Un teléfono interrumpía por sobre la música transmitida de la radio de una humilde casa, sonando una especie de tono de llamada con instrumentos que formaban una bella canción. Acto seguido, una mujer que gruñía por la mucha obstrucción de sonido que mezclaban ambos aparatos y le hacían perder la cabeza.
Un jóven de veinte años rápidamente corrió hacia el teléfono de su madre como un niño pequeño, antes que la misma fuera por el y ver de quién se trataba la interrupción al aseo de su hogar.
— Hijo, alcanzame el teléfono, por favor.
Pidió la madre. Al percatarse que su hijo ya tenía el aparato en sus manos y contestó él sin más.
— ¡ABUELAAA! ¡MAMÁ, ES LA ABUELAAA!
Alegró el chico con una enorme y hermosa sonrisa en su rostro que dejaba asomar sus blancos dientes despejadas de los abultados labios rosado carmesí que este joven tenía. Al reconocer la suave voz de su querida abuela.
La madre negó divertida y le dió menor importancia a que el chico atienda el teléfono y continuó haciendo aseo en el living del hogar.
El chico tenía la mejor relación de abuela y nieto desde que tiene memoria. Mantenían el vínculo más hermoso y fuerte desde el momento que él nació y supo que esa hermosa persona de corazón humilde era familiar de él.
— ¡Mi chico! ¿Cómo están allá? Justo quería hablar contigo. — habló. Una voz tan suave y alegre al oír la del nieto al otro lado del teléfono.
El mismo saltó de felicidad y se puso a bailar en su lugar, llamando la atención de una peculiar perrita de pelaje tibio que corrió dónde este se encontraba y giraba alrededor de él, apañando e intentando imitar torpemente su baile.
— ¡LAYLAAA! — se detuvo para acariciar las orejas de su mascota y sentarse junto a ella en el piso, cosa que se arrepintió al instante, levantándose para sentarse en el sofá debido que su madre estaba limpiando en la misma habitación. — Estamos bien. Te extrañé mucho. ¿Estuviste bien?
Bajó él el volumen de la música de su madre en la radio para poder realizar mejor la llamada, recibiendo una mirada matadora de la mujer hacia a él; haciendo sus ojos unas líneas, mirando fijamente hasta su hijo quién permaneció quieto al darse cuenta. Era la canción favorita de la madre, “Summertime Sadness”.
Este regresando una sonrisa tímida a su madre, le subió solo un poquitín más el volumen a la radio y una sonrisa posó en el bello rostro de la mujer. Retomando la limpieza y él con la llamada.
— Me alegra mucho, yo estoy bastante bien. Tu abuelo fue de visita a tus bisabuelos hace unas semanas. Quería preguntarte, si querías venir a casa y quedarte por un tiempo, aprovechando que estás de vacaciones. Solo si quieres.
— ¡QUIERO, QUIERO, QUIERO! — exclamó felíz.
La perrita extrañada lo miró desde el piso, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado y poniéndose a pisar los pies del chico con sus patas delanteras. Por algún motivo, esta suponía que su dueño la dejaría al querer irse de casa. Soltando un bufido para llamar la atención del chico, cosa que este la tenía desde el momento que posó la mirada en él.
Éste abrió sus ojos con asombro y llevando su mano restante sobre su boca antes de acariciar con urgencia las orejas de su perrita. Pensando.
— ¿Puedo llevar a Layla conmigo? No me gustaría dejarla sola aquí. Ella es muy importante para mí.
— Desconfía de mí este niño.
Alzó la voz la madre del chico respondiendo a lo que mencionó, recibiendo inmensas risas del jóven que dedicó otra sonrisa a su madre, pero negando con su cabeza para descartar otro comentario de la madre. La abuela escuchó desde la otra línea, a pesar, de no estar la llamada en altavoz y comenzó a reír con energía.
— Claro que la puedes traer. ¿Quién le molesta esa linda bendición tuya, aparte de a tu madre?
La mujer abrió sus ojos con asombro como el mismo hijo abrió hace unos segundos atrás, heredado por la genética, al comentario de su propia madre y soltó a reír, posando con el palo de escoba en manos estando algo ofendida.
— Quiero a Layla. Lo que molesta es que esté en mi auto. Me lo llena de pelos hasta volverlo una enorme alfombra. — la madre destacaba cada palabra que salía de su boca con su dedo índice.
Layla se acercó hasta la mujer para recostarse sobre los pies de esta que adicionalmente se ponía sobre la tierra que había barrido durante doce minutos, sorprendiendo tanto a la madre como al chico que aguantaba hasta el fin del mundo no echarse a reír frente a ella más aún por la expresión larga en el rostro de su madre y su perrita que esperaba alegremente ser mimada.
— Jake. Te dejaré ir, si dejas limpiecita a Layla y me ayudas a limpiar la casa… o explotaré.
Jake echó a reír con su hermosa risa y acabó despidiéndose de su abuela, antes de ir con la madre llevándose a su perrita que tenía toda su espalda bañada en tierra, restos de polvo y muchos mechones de pelo tibio provenientes de la misma. Le tocaba un buen baño de burbujas.
Puso en marcha el baño de burbujas para su perrita que aguardaba a un lado de él, sin poder suspender la bella sonrisa de oreja a oreja que tenía con solo pensar que volvería a ver a su abuela después de un año entero sin poder verla en persona y su comunicación basara en llamadas y videollamadas en horas de la mañana o noche. Recordar el delicioso sabor de sus icónicos bocadillos, oler la hermosa fragancia de sus flores de su patio trasero que ella misma plantó, sus manualidades hechos de lana rellenas de canicas u en otras ocasiones hechas de madera y nada mejor que sus abrigos de tela fina ultra cómodos. Simplemente perfecto el saber que todos esos hobbies que amaba su abuela los compartía con él y se entretenían juntos.
Y que mejor ahora que estaría su amada Layla en compañía de ellos dos. Dos seres que amaba con su vida junto a él. Nada más que perfecto.
Estaba más que seguro que serían las mejores vacaciones. Nada ni nadie lo llegaría a arruinar.
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WEEK | JAKE
Fanfiction𓍯 Jake debe lidiar una semana con la nueva pesadilla de su vida bajo el mismo techo... O sobrevivir. ¿Podrá Jake contra éstos eventos diarios? 𓍯 Protagonista: Jake de Enhypen. 𓍯 Capítulos breve cortos, pero en cada hay gran desarollo fundamental...