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Yeji ya ni sabía por qué había aceptado aquello.
No creía que terminaría ella siendo la que estaba atada de manos con las estúpidas esposas con tela esponjosa que le había regalado a Chaeryeong, desnuda en la cama, temblando ligeramente mientras la menor seguía vestida más cómoda, con unas bragas y una remera holgada.
Al principio le había dado gracia, y lo había aceptado pensando que era una broma, o que las cosas acabarían distintas.
No se imaginó que Chaeryeong hablaba totalmente en serio cuando dijo que, de regalo de cumpleaños, quería ser la activa.
"¿Por qué una pasiva querría ser la activa?", preguntó en cuanto escuchó aquel deseo.
"Porque nadie es del todo pasivo. Y porque toda pasiva sueña con romperle el coño a su activa", respondió, y recordaba el guiño que le había dedicado, con una gran sonrisa.
Vio a Chaeryeong, con su sonrisa casi maliciosa sacar uno tras otro, los juguetes que "usaría en ella", aunque la más alta sabía que probablemente sólo era una fachada.
Lee era igual a ella en ese sentido, creía que los juguetes en cierto modo eran solo adornos, para un buen sexo no necesitabas ninguno, Chaeryeong intentaba intimidarla de alguna manera.
—¿Tan chiquita la tienes que vas a usar un arnes? —preguntó la azabache, con una sonrisa burlona.
—Sabes que no tenga verga, Yeji —respondió, con tranquilidad.
—Solo por si acaso, me la tienes que meter en la vagina —se burló la mayor, ganándose una mirada algo molesta por parte de Chaeryeong.
La chica había entendido perfectamente la ofensa acerca de que no sabía hacer de activa, al punto que no tenía idea de dónde meter un dildo.
