Episodio 41

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Los pies de Neteyam crujían sobre la arena, mientras veía a los aldeanos del pueblo reunidos afuera de la casa de Rotxo. El se preguntaba si Aonung realmente estaba aquí debido a que aún no lo había visto. Miró más allá del mar, las olas se movían lentamente, como si supiera el mar lo que pasa en el clan. Deseaba estar con Aonung, pero no lo encontraba. Las manos de Neteyam se acurrucaron en puños mientras respiraba, miró hacia sus manos, volviendo a estirarlas. La imagen de sangre de Rotxo apareció de nuevo en su visión. Cerró los ojos y continuó caminando por la orilla, buscando a Aonung.

Siguiendo su camino vio hacia a los lejos al heredero balanceando una larga lanza, antes de lanzarla al mar gritando de frustración. Aonung levantó otra lanza, apuñalandola en la arena de nuevo, para lanzarla. Bueno era claro que Aonung no estaba bien. Neteyam siguió caminando acercándose hacia él.

—Aonung— Él llamó.

Aonung se dio la vuelta, apuñalando su larga lanza en la arena una vez más. Él exhaló un huff enojado. En sus ojos se podía observar odio, Ira y resentimiento. Neteyam dio un paso adelante antes de ver al heredero entrecerrar los ojos.

—Tsireya te dijo que yo estaba aquí, ¿No?—

Neteyam asintió: —Sí lo hizo. Solo porque yo le pregunté. —

Aonung silizó de frustración, mostrando sus colmillos. Él se levantó de nuevo y lanzó la lanza. Neteyam ni siquiera lo pensó y se acercó al heredero, poniendo la mano en su antebrazo. Acariciándolo un poco para tratar de calmarlo. La expresión enojada de Aonung se suavizó apenas por eso.

Sin embargo eso no le estaba haciendo ningún bien a Aonung. Él miró a los ojos de Aonung.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?—

El heredero se detuvo un momento, antes de bajar sus ojos un momento y regresar a mirar a Neteyam. Se mordió los labios antes de hablar.

—Solo he estado aquí un rato—

—Sé que estás enfadado, Aonung. —Aonung gruñó, —Lo estoy—

—Pero deberías estar en la cama descansando. No quiero que estés aquí en el frío—

Aonung agarró el brazo de Neteyam apretándolo: —¡No me importa tener frío o enfermarme, quiero matar a esas personas que asesinaron a Awata y Rotxo!—

Él se alejó de Neteyam, soltándolo, jadeó mientras caminaba al lado de él. Neteyam no sabía qué hacer, se veía impotente al tratar de calmar a Aonung. Agitó la cabeza mientras caminaba de nuevo, agarrando las dos manos de Aonung. Aonung lo miraba molesto, sosteniendo la lanza fuerte, ignorando el agarre fuerte de Neteyam.

—¿Quieres justicia para Rotxo? ¿Para Awata? ¡Entonces debes cuidarte primero para hacer eso!—

—¡Déjame ir! Por Favor, Neteyam. No quiero lastimarte—La voz de Aonung se rompió al decir eso.

Neteyam suspiro mientras tiraba un poco su cabeza hacia atrás. Aonung estaba inquieto por el agarre fuerte que estaba en sus manos, haciendo que Neteyam las sujetara aún más fuerte. El se estaba esforzando tanto por contener su amor. Aunque sabía que sería inútil. Los ojos de Aonung le suplicaban que lo dejarán ir. Así con temor lo dejó ir. Porque sabía que Anonug necesitaba eso.

El lo soltó y Aonung se alejó de Neteyam una vez más. Agarrando su lanza aún más fuerte mientras la apuñalaba en la arena. Apretando su mandíbula, mientras tanto sus ojos estaban abiertos de hostilidad. Mostró sus colmillos e incluso se metió la lengua para gruñir por la ira que estaba sintiendo.

—Esas personas necesitan morir— Aonung arrastró su lanza a lo largo de la arena, —Le abrieron la boca a mi hermano como si fuera un monstruo—

Aonung apuñaló la lanza en la arena.

Incondicionalmente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora