Capítulo 2: Nos colamos en una fiesta de ricos.

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–¡Yoko Tanaka!.- grité entrando a la habitación de mi mejor amiga y despertándola.–

Detrás de ese nido de pájaros. No esperen, su cabello es pelinegro así que me corrijo; nido de cuervos al que llama cabello estaban sus ojos café matándome con la mirada.

–¡¿Qué demonios pasó por tu cabeza cuando decidiste entrar y despertarme?!.– empezó a arrojarme todas sus almohadas.–

¡¿Desde cuándo tiene tantas?!.

Ya para, ¡Carajo Yoko!.– dije intentando esquivar sus almohadas.–

–¿Qué demonios quieres Addams?.– siguió arrojándome almohadas y cuando se le acabaron porque Dios es grande y para siempre sea su gloria, optó por arrojarme sus sábanas, su peluche favorito y hasta su colchón.–

–¿Terminaste?.– dije respirando hondo mientras caía al suelo junto a ella.–

–Ya casi.– me lanzó su ropa interior y está quedó atorada en mi cabeza.– ya.–

Se hizo a mi lado y después de respirar hondo preguntó.

–¿A qué se debe tu visita?.–

–Pudiste preguntar eso antes de arrojarme la primera almohada.– la golpeé con lo primero que encontré.–

–¿Qué chiste hubiera tenido?.– ambas nos miramos y empezamos a reír a carcajadas.–

–El desayuno está listo y debes arreglar tu cuarto.– salí corriendo mientras reía a carcajadas por escucharla gritar que me mataría si volvía a hacerla tener un ataque de ira.–

Cuando Yoko y yo llegamos a la pizzería en mi moto, empezamos nuestra jornada de trabajo, yo solo hice dos entregas y le ayudé a mi amiga a servir bebidas.

–Un niño literalmente acaba de lazarme su batido de fresa.– dijo mi amiga con una mueca que me hizo reír.–

Yoko, con una secta satánica y cubierta de rosa. Eso era casi un insulto para ella.

–Agradece que no cayó tanto en tu cabello, Tanaka.- comenté en broma pasando mi dedo por su delantal y saboreando el sabor del chocolate.–

Después una especie de lucecita apareció arriba de mi cabeza como en las caricaturas cuando tienen una idea. Chasquee mis dedos y señalé repetidamente a Yoko mientras sonreía.

–¿El batido tenía drogas?.– preguntó en un susurro asegurándose de que nadie la escuchará.–

–No torpe, Sinclair... .–

–¿Sinclair es un nuevo tipo de droga que probaste sin mi?.– exclamó indignada.–

–¡No! La chica, su nombre es Enid Sinclair.–

Yoko se quedó perpleja y no formuló palabra alguna después de dos minutos.

–Tienes lo diamantes de Enid Sinclair.– musitó horrorizada.–

–¿Porqué estás tan asustada, Yoko?.–pregunté confundida por su reacción.–

–¿Sabes quién procreó a Enid Sinclair?.–

–¿Su padre?.– fruncí el ceño aún sin entender.–

–Su padre es Mark Sinclair, es el segundo hombre más rico del mundo después de Bill Gates. Tiene su imperio en Wall Street cómo todos los grandes empresarios del mundo.– explicó aún con sus ojos abiertos de la impresión.–

–¡Ay joder! Tengo los diamantes de una hija de papi.– dije horrorizada.– seguro ya mandó al FBI a investigarme, no quiero ir a la cárcel, soy muy joven, tengo mucho que cumplir primero.– empecé a hiperventilar pero Yoko de la forma más romántica que encontró me ayudó.–

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