Belladona

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—Goody...

—¿Pero cómo? No podemos sólo volver y suponer que no estará protegido.

—Por supuesto. Debe haber otra manera de acercarnos...

—Goody, espera-

—No puede estar atento a todo lo que ocurre a su alrededor, debe haber un momento, un pequeño descuido-

—¡Goody! —gritó finalmente Tala.

Goody Addams y Lester Sinclair giraron la cabeza hacia ella, sorprendidos. Habían estado tan enfrascados en su plan de venganza que la voz de Tala había pasado desapercibida.

—Esta no es la forma... —dijo la chica lobo, sosteniendo las manos de la peliblanca.

Goody miró sus manos, como si, por un segundo, volviera de un trance. Alzó la vista, en silencio. Una extraña sensación le escalaba por la garganta.

—Tala... —comenzó, pero las palabras nuevamente desaparecieron. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas, así que bajó la oscura mirada antes de dejar escapar un sollozo. Tala, sin pensarlo, la atrajo hacia sí para envolverla en sus brazos. Goody se dejó abrazar, apoyando su cabeza en el hombro de la chica.

—Escapemos... Goody, no tienes por qué hacer esto —murmuró Tala en su oído. Sentía el estremecimiento de aquel diminuto cuerpo entre sus brazos, lo que la hacía sostenerla en ellos aún con más fuerza, como intentando transmitirle con su piel la paz que tanto anhelaba el espíritu de la chica. Después de un instante se separó, volviendo a enfocar su mirada en la de ella—. Podemos irnos, dejarlo todo atrás... volver a empezar.

Tala sintió una angustia dentro de su estómago cuando la peliblanca alzó finalmente los ojos, desbordados de lágrimas. Se mordió el labio intentando contener el sollozo que amenazaba con romperle el corazón. Si tan sólo tuviera la manera de sanar el espíritu de Goody... Pero en aquella mirada triste no pudo encontrar más que dolor y angustia. Goody la miraba casi anhelante, mientras una batalla se rendía dentro de ella. El calor de la piel de Tala le perforaba la gruesa capa de hielo que cubría en ese momento su corazón, pero las gotas que desprendían no hacían más que avivar la llama permanente de su furia. Apretó los puños, apoyados en el pecho de Tala y contuvo un doloroso sollozo.

—Tala...

Volvió a inclinar la cabeza, desviando su mirada de la castaña, pero Tala la tomó por el mentón con un dedo, haciendo que volvieran a encontrarse. 

—¿Es eso lo que quieres? ¿De verdad no hay nada de ti que pueda elegir poner el pasado atrás? —La voz de Tala se quebró al final de su interrogatorio y sintió la humedad de las lágrimas llegando a sus ojos. —Simplemente no puedo entender que no me... que no elijas estar en paz...

Despacio, acercó su rostro al de Goody, para que sus frentes quedaran unidas. Goody cerró los ojos, sollozando en el abrazo de Tala.

—No lo entiendes... y no espero que lo entiendas. —Entre sus dedos, Goody mantenía presionada la tela de la camiseta que Tala usaba. Cuando la peliblanca volvió a abrir los ojos, la tristeza en ellos había desaparecido. En su lugar, Tala perdió brevemente el equilibrio al sentir que caía en una oscuridad que crecía precipitadamente, devorando la luz dentro de ella. Entonces Goody alzó la mano hacia el pecoso rostro de la chica lobo, quien, sintiéndose brevemente rescatada, se inclinó para sentir la fría piel. 

Lo que sintió en ese momento, sin embargo, no le devolvió la paz. Una punzada helada se enterró en el centro de su pecho, cortándole la respiración. Abrió los ojos de golpe y se vio rodeada de la oscuridad que albergaban los ojos de Goody. Poco a poco, en un crescendo imparable, varias voces inundaron sus oídos. Primero como suaves susurros, para terminar convirtiéndose en estridentes gritos de agonía que le causaron un intenso dolor en los oídos y en el alma misma.

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⏰ Última actualización: Jun 18 ⏰

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