Capítulo 3 (La Cenicienta perdida)

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Después de que Rentaro dejara a Asura solo en la casa, empezó a perseguir a Astrid, corrió por dos minutos para alcanzarla y no la había logrado alcanzar. Hasta que...

- Rentaro. (Persiguiéndola) ¡Espera, detente!, ¡estás olvidando tu bata!

- Astrid. (Se detiene, se dirige a el caminando, sin mirarlo) Dame eso

- Rentaro. (Agotado, sin mirarla) Dios mío, que rápido corres

- Astrid. (Lo ignora, se va caminando)

- Rentaro. (La detiene de la mano, la mira) Espera, ¿por qué te vas de ese modo?, ¿te molestó lo que dije?, si es así te pido perdón

- Astrid. (Quita su mano, sin mirarlo) No seas tonto, no me voy por la pregunta que hiciste, me voy porque ya me pagaste y como dije: ya no tengo nada que hacer aquí

- Rentaro. (Mirada culpable) Es cierto, pero tu reacción en la cena demostró lo contrario

- Astrid. (Le da la espalda) Eso ya no importa, este es el fin (Empieza a caminar) Hasta nunca

Cuando Astrid dijo eso, Rentaro pensó nuevamente si estaba bien dejar todo tal como está, que ella vaya por su camino y el por el suyo, pero luego recordó lo que dijo en el río

Recuerdo de Rentaro

- Rentaro. (Suspira, voz decidida y seria) Es porque no me gustaría ver a una niña de mi edad sola por ahí cuando tengo la oportunidad de ayudar, no me quedaré con los brazos cruzados

Realidad

- Rentaro. (La mira, gritando) ¡Detenteee!

- Astrid. (Se detiene por el grito, lo mira de reojo)

- Rentaro. (La mira, acercándose a ella) ¡Dijiste que ya no te importaba, pero a mí sí me importa y como dije antes...! (Delante de ella, respira profundo y grita cerrando los ojos) ¡No me gustaría verte sola en la calle!, así que... si es posible (Grita de nuevo) ¡Quiero que vivas en mí casa!

Cuando Astrid escuchó eso, se quedó atónita por lo que dijo. Y por eso respondió

- Astrid. (Mirándolo de reojo, mirada sarcástica) ¿Y tenías que gritarme para decir todo eso?

- Rentaro. (Mente, se da cuenta) ¡Diablos!, se me pasó la mano al decirle todo y terminé gritándole (Realidad, pose de disculpa) ¡Perdóname por haberte gritado!

- Astrid. (Suspira, lo mira) A ver si entendí, ¿quieres que vaya a vivir a tu casa?

- Rentaro. (Levanta la cabeza, la mira) Si, eso es lo que quiero

- Astrid. (Mente, lo mira de forma extraña) Creo que se le cayó un tornillo, ni siquiera me conoce y ¿quiere que vaya a vivir a su casa?, si lo rechazo, seguramente volverá a insistir (Realidad, se da cuenta de algo) ¿Qué intentas?

- Rentaro. (Mirada confundida) ¿Qué?

- Astrid. (Mirada pensante) No creo que sea tu única excusa para invitarme a vivir a tu casa, de lo contrario, estarías invitando a todo el mundo a vivir ahí, así que... ¿hay algo más que me quieras decir?

Esas palabras descubrieron una intención más en la mente de Rentaro, por lo que él no tuvo de otra más que decírselo

- Rentaro. (Sin mirarla) La verdad es que... no sé si lo recuerdas pero la primera vez que nos vimos fue en el accidente del mercado y la segunda vez fue en el río, te reconocí por la ropa que tenías puesta, me acerque a ti para comprobar si eras tú y cuando te vi, me miraste con una cara desconsolada, en ese instante, me sentí como si me viera a mi mismo antes de encontrarme con... (Se detuvo ligeramente y continuó) el enmascarado que conociste en la casa, la verdad de mi... es que yo no tengo nada que ver con ese hombre enmascarado, lo conocí después del accidente que tuve contigo, el me salvó del látigo del mercader, me llevó a su casa, pude darme un baño, me ofreció comida e incluso... me dio el nombre que ahora tengo, pero... antes de todo eso... yo era un huérfano solitario, sin padres ni amigos, solo me discriminaban por tener el aspecto de un demonio, lo único que me quedaba era sobrevivir de cualquier modo... es por eso que al mirarte así... me recordaste a mi y es por esa razón que no podía dejarte sola aún cuando tengo la oportunidad de ayudarte

Los Siete Serafines 1 (En busca de una Esperanza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora