocieran.
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Una corte de sombras y poder | ACOTAR
FanfictionThanara es una poderosa guerrera marcada por la tragedia y el dolor. Después de perder a su madre a manos del despiadado Rey de Hybern, ha renunciado a sus poderes, abrumada por el sufrimiento y la culpa de no haberla podido salvar. Vagando por un m...