VI

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Autora POV.

Las luces de las farolas iluminaban el interior del coche a medida que este avanzaba por la carretera.
Las manos del Cambiante sujetaban el volante con firmeza, aunque toda su atención estaba puesta en el pequeño gato que se encontraba sentado a su derecha.

Wei WuXian estaba lo más pegado a la puerta del copiloto posible, dejando un claro espacio entre él y la otra persona que no pasaba para nada desapercibido. Desde que subió al interior del coche, no supo como reaccionar y sin saber qué debía de hacer, se abrazó a si mismo para no tocar o romper algo del lujoso vehículo.

Para los ojos de Lan WangJi, aquél humano parecía un gatito asustado al que nunca habían sacado de la jaula y ahora con la puerta abierta, se había quedado congelado.

Su pequeño cuerpo estaba hecho un ovillo y totalmente inmóvil, seguramente con la intención de desaparecer ahí mismo. Su rostro, levemente inclinado hacia la ventana, dormitaba una o dos veces hasta que volvía a incorporarse evitando mostrarse vulnerable; las respiraciones lentas y pausadas, tan tranquilas como el silencio que los envolvía.

Un silencio, que más allá de ser incómodo o pesado, era todo lo contrario.

Si bien Wei WuXian no había pronunciado ni una palabra desde que aceptó la mano del Cambiante porque sus pensamientos le invadían, Lan WangJi se estaba obligando a permanecer callado. Porque a pesar saber que tenía al humano a su alcance para protegerlo, eran los detalles de los golpes y la sangre lo que hacía que su pantera ardiera por dentro, intentando tomar el control de su cuerpo.

"WangJi, cálmate" —las palabras de su hermano hicieron eco en sus pensamientos.

Respiró profundamente.

Mantener su razón humana ante la fiereza letal del felino no era fácil y menos cuando había estado a punto de perderse en el animal para transformarse y destrozarles las gargantas a esa escoria.

Volvió a inhalar oxígeno, esta vez saboreando el leve aroma del humano, tan dulce como metálico.

"Código nueve" —recordó el sonido de la radio del policía.— "necesitamos refuerzos en la zona baja".

Ambos Jades estaban a punto de irse del edificio hasta que el agente que estaba patrullando pasó por su lado, Lan WangJi detuvo sus pasos y su hermano se quedó observando al humano.

"¿Código nueve? Joder..." —era mas una queja que preocupación.— "¿Pero quién cojones se pelea a estas horas de la noche?".

La radio volvió a sonar, informando de una pelea de cuatro hombres contra un crío. Según la mujer que había llamado a la policía, si no acudían rápido iba a terminar en un homicidio.

Lan XiChen sintió la tensión en el cuerpo de su hermano, sin embargo, antes de que pudiera articular una palabra, Lan WangJi había desaparecido de su vista.
Su pantera se movió inquieta.

"WangJi..." —suspiró antes de comenzar a rastrear la esencia de su hermano para encontrarlo.

Los Cambiantes no se podían comparar con los humanos, genéticamente tenían mejores condiciones físicas y dependiendo de la categoría de su animal y su rango, estas eran mejores e incluso más peligrosas.
Los felinos eran los depredadores más veloces y sigilosos del planeta y para un Cambiante, correr era el medio de transporte más rápido que ir en un vehículo como los humanos.

Sin embargo, incluso algo que es tan natural como correr para cualquier animal, se consideró salvaje e "ilegal" a medida que tanto humanos y cambiantes comenzaron a convivir en sociedad. Al igual que transformarse en público.
Simplemente no era una opción, pero ningún humano es tan idiota como para intentar detener a un gato de casi un metro de altura y ningún felino es tan poco cuidadoso como para dejarse ver si no quisiera.

Presa del placer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora