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⚠️ Importante, por favor informarse antes de leer! ⚠️

🔅 Puede haber descripciones de violencia, y se menciona mucho el tema de muerte.

🔅 El protagonista de esta historia es TRANSGÉNERO, así que habrá momentos en los que puede que aparezca con un nombre diferente y pronombres femeninos. También habrá menciones sobre embarazo y parto traumatizante (no en detalle, pero les dejo la advertencia).

🔅 Tanto la pareja principal como otras mencionadas son en su mayoría BL.

Espero que tengan una buena lectura <3

🌺🌸🌼

Las pinturas que representan a Russariel Narwafinda junto a sus seis hermanos dan en el clavo. Desde las profundas cicatrices que deformaban todo el lado izquierdo de su rostro hasta la maltrecha armadura forrada de pieles. Su cabello es el único detalle que no encaja a la perfección, pero entonces se le ocurre a Maitimo que Elrond sólo la conoció con una cabellera maltratada y salvaje que caía alrededor de su rostro en desorden. Aunque la mayor parte de la Primera Edad no lo había llevado más largo de un centímetro, después de Sirion no tuvo tiempo ni energía para afeitárselo.

Apartando la vista de sus hermanos, siguió caminando por la sala y se detuvo frente a un espejo brillantemente pulido. Su rostro, siempre hermoso e intacto por la guerra y el dolor, guardaba un gran parecido con el de su padre y su madre, pero con un toque diferente que no recordaba de su primera vida, ni siquiera en Valinor. Cuidadosamente trenzado y decorado con cuentas blancas, su pelo rojo como el fuego le caía por la espalda en suaves ondas. Su cuerpo tampoco había cambiado mucho: era de la misma estatura, pensó, y tal vez un poco más corpulento que antes... Los Valar habían dicho que ése era el cuerpo que su fëa reflejaba en los Salones de Mandos, y aunque no era vanidoso ni arrogante, a veces no podía dejar de mirarlo. Casi parecía demasiado bueno para ser verdad.

Mucho de lo que había sucedido parecía demasiado bueno para ser verdad.

Los Valar habían sido... amables con él, dándole esta oportunidad de enmendar sus errores sin más castigo. Podría ver a su hijo, podría encontrar a su hermano, y luego volver y vivir en paz con su marido y su familia. No tenía mucho sentido, en realidad, pero no estaba dispuesto a luchar contra ello a no ser que cambiaran de opinión.

"Atya"

La última vez que había visto a los gemelos, no eran tan altos como para llegarle al pecho. Ahora, Elrond era apenas una cabeza más bajo que él y se portaba con la elegancia y la gracia de un rey. Las sencillas trenzas que le apartaban el cabello de la cara recordaban el desorden que Maitimo intentó hacer con una sola mano hace tantos años, pues incluso después de dos eras seguía llevando el mismo peinado que le había dado su atya. Una vez Russariel había llevado un estilo similar, pero desde los Salones de Mandos se acostumbró a las cuentas y cintas que Finno hacía aparecer de algún modo entre su cabello pelirrojo.

—¿Qué te preocupa, yonya?— preguntó, reconociendo de inmediato el suave ceño fruncido.

—Muchas cosas, atya.— suspiró Elrond y Maitimo le frotó la espalda, guiándolo suavemente fuera de la sala para dar un paseo —Pero hablar del Anillo Único tendrá que esperar al menos por un momento. Dijiste... que los Valar te han enviado.

Había un suave temblor en su voz. Temía, entonces, que se tratara de una prueba imposible y que su atya le fuera arrebatado una vez más.

—No fue tan sencillo.— Maitimo suspiró y miró hacia los árboles —Cuando sané y estuve listo para volver a encarnar, coincidió perfectamente con el hallazgo del anillo. Su intención no era enviarme a mí específicamente, sino a cualquiera que se hubiera enfrentado a Morgoth. Mi tío y mis primos ya habían abandonado los Salones, lo que nos dejaba a mí, a mis hermanos y a Finno... pero él simplemente estaba esperando a que yo estuviera listo y no tenía deseos de regresar.

Gracias a los Valar que soy AteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora