IV

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Autora POV.

Sentía cómo sus pulmones estaban a punto de estallar; el calor de la sangre bombeando rápidamente por su cuerpo; el contraste del roce del viento chocando contra su piel... Era tanta la adrenalina que sentía su corazón que no sabía hasta qué punto podría seguir corriendo, o mejor dicho, huyendo.

Todo lo que había sucedido apenas unos minutos había sido tan extraño para el humano que su cerebro no pudo asimilar la cantidad de sentimientos que había sentido en tan poco tiempo hasta que sus piernas comenzaron a ceder ante el cansancio y reduciendo la velocidad, Wei WuXian se apoyó contra una de las paredes de los edificios abandonados escondiéndose en la oscuridad de estos.

Su pecho subía y bajaba rápidamente buscando el más mínimo oxígeno y ahora que había dejado de correr, la temperatura de su cuerpo aumentó a tal punto que le resultaba agonizante, pero si algo le llegaba a doler era sin duda su corazón. Los latidos tan fuertes e irregulares eran punzadas constantes en su interior.

Molesto con aquella sensación, Wei WuXian se encogió sentándose en el suelo a la vez que se llevaba una de sus manos a su pecho, tratando de amenizar el daño. Logró calmarse a medida que pasaron los minutos, pero aquella sensación no desaparecía.

Una sensación que estremecía su cuerpo cada vez que cerraba los ojos y aparecía el rostro de aquel hombre frente a él.

Un rostro tan masculino y perfecto... Su tez pálida siendo reflejada por la luz blanca de las farolas, marcando todavía más sus facciones... Los ojos del felino tan brillantes como peligrosos...

De tan solo recordarlos, un escalofrío recorrió todo el cuerpo del boxeador.

"Dámela"

No podía dejar de sentir su calor corporal rozando contra el suyo debido a la cercanía de ambos cuerpos; como sus ásperos y fríos dedos acariciaron de una forma suave y sutil el largo de su cuello hasta la clavícula... O cómo sus piernas habían cedido ante aquél gruñido tan...

Ahogó un grito al recordar aquél sonido. Grave y áspero; frío y feroz, cubierto por la profunda voz del depredador... Los latidos de su corazón se volvieron erráticos una vez más, pues esa última palabra había hecho que sus sentidos se alertasen de nuevo.

¿Por qué? Pensó el humano, ¿Por qué no desaparecía esa sensación de su cuerpo? La misma que había sentido cuando estaba huyendo de la policía, la misma que sintió cuando su mirada se posó en el destello dorado del interior del coche que esquivó antes de ser atropellado.

La misma sensación de querer correr hacia sus brazos, hacia él.

Su respiración se entrecortó de solo pensarlo.

¿Cuántos años habían pasado desde que se dejó abrazar por alguien después de aquél día?

¿Diez? ¿Menos, más?

Un suspiro escapó de sus labios y con el recuerdo de su madre, todas las emociones de apenas unos segundos que le hicieron sentir "vivo" fueron sepultadas de nuevo.

No, no había tiempo de pensar en el pasado.

Llevó una de sus manos al bolsillo de la sudadera y sacó la cartera que le había robado el caminante; quizás la intensa mirada de aquel hombre le había hecho olvidarse de la realidad por unos minutos, pero el subconsciente del menor tenía las prioridades muy claras.

Inspeccionó la cartera antes de abrirla. Esta era de cuero blanco simple pero de buena calidad y justo en el centro había una especie de logo bordado que parecían varias nubes juntas.

Presa del placer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora