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Rindou Haitani te ha amado desde que se conocieron cuando eran niños.
Era Halloween, él y Ran recorrieron el vecindario para conseguir los dulces que su hermano mayor prometió mientras asustaban a algunos niños en el camino para reírse de sus gritos.
A medida que pasaba el tiempo, el pequeño Rindou se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo desde que escuchó la voz de Ran a su lado, notando su ausencia de inmediato y la inquietud que sentía por estar solo envió escalofríos por su cuerpo. Caminar por las calles tratando de encontrar a su hermano lo llevó a perderse. Estaba realmente asustado. La oscuridad de la noche tampoco ayudó, sin mencionar el ambiente espeluznante del último día de octubre que se sumó a su estado paranoico.
Se sentó en medio de una acera desconocida presionando sus rodillas contra su pecho, abrazando sus propias piernas buscando algún tipo de consuelo. Pequeños hipos salieron de sus labios cuando comenzó a llorar. No estaba acostumbrado a estar solo. Ran siempre estuvo a su lado, siempre , no estar juntos lo hacía sentir vacío y lo odiaba. Se sentía impotente, asustado. ¿Qué pasa si no puedo encontrar a Ran? ¿Y si nunca lo vuelvo a ver? ¿Qué pasa si tengo que estar solo para siempre? Su cabecita estaba pensando tan fuerte que no escuchó los pasos apresurados que venían hacia él.
"¿Estás bien?" Se estremecio, sobresaltado, cuando el niño rubio levantó la cabeza rápidamente, jadeando ante el repentino sonido de tu voz. Su rostro estaba iluminado por las luces de la calle que dejaban ver sus mejillas mojadas y sus ojos llorosos. Una mirada de preocupación apareció de inmediato en todo tu rostro, no solo podías ver claramente sus ojos rojos e hinchados, sino que también temblaba un poco.
Arrodillándote a la altura de sus ojos, te subiste las mangas largas a las manos y las usaste para secar con cuidado su rostro manchado de lágrimas. "Listo", dijiste con una pequeña sonrisa y Rindou solo asintió como una forma de agradecerte. No dijo una palabra, decidiendo simplemente observarte. Llevabas un disfraz de vampiro y había una pequeña cesta en el suelo con forma de calabaza, llena hasta el borde con todo tipo de caramelos que supuso que eran tuyos. Él no sabía tu nombre, ni siquiera te había visto antes y por alguna razón simplemente decidiste ir a rescatarlo.
"¿Por qué estás aquí solo?"
¿Solo? Odiaba esa palabra, hacía que su pecho se apretara, lo hacía sentir como si le estuvieran sacando el aire de los pulmones. No quiero estar solo. nononono _ Los ojos de Rindou se humedecieron una vez más y esta vez abrazar sus piernas no fue suficiente para brindarle consuelo. Se lanzó hacia ti y lo abrazaste tiernamente con los brazos abiertos. Sin dudas, sin preguntas, sin miradas de lástima, solo una sonrisa tranquilizadora y palmaditas tranquilizadoras en la cabeza que milagrosamente pudieron devolverle el aire que estaba luchando por respirar.
