Capitulo 1

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Meses después de que Feyre rompiera la maldición...


Recorro los vastos territorios de la Corte Primavera, con la mirada fija en los bosques y colinas que alguna vez me habían parecido acogedores. Tamlin me envió con órdenes claras de vigilar cualquier posible amenaza. Su obsesión por la seguridad había crecido tanto que le cegaba ante el daño que su control causaba a quienes intentaba proteger, especialmente a Feyre.

Mi mente no podía dejar de pensar en ella. Siento una urgencia casi desesperada por regresar a la mansión, por sacarla a cazar o simplemente caminar en silencio. Quiero hacer cualquier cosa que la ayude a escapar de la creciente oscuridad que la envuelve desde lo ocurrido bajo la montaña. Feyre se está desmoronando, muriendo lentamente en un infierno que solo ella parece percibir. Me siento impotente, sin saber cómo romper las cadenas invisibles que la ataban a su dolor.

Aún me atormenta el recuerdo de su boda. Se veía tan infeliz, tan perdida. Intenté decirle que no tenía que hacerlo, que podía postergar todo, pero ella siguió adelante, como si caminar hacia su propia destrucción fuera una obligación. Entonces, justo cuando no pudo dar otro paso, Rhysand apareció envuelto en sombras y se la llevó por primera vez desde que hicieron su trato. La rescató de algo que ella realmente no deseaba, llevándosela en medio de la ceremonia, liberándola de aquello que la estaba sofocando.

Cada vez que regresa de la Corte Noche, hay una chispa en sus ojos, un vestigio de la Feyre que solía ser. Pero esa chispa se apaga rápidamente en cuanto vuelve a la opresiva seguridad de la mansión. Las pesadillas la atormentan, las noches la devoran mientras ella vomita su dolor.

Feyre es mi amiga, mi única amiga, la única persona en este mundo traicionero a la que le tengo verdadera lealtad. Todo lo demás que había considerado mío ya no existía, dejándome sola. No tengo un hogar, ni siquiera un lugar al que pueda llamar mío, pero tengo a Feyre, y haría cualquier cosa por ella.

La mansión aparece a la distancia, pero algo en la quietud que la rodea me pone en alerta. Acelero el paso, mis sentidos se agudizan, y cuando llego a la puerta, lo sé: algo terrible ha sucedido. Los guardias están tirados por el suelo, inconscientes o peor. Mi corazón late con fuerza cuando entro, buscando a Alis, la única persona que puede decirme qué ha pasado.

—¿Qué sucedió, Alis?

—El señor de la mansión y Lucien tuvieron que ir a la frontera oeste, así que Tamlin creó un escudo alrededor de la casa para que Feyre no pudiera salir. La desesperación la consumió, y se envolvió en un capullo de oscuridad. Sucedió hace muchas horas —dijo con preocupación en su voz.

La sangre empezó a hervir en mis venas. La había encerrado. ¿Cómo se atrevía? ¿Quién se creía para decidir por ella, para privarla de su libertad bajo el pretexto de protegerla? Quería destrozarlo, hacerlo pagar por lo que le había hecho a mi amiga. La furia retumba en mi interior, pero la mantengo bajo control, como he aprendido a hacerlo. Me he negado a usar mis poderes, y no lo haré, ni siquiera ahora.

—¿Y Feyre? ¿Dónde está? —pregunté, mi voz fría como el hielo que empezaba a formar dentro de mí.

—La tercera al mando de la Corte Noche se la llevó.

Mi mente comenzó a trabajar a toda velocidad. Necesitaba ver a Feyre, asegurarme de que estaba bien. Pero antes de que pudiera planear mi siguiente movimiento, la puerta principal se abrió, y Tamlin y Lucien entraron. Pude ver el momento exacto en que se dieron cuenta de que algo no estaba bien.

No pienso, solo actúo. Mi puño impacta contra la mandíbula de Tamlin con toda la fuerza que puedo reunir. Siento el crujido de hueso contra hueso, y una satisfacción oscura se agita en mí.

Una corte de sombras y poder | ACOTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora