-¿Cómo que viajar?, ¿A dónde has dicho?
Cobb estaba muy alterado, se pasaba las manos por su pelo negro, sin creer lo que acababa de escuchar.
Keral también estaba muy desconcertado, la princesa le había pedido nada menos que viajar más allá de las fronteras del sur, a las grandes tierras salvajes, nadie había llegado hasta allí y habían vuelto para contarlo.
-Ya me habéis oído, partiréis mañana mismo, y sin nada más que decir, buenas noches, caballeros.-Y Heria se retiró.
Y solo cuando el ruido de sus tacones de cristal retumbaba por el pasillo que dirigía a la cámara real, Cobb se aventuró a decir algo.
-¿Pero cómo quiere que crucemos las tierras salvajes?
-No lo sé Cobb, vayamos a dormir, mañana partiremos.
Keral se fundió en las sombras de los pasillos, directo a su habitación, subió las grandes escaleras de caracol hasta llegar a su cuarto. Se quitó la pesada armadura, cubierta de signos en lenguaje arcano, también sacó la espada de la vaina, y contempló como brillaba con la luz que se colaba por la ventana, procedente de la Luna, brillando en el cielo oscuro. Keral se metió en su cama, se tapó con la sabana hecha con pieles de cientos de animales diferentes y se durmió, mañana sería un largo día.
La brisa marina inundó todos sus sentidos, Keral llevaba ya un rato navegando, se dirigían hacia la gran selva, más allá de las fronteras del sur, el sol iluminaba su cara, y las olas hacían que la nave se tambalease.
-¡Tierra a la vista!-grito un marinero, cuando divisó la gran extensión de árboles que le alzaba en el horizonte.
El barco atracó, y Keral y Cobb bajaron a la playa, frente a ellos una inmensa muralla de árboles, el más pequeño debería medir once metros, todos ellos luchaban en una desesperada batalla por alcanzar el sol, que apenas se podía distinguir por encima de esos verdes colosales. Del interior de la selva salían ruidos de pájaros cantando o gorgoteando, pero también se alcanzaba a oír rugidos desde lo más profundo de la jungla, procedentes de algún tipo de criatura monstruosa y salvaje que no dudaría en matarlos si se aventuran en su territorio.
Todo el equipo de Keral y Cobb cogió armas y comida, además de otras cosas, como medicinas, la mayoría de los recursos procedían de la misma corte, pero también los campesinos, fascinados con la expedición, han donado comida y medicinas. Uno por uno se internaron en la espesa selva, los integrantes del grupo eran: Kendal y Cobb, los responsables del grupo, Layra, una ágil elfa procedente de la estirpe de los Yunam, Feygo, un enano bastante malhumorado, pero fuerte y robusto como alguno de esos árboles que tapaban el cielo, y otros soldados de la armada de Lombott. En total sumaban sesenta.
La noche cayó sobre la gran jungla, y el conjunto de caballeros de preparó para dormir, ya habían planificado todo, dos de ellos harían guardia, y los demás dormirán, todos se acostaron menos Feygo y su acompañante que, reflejados por la hoguera encendida delante suyo, montaban guardia, sin embargo, no contaban con una cosa. Un enorme estruendo estremeció a los guardias.
-Truenos.-Dijo Feygo, frunciendo el ceño.-¿Crees que va a llover?-pregunto su acompañante mientras rebuscaba en busca de una prenda con capucha.
Una minúscula gota cayó sobre la puntiaguda nariz de Feygo, seguida de un impresionante espectáculo de lluvia torrencial, truenos y relámpagos espontáneos. El campamento se inundó rápidamente, unos improvisados ríos de barro y agua embistieron las tiendas de campaña, los soldados salieron espantados, haciéndose un lio con las tiendas y envolviéndose con las pieles que formaban a estas, muchos cayeron al barro, y solo unos pocos se mantuvieron en pié, la tormenta empeoró rápidamente.
-¿Qué hacemos?-exclamo Cobb a Keral, que intentaba no hundirse en el barro.
-¡Tenemos que salir de aquí!-grito este, que por fin había conseguido librase del barro.
Intentaron reunir a todos los soldados, pero la triste noticia es que murieron diez de ellos, arroyados por el barro hacia un precipicio no muy lejano, los otros cincuenta intentaban resistirse a los ríos que los empujaban, pero muchos se resbalaban y caían, entorpeciendo el avance de las tropas misioneras.
-¡Así no podemos!-grito Feygo, quitándose las gotas de barro de su frente.
-¡No podemos hacer nada!, ¡Hemos de avanzar!-exclamó Layra.
Después de avanzar unos largos y costosos metros, la tormenta paró repentinamente, dejando que el sol volviera a filtrarse entre las hojas de los altos árboles, el barro dejo de correr, formando charcos viscosos de un color marrón oscuro.
-¿Qué ha pasado?-pregunto Feygo, extrañado.
-Debe ser el clima tropical de la selva-dijo Layra.
-No entiendo nada, hace un momento casi nos mata una tormenta, ¿y ahora todo vuelve a la calma?-comentó Cobb, que se apoyaba en un árbol repleto de musgo.
-Parece como si la selva nos quisiera matar, como si estuviera viva-dijo Keral, mientras observaba a los soldados.-un momento, ¿habéis oído eso?
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Cronicas De Lombott
FantasyAlgo tenebroso se cierne sobre Lombott... Cuando Keral es enviado a una expedición a las Tierras Salvajes, jamás esperaría encontrase con uno de los más oscuros secretos de todo Lombott. Algo que lo cambiará todo para siempre. Una estupenda obra de...