5

351 13 0
                                    

 Me senté debajo de un árbol y saqué mis audífonos para escuchar música, cerré los ojos ligeramente para tomar una pequeña siesta, pues mis ojos se cerraban solos por el cansancio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 Me senté debajo de un árbol y saqué mis audífonos para escuchar música, cerré los ojos ligeramente para tomar una pequeña siesta, pues mis ojos se cerraban solos por el cansancio.–

De repente sentí calor a lado de mi, una loción que a decir verdad era demasiado agradable.

– Hey, bella durmiente.– susurro a mí oído una voz gruesa.– Abrí los ojos para encontrarme con un chico rubio, el cual nunca había visto antes.

– Dios.– pronuncie mientras me levantaba y volteaba para otro lado, cubriendo mi rostro rojo de la vergüenza. Dándole la espalda al chico.

Estaba avergonzada, me había quedado dormida, ya era hora de salida. Claro, sueño atrasado.–

– Tranquila, también me sucede cuando tuve buena fiesta.–El buscaba mi cara y yo trataba de relajarme, pues que alguien te vea en una situación como esa, claro que no era cómodo.–

– Si, verdad.– hice una mueca y evite su mirada.–

– Hey, tranquila, en serio.– dijo en tono relajado.– Tu secreto está contenido, nadie sabrá que no entras a las clases por venir a reponer una noche loca.–

– ¿Qué?.– Una voz masculina se hizo presente en nuestro ambiente.– ¿Es en serio, Gabriela?.–

 voltee a verlo y su mandíbula estaba tensa, mientras miraba a el rubio con enojo.–

– No... Gabe, yo.– abrí los ojos, tratando de buscar alguna excusa, pero era inútil.–

– Cállate y vámonos.–

– Hey amigo, cálmate.– puso sus palmas hacia arriba.–

– Tú cállate, no te metas.– Ambos se acercaron quedando cara a cara.–

– Gabriel, ya.– Lo jale del brazo separándolo del otro chico.–

– No, ¿Quién es y por qué se mete en TUS asuntos?.– pregunto recalcando "tus", mientras se cruzaba de brazos.–

 – Soy Zack, un gusto. El chico que cuido a tu novia, porque seguramente la dejaste llorando toda la noche y tuvo que reponer el sueño.– Respondió burlonamente, mientras extendía su mano en forma de saludo.

Gabe no solamente la rechazo, sino que me jalo del brazo y comenzamos a caminar, dejándolo completamente solo.–

– Lo siento.– susurré, mientras volteaba a verlo.–

– Un gusto también, Salazar.– grito a nuestras espaldas y Gabe solo acelero el paso.–

 Abrió la puerta de su auto y me metió en el, con delicadeza, aún estando molesto trataba de no lastimarme.–

Abrochó mi cinturón y se acomodo en su asiento.–

– ¿Por qué has estado faltando a clases?.– pregunto viendo al volante.–

𝑼𝒏 𝒅í𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓𝒆 𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒕𝒆|| 𝙂𝘼𝘽𝙀𝙉𝙊𝙏𝘽𝘼𝘽𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora