Capítulo 5

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—¿Entonces ya se van a pelar de acá?— La voz robótica de Saúl imponía demasiado, casi exageradamente.

—Sí, ya tenemos las mochilas llenitas de lo que ocupamos—. Responde contento Guillermo, meciéndose por toda la casa, una mueca picara se tallaba en su morenez.

—Pues va, los boletos ya se los di a Andrés, cuídense un buen, quiero que regresen enteros—. Bromeó un poco, pues estaba nervioso por sus amigos.

—No te preocupes, canelito. Está bien que estemos pendejos pero tampoco así de empinados—. Sigue el juego, también está nervioso.

La llamada termina y Guillermo se apresura a su cuarto. Toma una aza de su mochila descuidadamente, escucha una costura tronar pero nada grave aparentemente.

Baja las escaleras como el mismísimo Dios, sus piernas amenazan con tambalear por las ansias.

—'Ama, voy a salir un rato con Andrés—. Informa, no pide permiso, hace tiempo que no es necesario.

—Cuídate, mijo, no llegues tan tarde—. Le responde con amor mientras amasa tortillas, es muy temprano todavía.

El rizado traga en seco, siente el corazón quieto por segundos. Se acerca lo más que puede a la puerta para poder fugarse a la brevedad de esa casa. Su mano tambalea sobre la manilla descarapelada.

—Hablando de... Fíjate que voy a llegar cómo en una semana más o menos. Te quiero, adiós—. No espera repuesta, pues probablemente sea una bola de masa en toda la cara.

Esas palabras escandalizan a su madre, pero cuando voltea el desgraciado ya no estaba ahí.

Suspiró cortado.

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—¿Entonces ya estamos todos, no?— Cuenta las cabezas y parece ser todo correcto con los planes, pero aún parece faltar alguien.

—Falta Gio, dijo que llegaba en 5—. Canturreó Javier con la mirada en su celular.

Guillermo maldice, deben subir las maletas ya. Camina como un perro desesperado, en círculos muy marcados. Lleva su mano al mentón, sobando esa parte, extiende el masaje a la mandíbula y mejillas.

Muy a su pesar, esperaron en una hilera de asientos. Guillermo temblaba su pierna ansioso, deseaba con todo su ser que no se estropeara su plan.

Pasados más de los cinco minutos que se habían acordado, llegó Giovanni, fresco como una lechuga. Pavoneaba una sudadera morada con rayas anaranjadas en las mangas, se le veía una cadena plateada adornando su cuello y unos tenis blancos brillantes.

—¿Qué chingados...?— Sus pensamientos fueron más rápidos que su boca.

—¿A poco no me veo bien galán?— Sacudió su pecho en un intento de presumir sus prendas y cadena.

—Sí, sí, lleva tu pinche maleta allá, se nos va a hacer tarde—. Empujó al moreno hasta una señorita.

Amable y coqueto le entregó sus pertenencias a la mujer. Ella se retira con una sonrisa pacifica, moviendo sus caderas de una manera marcada y seductora.

Giovanni se atonta y Guillermo lo espabila con una colleja.

Compórtate, pinche jarioso. Regaña. Lo toma cómo un cachorro por el cuello, jalándolo hacia los demás.

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El vuelo es detestable, abominante, bochornoso y penoso. 

Cada uno está separado por una persona ajena a ellos. A Giovanni le tocó con una mujer de extremo sobrepeso, incluso se preocupó por las arterias de la mujer. Estaba aplastado contra la ventanilla. 

Andrés era el más incomodo. Él ama los niños, pero el chamaco chiflado que estaba a su lado era completamente el demonio. Lo empujaba, escupía, pateaba, gritaba y lloraba. Le parecía que su cabeza iba a explotar. Incluso le pidió a la azafata unos de esos tapones para los oídos y ni así cesó la molestia. 

Un hombre musculado, de mal aliento y parlanchín fue el compañero de vuelo de Javier. La lista es interminable al respecto de los defectos de cada persona que no eran ellos.

Diego fue el más afortunado, pues a su lado estaba una glamurosa y atractiva mujer. La conversación fue amena y muy educativa para el joven con preparatoria trunca. Le platicaba de filosofía, biología y un poco de geometría. Era una de las mujeres más interesantes que nunca conoció. De igual manera Diego le cuenta sobre sus vivencias. 

—Síí, a un amigo una vez le reventaron una botella en la cabeza y no se murió—. Se divierte recordando la anécdota—. Wacha, wacha, es ese wey que tiene el cabello chino y largo—. Apunta indiscretamente a Guillermo. 

—¿Sabías que la palabra "wacha" viene de la palabra "watch" en inglés?— Interrumpe la neurodivergencia de la mujer, cosa que le divierte a Diego. 

—¿Qué es watch?— Resagó el tema. Su pronunciación es bochornosa.

—Significa "mirar" en inglés—. Contesta picarona, con una sonrisa de media luna hipnotizante. 










XDÓN, NO ACTUALIZABA ESTO. juro que mi tda(¿h?) me impide escribir estas historias, pero estoy trabajando en dos tras bambalinas y me están encantando (sólo una la otra se me está haciendo muy espesa)

De huevos | Guillermo Ochoa x Lionel Messi (Universo Alternativo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora