Prólogo

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☄️🌏˘⁠*.⁠。PRÓLOGO| LOS METKAYINA










La esperanza es lo único que quedaba al final del camino, quizá por eso uno llega aferrarse tanto a ella. Era su última fortaleza, Neteyam solo podía aferrarse a la idea de que todo estaría mejor, si no lo hiciera no podría enfrentar el papel que le tocó tener. Ser el hermano mayor y el guerrero que debe ser.
Antes de que su padre le de una mirada cuestionando algo, él tiene todo listo. Tiene sus propias cosas equipadas y guardas, también ayudó a sus hermanas con algunas cosas, todo está listo cuando finalmente llega la despedida.

La despedida suele ser dolorosa por algo, ¿No? Neteyam desea que esté no sea un adiós eterno a su pueblo y a su abuela, desea poder volver a su hogar una vez más cuando por fin sepa que todo esta en calma.
Entonces, cuando ya no hay más despedidas, alza el vuelo donde miró por última vez los bosques que lo vieron crecer.
Sin duda la esperanza siempre será su mayor enemiga, después de todo se pega a ella incluso cuando sabe que nadie puede verla ni que nadie puede tener la certeza de que las cosas salgan como se espera que lo hagan.
El viaje es lo suficiente largo para hacerlo pensar en muchas cosas, pero nunca tan largo como para agobiarse demasiado.

Cuando tenía ocho años, visitó el árbol de los espíritus, y allí Eywa lo nombró alfa.
No supo si fue en ese momento cuando su padre comenzó a consumirlo como una sombra insistente, cuando el peso del mundo se puso sobre sus hombros de tal modo, que no tuvo alternativa de oponerse a eso, no tenía sentido después de todo. Estaba haciendo las cosas que se suponía el mundo esperaba de él. Porque su padre ya no le hablaba en tonos menores, se había convertido en una voz dura que le exigía resultados y que por sobre todo le tenía expectativas altas.

—Eres un guerrero Neteyam, eres un alfa no puedes pasarte el día jugando.

Aquella vez esas palabras quemaron un poco en su interior, pero les encontró sentido. Si hacia el tonto, entonces quién estaría pendiente de que las Personas del Cielo no le hicieran daño a los suyos.
Un alfa Na'vi era territorial, protegía a su familia, tenía ciertos días en el mes que lo alejaban del resto del Clan para pasar un proceso que llamaban apareamiento, que estaría completado una vez que eligiera una pareja —y esa pareja le eligiera por igual—, podían tener un aroma mucho más característico y para formar un vínculo de unión con pareja, no solo se unían en sus almas también por una mordida.

Pero al menos era mucho menos competitivos e irracionales que los alfas humanos.
Y Neteyam era por sobre todo, demasiado tranquilo, gentil y amigable. Un omaticaya que conocía la paz en su mente para proyectarla en su cuerpo.

—Ahora necesito que mantengan la calma. —dijo Jake, sacando a su hijo de sus pensamientos. — Ellos deben ver que tenemos intenciones buenas.

Jake comenzó a caminar primero, al frente de su manada, con los brazos extendidos a cada lado en muestra de paz y que no llevaba armas con él. Neteyam imitó lo que su padre hacia, caminando con precaución.

La esperanza que el joven había estando teniendo, pareció disminuir cuando la Tsahik del Clan Metkayina se mostró desafiante, viendo en ellos una amenaza posible para su pueblo. Mirando con total desconfianza a Kiri y Lo'ak. Ambos tenían cinco dedos en sus manos, y eran betas —una tercera condición puramente humana—.
Pronto su padre comenzó a mostrarles su propia mano, y su madre les recordó que habían pedido Uturu.

Su mente se desconecto de la disputa que enfrentaban sus padres con los líderes del clan cuando miró como su hermano miraba con ojos brillantes a una metkayina, una sonrisa divertida se poso en su rostro y pronto se borró al sentir una mirada intensa sobre él. Se giró para mirar al frente, donde un chico metkayina lo miraba a él y a su hermano de una manera algo peligrosa.
Ignoró aquella mirada inquisidora para darle un gesto amigable «te veo», Lo'ak también le imitó.
Sus ojos siguieron mirando al muchacho sin apartar la vista de él y aquello fue correspondido con la misma curiosidad.

Era un omega. Neteyam dejó de mirarlo apenas el aroma llegó a él, se sintió terriblemente avergonzado esperando que el olo'eyktan del clan no notará lo imprudente que había sido con unos de los omegas de su clan. Un omega Na'vi
era luchador, tenía conocimiento en la curación tanto como la guerra, también tenía días en el mes que lo alejaban del Clan para pasar el proceso de apareamiento y después, tendría una pareja que le acompañaría y con la cual formaría una familia. Tenía un aroma particular que lo separaba del de un alfa.

Se decía que eran amables, concentrados y de mentes calmadas.

Ao'nung estaba lejos de ser como eso, estaba lejos de ser como su hermana y podría decirse que se parecía a su madre, pero lo cierto es que era impulsivo y tenia en su corazón una necesidad por destacar o ser algo más que solo un cazador audaz.

Lo cierto es que no tenía la menor idea de qué quería probar con certeza. Tal vez no quería casarse con nadie, tal vez quería anular cualquier posible compromiso o lo que fuera. Por eso hacia todo complicado.

Y cuando los raros hijos de sangre de demonio llegaron al arrecife, miró con cautela cómo eran. Lo lejos que estaban de casa, muy lejos del bosque. Y su atención total se la llevó el más grande de los jóvenes. El que tenía aroma a alfa. Un destello de burla se asomó en él cuando vió lo delgadas que eran sus colas.

—Con eso no podrán nadar. —susurró con burla.

Pero las cosas no sale cómo él espera que lo hagan. Cuando vuelve a su sitio al lado de sus padres y junto a su hermana, después de reír y recibir una mirada de reproche de Tsireya. Su padre anuncia la peor cosa que podría ocurrirle.

—Siendo ahora como son, son inútiles no tienen nada por ofrecer, pero mis hijos le enseñarán cómo vivir aquí y a adaptarse.

Ao'nung se queja sin importarle que los nuevos le estén viendo. Se queja mientras Tsireya sonríe amable.

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