E.D.S.L

Negligente [¡Yandere! Il Capitán]

Créditos a: jagiyaaa

"Se ha vuelto más débil, Sargento [Nombre]".

El único comentario congeló todo el salón mientras Capitano marchaba hacia ti. Firme y resuelto, como un reloj que avanza hacia tu perdición. A pesar del dolor en tu cuerpo y la amargura de la pérdida, te obligaste a ponerte de pie y te volviste hacia él. Mantuviste la cabeza baja, tratando de no mirar al ángel de la muerte. Era muy poco profesional, pero no podías mirarlo en este momento.

Simplemente  no podías .

“Esta es la cuarta derrota que has tenido en una semana. O subestimas este entrenamiento, o has perdido la motivación para hacerlo. ¿Cuál es?"

"Por... perdóneme, señor".

“Mírame cuando te hablo”.

Estiraste el cuello para mirar su máscara hueca y pensaste que mirar a la multitud a tu alrededor era mucho mejor que esto.

Capitán te miró. O frunciendo el ceño. no lo sabías Simplemente sabías que ibas a ser castigado o condenado a muerte. Y aunque nunca habías sido muy cercano a Nikolai, tu actual compañero de entrenamiento, estabas agradecido de que todavía te compadeciera lo suficiente como para mirarte con simpatía. Y, tal vez, una ligera culpa.

De todos modos, no era como si pudieras culparlo, y Capitano había dejado claro que todo era   culpa tuya .

"Ven conmigo."

Al menos, tu muerte sería una ejecución privada más que pública. No querías saber, ni siquiera  imaginar , cómo reaccionarían tu hermana pequeña y tu abuela. Tal vez, sería un poco más fácil para ti descansar sabiendo que en su lugar solo recibirían tu cuerpo. Capitán podría ser más tolerante con los errores que los otros Heraldos, pero eso no significaba que fuera bondadoso.

Y cometiste un pecado mucho  peor  que tus crímenes bajo su liderazgo.

Su oficina era amplia y fría, llena con los muebles suficientes para representar su actitud profesional y sensata. Pilas de papeles apilados en su escritorio, y te preguntaste cuándo sería la próxima vez. Siendo un líder militar y un Heraldo, no era raro que se fuera durante meses. El entrenamiento fue un poco más relajado durante ese tiempo, y los soldados a veces hacían el tonto. Fue uno de los raros momentos en los que Fatui exhibió un sentido de humanidad debajo de esas máscaras y abrigos, y se podría decir que también fue uno de sus preciosos momentos en la vida.

No es que estarías aquí para experimentar más.

"¿Asi que?" —inquirió Capitano, entrelazando los dedos sobre el escritorio. "¿Va a justificar sus acciones últimamente, Sargento [Nombre]?"

Te agarraste los pantalones. Te preguntaste si tus respuestas incluso cambiarían los resultados, pero maldita sea si no lo intentaste.

"Mi hermana...", tragó saliva. “Ella ha informado a través de la carta que la enfermedad de mi abuela ha empeorado. No importa cuánto lo intente, parece que no puedo dejar de pensar en ello. Así que, por favor, perdone mi negligencia, señor”.

Te inclinaste profundamente como una buena medida.

Capitán tarareó pensativamente.

“¿Y trajiste la carta contigo?”

"¡Por supuesto!" Rápidamente sacaste la carta de tu abrigo y se la entregaste, asegurándote de no tocar su guante para no congelarte como lo hiciste antes. “Mi hermana me lo envió la semana pasada”.

El silencio era ensordecedor, y te esforzaste en regular tu respiración. Tus ojos, sin embargo, se debatían entre mirar su expresión o el suelo. ¿Sería suficiente? ¿No  sería suficiente? Aunque nunca esperó que su carta terminara en sus manos algún día, de todos modos se convertiría en su prueba definitiva. No sabrías qué hacer si él considerara que tu honestidad es insatisfactoria.