Capítulo 7: El corazón de esmeralda

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Brock

Realmente mi vida va de locura en locura desde que estas mujeres llegaron. No solo tengo que acomodarme a sus pedidos de bañarse, lavar la ropa, buscar unas extrañas hierbas para la criada haga, no sé que, saltar a defenderlas en vez de atacar a los ladrones que nos emboscaron, sino que además, una cree que soy el marido de la otra. ¿Yo? ¿Con esa mujer difícil e insoportable?

No podía dejar de pensar en que alguien podría entrar al cuarto de ellas, eran par de mujeres durmiendo solas en una posada llena de soldados. Así que me dispuse a dormir, me recosté en la puerta, cuchillo en mano, preparado para cualquier cosa. Pero, lo que menos pensé es que iba a ser levantada tan estrepitosamente por ella, quien abrió la puerta casi antes del amanecer

Me la encuentro, ni más ni menos, a ella con cara de furia, reclamando no sé qué. Cuando yo no me podía ni concentrar... su camisón le llegaba un poco abajo de las rodillas y podía ver más de su piel de lo que nunca había visto, sus pequeños pies, sus tobillos, sus pantorrillas torneadas y su piel dorada.

Su camisón se transparentaba, podía ver la silueta de sus piernas, sus amplias caderas y aunque se abrazaba con una manta que no hacía muy bien su trabajo, podía ver la silueta de su pecho voluptuoso... por la diosa. El camisón se le resbalaba del hombro, de una manera deliciosa, su abundante cabello caía en suaves ondas por su pecho y hombros.

Marchelina era mucho más hermosa de lo que estaba dispuesto a admitir, y este era el momento cumbre de su atractivo. ¿Por qué me pasan estas cosas? Tampoco puedo decir que se ha comportado como una mujer consciente de su belleza, de sus curvas, de su poderoso atractivo.

Ella parecía ser consciente de mi mirada, pero la realidad es que no quería verla, no quería apreciar esos delicados detalles de su piel, sus formas redondeadas, por nada del mundo. Y aquí estaba yo, casi arrodillado, con la boca abierta viéndola.

Paso en segundos del Brock aturdido, al Brock gruñón de nuevo. La sigo escuchando reclamarme y solo pienso en darme la vuelta y cerrar la puerta.

—¿El señor entiende lo que digo?— me dice refunfuñando y se ve acalorada por la discusión. Yo estoy acalorado, pero por lo que su visión me provoca, su hombro aún reluce y su cabello se ve salvaje, su pecho se mueve con ella...

—Lo que entiendo es que es una completa locura que la señorita siquiera considerara salir así en medio de la posada. Debe agradecer que la encontré yo antes de que cometiera una estupidez— por su cara de sorpresa me doy cuenta de que ella realmente no lo pensó bien. Yo la miro directamente y de forma tan intensa que casi se podría creer que quito con mis ojos toda la ropa que tiene. Por un segundo ella parece darse cuenta de que pareciera estar completamente desnuda, un pensamiento que no quiero que pase por mi mente.

Ella, casi temblando se devuelve a la cama, dándome un vistazo de su parte posterior también voluptuosa ¡Por la diosa! Yo siento una calidez en mi cara e intentó mirar a otra parte. Esta mujer realmente me quiere matar, siento mis pantalones de repente apretados ... casi puedo ver sus formas bajo la ropa.

Ella vuelve con una manta más grande encima, gracias a todo lo que es sagrado. Solo de pensar que otro hombre pueda haber estado en mi lugar hace que suene un bramido dentro de mi pecho. Su cara es sonrosada y hace un tremendo esfuerzo por verme a la cara, es obvio que está profundamente avergonzada. Se ve además tan inocente. Me recorre un escalofrío por todo el cuerpo.

—Lo que estaba diciendo es que... no sabía que Dashi era una esclava. No quiero que sea una esclava— dice y de repente se para muy derecha, intentando sonar confiada. Agradezco que ahora tenga la manta encima, porque se ve aún más hermosa intentando ser decidida. Aunque yo aún pienso en su piel, sus curvas, su cuerpo...

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2023 ⏰

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