Siete.

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Hoseok irrumpió en su habitación un par de noches más tarde, su cuerpo envuelto en una manta gruesa y el rostro hinchado seguro por haber despertado de su siesta hace unos minutos, descubrió que era una especie de ritual cada vez que terminaba de estudiar o volvía de los entrenamientos. Consideraba que era un hábito adorable, a veces lo veía dormido en el sofá acurrucado en si mismo o sobre su escritorio luciendo tan suave y apacible.

Ese día no era diferente, refunfuñó al dejarse caer sobre su cama y se encogió hasta convertirse en una pequeña bola justo en la mitad de la enorme cama que sólo lo hacía parecer más diminuto de lo que era y no es que Jung fuera precisamente pequeño en realidad, el tipo era alto y tenía una composición envidiable, cada músculo esculpido y firme en su cuerpo podía comprobarlo aunque, bueno, ellos se veían mucho mejor estando alrededor suyo. Tal vez tenía algún kink con la diferencia de tamaños, no podía evitar pensar en lo bonito que el alfa lucía cada vez que lo acorralaba y tenía que bajar su rostro un poco para encontrarse con aquel par de ojos grises llenos de vigorosidad como diciendo ¡vamos, cariño! atrápame y por supuesto que él lo haría hasta tenerlo rogando bajo su peso con aquel par de sonrojadas mejillas, dejando a un lado su actitud de mocoso y prestándose a lo que sea que tuviera en mente.

Quién sabe, podría apostar a que se ha hecho adicto a sus encuentros furtivos y es que tenía la fórmula perfecta para poner en marcha cada uno de sus sentidos, en especial los que ya rozaban en lo primitivo.

Finalmente pudo deshacerse de sus lentes y dejarlos a un lado tras terminar su ensayo, su cuello ardía ligeramente por haber estado tanto tiempo en una misma posición y si no fuera por los delgados dedos que empujaron los tensos nudos hacía abajo seguramente habría tenido un dolor bastante desagradable al día siguiente. Gimió agradecido encorvándose hacía adelante así permitiendo que Hoseok pudiera trabajar con habilidad las zonas, últimamente aquello también era un escenario que a menudo cobraba vida entre ambos, cuánto más tiempo pasaban juntos resultaba más sencillo preocuparse por el otro como preguntarse si habían comido durante el día o si necesitaban algún tipo de ayuda, la última se manifestaba con naturalidad, pocas veces habían preguntado por ello, eran igual que un equipo sabiendo qué hacer y cuando para brindar una mano amiga.

Más de una mano, también utilizaban mucho la lengua.

Tras unos minutos del tratamiento decidió darse vuelta encontrándose con un Hoseok vestido por sus habituales pantalones cortos y nada más, tenía una colección bastante extensa de aquella simple prenda, era bien sabido que el alfa prefería andar de esa forma mientras estuviera en su santuario  y pues ¿quién era Jungkook para quejarse si podía obtener una vista gratuita de esos lindos pezones marrones? Una sonrisa floreció en sus labios al reconocer el sonrojo tintando su pecho, si, él podía ser todo un listillo con esa confianza y lengua afilada pero no cuando estaba a su lado. Palmeo suavemente su regazo mientras se reclinaba hacía atrás en su silla gamer y como esperaba no tardó en subir a su regazo para acurrucarse manteniendo su rostro hundido en su cuello como si fuera su lugar favorito, comenzaba a creer que podría ser verdad, sin embargo no representaba problema alguno, adoraba acunar su esbelta nuca entre sus dedos y empujarlo más cerca sólo para escuchar aquel gruñido satisfecho.

"Odio cuando me ignoras" susurró con sus labios puestos sobre el lugar en dónde su pulso se hacía más fuerte.

La confesión logró sacarlo de base un segundo antes de asimilar lo mucho que le había gustado escuchar eso, su mano libre que mantenía un serpenteo constante de arriba hacía abajo sobre el pequeño hundimiento de su columna subió para apretar con delicadeza sus mejillas consiguiendo que aquellas tanto como sus labios se abultaran un poco, rozó sus narices entre si consiguiendo un ronroneo y entonces la respiración de Hoseok tartamudeó.

"Vamos cachorro, repítelo mientras me miras a los ojos" y por supuesto sabía como ese apodo afectaba al chico frente a él, lo vió exhalar con un brillo vergonzoso en sus ojos. Tal vez no había esperado que lo escuchara.

Y aún tan astuto como siempre, no importaba cómo, Hoseok no dejaría de ser valiente.

"Detesto cuando no me prestas atención" admitió decidido sin ninguna vacilación, su carita llena del color carmín, esos labios fruncidos en un tierno puchero que ¡puta madre! quién en sano juicio podría resistir.

Capturó su boca como si planeara robar a través de ella la esencia de su alma, bebiendo de sus belfos como el néctar prohibido que había anhelado toda su vida. Se tragó los sonidos urgentes y presionó su torso desnudo contra el suyo, su piel estaba caliente aún contra la tela de su camisa trayendo consigo la insaciable necesidad de sentir cada centímetro suyo en carne propia. Se removió en su regazo inquieto como un pequeño jaguar enjaulado mientras sus dedos se clavaban entre sus hebras desordenadas, tirando y empujando su rostro con urgencia, Jungkook siempre fue un gran fan de los besos, aquellos húmedos y desordenados que mantenían su cuerpo al ras de la locura.

Sólo que nunca nadie había sido tan bueno, desde que había conocido el sabor de Hoseok aquel se había convertido en una droga de la que no podía tener suficiente, ni en un maldito millón de años y cuando se abrió paso con su lengua y lo devoró hasta tenerlo lloriqueando débilmente se encontró más seguro que nunca, se había filtrado bajo su piel como un veneno que no tenía antídoto alguno.

Sus alientos desiguales se encontraron tan pronto como volvieron a poner una pequeña distancia entre ellos, Hoseok se aferraba a sus costados y lo observaba con ojos caídos y desorbitados, sus labios maltratados entre abiertos intentando absorber todo el oxígeno que podía, entonces lo besó de nuevo, sus bocas mojadas se deslizaron entre chasquidos y sorbos que opacaban el resto de los sonidos, él gemía y Jungkook se volvía más ambicioso.

Porque Hoseok se sentía como suyo.

Su lobo lo quería tan mal, mantenerlo y cuidarlo porque sabía que era el único que podía hacerlo a la perfección, le importaba una mierda que estaba esperando su abuelo o la sociedad porque justo ahora estaba eligiendo.

"Quédate, Hobi... Quédate y no tendré que apartar mi atención de ti nunca más"

Rogó por primera vez en su vida mientras todavía estaban muy entrelazados y sus ojos parecían decir más que las palabras.

"Lo haré" dijo entonces "no iré a ningún lado"




𝗜 𝗪 𝗕 𝗬  ২ junghopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora