El aire encima de la moto era diferente. Hasta las vistas. Verlo todo a cámara rápida, sentir el viento rodeándome en pleno verano me gustaba. Estaba disfrutando el momento.
Hizo una curva en la cual me agarré más fuerte de los lados de la moto ya que del mismo asiento a los lados me podía agarrar. Decidí no agarrarme a sus hombros y menos aún a su abdomen como he visto que suelen hacer porque no me siento tan cómoda con la situación.
En cierto momento, cuando estaba contemplando el sol, el cual se escondía en el mar dejando así a sus lados un color rosa mezclándose así con el azul en la parte de arriba y el naranja rojizo en la parte de abajo de una manera indescriptible; me llegó el olor de su colonia. Olor a verano, a frescura, a mar, a sol, a naranja y a melón. Con toques de helado de chocolate. ¿Eso es posible? Supongo que sí. Raro. Muchas cosas mezcladas, pero a eso olía.
¿A qué olería yo? ¿Olería a algo?Sin darme cuenta estábamos llegando a un lugar porque él hacía fuerza con las manos para ir poco a poco más despacio. Lo hacía de manera delicada como si no quisiera frenar de golpe o quizá como si directamente se estuviera planteando si frenar o no. Miré alrededor, estábamos metidos en un caminito de tierra aen el cual a los lados abundaba hierba, árboles altos y matojos con pequeñas flores. Cuando paró, a nuestra izquierda se encontraba una estructura, pareciendo desde fuera solo pared, y la cual daba la vuelta a un descampado enorme haciendo así forma de cuadrado. ¿Qué sería este lugar?
Nos bajamos de la moto y avanzó sin mí, pensativo, y sin casco. Parecía demolido. Un dato curioso es que siempre dicen que las personas que más rotas están, son a las que menos se les nota, y yo ahora mismo creo que eso es una gran chorrada. Cuando una persona está demolida se ve, se siente y se nota de todas las maneras posibles, y la primera es por su mirada. No solo por si está llorando o no, eso es lo de menos, es por el vacío y la pena que su mirada carga cuando levanta la vista, como él acaba de hacer hacia mí. Su cabellera dorada es tan firme como sus hombros. El pelo por detrás lo tiene un poco más corto y el de delante se lo acomoda con una mano, para que la parte de delante se le despeje de los ojos. Me señala con la mano por dónde es la entrada pero no me espera, él va primero haciendo así que me pregunte si realmente le importa que le siga o que me quede aquí o incluso que de repente desaparezca de la nada.Cuando llego a la entrada miro un panel que está colgado en la parte interior de la pared y el cual tiene flores alrededor. En él dice "Cementerio para mascotas", y a mí se me ponen los pelos de punta. Al mirar hacia el interior del cementerio, básicamente parece un cementerio normal lleno de flores y poca luz, solo que al pasar al lado de las pequeñas lápidas, las fotos y los nombres son de mascotas. La mayoría que veo son de perros y gatos. Hay algún periquito, hamster, cobaya, tortugas, peces, pájaros, etc.
Siento demasiada pena al estar aquí y creo que es demasiado íntimo como para estar con un completo desconocido que encima está mal porque ha perdido a su mascota... No tiene que ser nada fácil si se le ve tan destruido. ¿A quién habrá perdido? ¿Hace cuánto? ¿Cómo? ¿Qué hago aquí? Seguirle. Aunque lo había perdido de vista, así que mejor dicho, encontrarle.
-Qué bien, de aventuras en un cementerio de mascotas. Increíble.- No obtuve respuesta por su parte, ya estaba anocheciendo y no me daba ningún buen rollo estar por la noche en un cementerio de almas puras, perdida, buscando a...él. Ni sabía su nombre por el amor de dios. ¿Y si acabo de tomar una de las peores decisiones de mi vida?
-Aquí.- Escuché casi en un susurro. No estaba lejos, había hecho esquina y estaba debajo de un gran árbol con hojas pequeñas. Fui lentamente porque sentía que con cada paso incordiaba o sobraba o las dos. Él estaba en frente de una de las lápidas. Había una foto, un nombre y una fecha. Simba, un labrador blanco. Fecha: 05-02-2021. Hace tres meses. Él se arrodilló. Yo me quedé quieta.
Mirando la lápida me di cuenta de que había una frase. "Gracias a ti sé lo que es el amor puro y el mal aliento. Te quiero". Solo con leer esa frase me imaginé cuántos años llevarían juntos y cuánto amor había habido. Estaba llorando, miré disimuladamente hacia abajo. Él también. Me arrodillé a su lado y nos quedamos ahí quietos un buen rato. No hicimos contacto visual ni contacto físico. Cuando se levantó yo también lo hice y nos montamos en la moto otra vez. En silencio.