Two

2 0 0
                                    

La reunión es.. interesante.

Los chicos están jugando con una botella y las chicas se unen, yo, por mi parte prefiero seguir viendo.

El profesor Alan está con nosotros, así que es un poco aburrido porque no podemos hacer gran cosa.

Él, como si oyera las súplicas de los presentes, agarra sus cosas y dice que se tiene que ir. no es fácil mantener dos trabajos a la vez.

Ya pasado unos cinco minutos que se haya ido, apagan la luz y prenden un equipo de música a máximo volumen, haciendo que los que estaban aburridos chillen de emoción.

Yo solo tomo un sorbito de mi Coca Cola, observando a todos a mi alrededor.

Algunos se han alejado, otros se están metiendo mano en una esquina y las hermanas están hablando con otras chicas, aparto la mirada porque me estoy asegurando que no duela mi frágil corazón.

Salgo e inmediatamente Marilyn me sigue, agarrándome la mano para caminar así.

—¿A dónde vas? Allá adentro está un poco.. caliente, y me refiero a que hay mucha gente encima de todos.

La miro y esboza una sonrisa dulce.

No es un secreto que le gusto a Marilyn, según yo es bisexual, aunque nunca la ví atraída hacia un hombre así que no tengo cien por cien comprobado mis acusaciones.

—Iba a caminar un rato, pero ya que estás aquí podemos ir las dos.

Camina feliz de mi mano y yo trato de disimular que eso no me incomoda en absoluto.

Damos la vuelta y puedo ver los colchones inflables donde se pueden montar algunos niños, otros juegos como los toboganes y los columpios están para los de 15 en adelante.

Así que vamos para allá, pueden llamarme inmadura o retrasada, pero una oportunidad así no se viven tantas veces.

—¿Estás segura de eso? Yo creo que no aguanta nuestro peso.

—De alguna forma u otra vamos a morir, no seas gallina.

Duda unos segundos y se sube conmigo detrás, ella se monta y llega hasta abajo, haciendo que me ría por su cara de espanto.

Cambia su expresión y me indica que baje, le hago caso y cuando ya voy por el final del túnel un niño se me atraviesa, le doy una patada sin querer y sale volando.

La escena fue tan graciosa que no dudo ni un segundo en reírme, pero viendo cómo sigue el niño paro de hacerlo.

Me levanto y le miro, está respirando agitadamente, creo que le saqué el aire, decido ir a buscar una pastilla por si le da dolor de cabeza.

Escucho unos gritos detrás de mí y volteo a ver a una señora que se ha quedado arrodillada en donde está el niño, ahora inconsciente, palidezco y salgo corriendo.

Aunque todo esto haya sido una catástrofe me sigue pareciendo graciosa la caída del niño.

Entro a la institución y pido unas pastillas pero inmediatamente me dicen que no hay.

La única opción es entrar a "Milicia y Armas" y me aterra.

Sin dudarlo mucho tiempo me dirijo hacia allí, atravesando el gran portón y dando un suspiro lastimero, miro hacia atrás y sigo adelante.

Busco la entrada y cuando la encuentro lo primero que veo es una gran sala con escaleras al fondo y un par de muros en forma de cilindro, unas habitaciones en donde una de ellas tiene el símbolo de enfermería y al frente de mí tengo a un par de personas mirándome.

Todas y cada una de ellas con batas blancas, después de mirarme siguen con lo suyo, hablando y riendo.

Esto sí que es raro.

Camino hasta llegar a la sala de enfermería y oigo pasos detrás de mí, volteo y es uno de los que estaban hablando y riendo.

—Buenos días, ¿Algo para lo que pueda ayudarle? —Sonrie encantador y por mi mirada deduce que algo anda mal —. Bueno, si es que puedo, claro —Aclara.

—¿Alguna pastilla para el dolor de cabeza?

Mira a su alrededor y busca en uno de sus cajones, negando con la cabeza.

—No tengo, pero tengo otras alternativas por si alguna vez está ocasión llegase a ocurrir, y has sido la primera, enhorabuena.

—No le entiendo, pero.. —Me detengo en seco cuando me da una botella de líquido rosado, un vasito con un líquido blanco y una pastilla azul.

Al ver mi cara se ríe y apoya su cadera en la mesa en donde tiene otras botellas medicinales.

—No creas que te voy a hacer algo malo, solo.. es mi alternativa para curar el dolor de cabeza.

Parpadeo, sorprendida y niego con la cabeza.

—Es.. para un niño, no creo que esto le sirva a él.

Sin cambiar su sonrisa señala lo que me dió con la cabeza y se encoge de hombros.

—Si crees que algo malo le vaya a pasar deberías tomarlo tú, y después te doy más.

Dicho eso, sale y me deja con unas cuantas preguntas, me contengo y los miro.

Analizo la botella y da las instrucciones en las que debo ingerir cada cosa, las agarro y tras dudar tomo la primera.

Rosa. Quema mi garganta y sé que ha sido una mala idea, pero me relaja al instante.

Azul. Me mareo pero puedo soportarlo, me empieza a palpitar la cabeza y siento que puedo ver cualquier cosa así sea insignificante, cómo.. si le encontrara la solución a todos mis problemas.

Blanco. Es un vasito con un poco de líquido blanco, pero fue suficiente porque todos los efectos que había sentido desaparecen y puedo ver todo con claridad, a la vez siento algo de fuerza que no había sentido nunca en mi vida. ¿Qué clase de mierda es esta?

El mismo doctor entra y al instante su sonrisa se ensancha más y más, como si disfrutara todo lo que estoy sintiendo y lo confundida que mi cara pueda expresar.

—¿Cómo te sientes?

—...

—¿Crees que puedas adivinar mi nombre?

Lo miro y asiento, sintiéndome confundida y asqueada por partes iguales, me agarra la cara y pregunta:

—¿Cómo me llamo?

—Axel.

Su sonrisa parece de satisfacción absoluta y me da un beso en la frente, mirándome serio para después relajar su expresión, dedicándome una sonrisa ladeada.

—Bienvenida a Milicia y Armas, Alex.

Dicho eso sale del consultorio dejándome con mil dudas sin responder, y la primera de ellas es..

¿Cómo supe su nombre y porqué sé que tiene 23 años?

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora