El dios mortal

Cap 30 Play Game

En un claro del Central park de Nueva York vemos unas ninfas arreglando unas flores y otras plantas, sin sospechar que en las sombras las hasechaba una bestia del inframundo, un sabueso infernal, la bestia se relamia saboreando de ante mano a su presa.

A paso lento se acercaba a sus presas, la mayoría se dieron cuanta y salieron corriendo esconderse en su respectivo árbol, excepto una, que estaba concentrada en su trabajo. Las demás no podían alertarla, ya que corrían el peligro en llamar la atención de la bestia hacia ellas, lo único que podían hacer es rezar a los dioces para que le concedan una muerte rápida e indolora.

La bestia ya está demasiado cerca de ella, en ese momento ella se dio cuenta del peligro, pero ya era demasiado tarde, podría sentir la respiración helada y el hedor putrefacto de su aliento. Rezaba a Demeter y Persefone para que las flores que trabajo tanto no salieran perjudicadas y después cerró los ojos esperando su terrible destino, la bestia tan grande como un auto habrio sus mandíbulas para que un bocado deborar una gran parte de la ninfa.

Antes que eso pasara un silvido de algo cortando el aire se escucho y en la frente de la bestia se enterró una flecha con plumas plateadas, antes que la bestia reaccionara cuatro más fueron enterradas casi en el mismo lugar y luego el sabueso infernal se hizo polvo dorado. Se escucharon unos pasos en el pasto las demás ninfas voltearon ver en la dirección donde se oían, como arte magia se hizo visible una figura encapuchado gris plateada, con un arco plateado en la mano, guantes de cuero oscuros que le cubrían todo el antebrazo y el simbolo de la diosa de la luna en su pecho, cosa que les hizo dejar un suspiro de alivio que contenían.

El encapuchado se acercó a la ninfa que a un tenía sus ojos cerrados esperando lo peor. "Abre los ojos querida ninfa, ya no hay peligro el cual temer" . Habló su Salvador, ella habrio sus ojos a un con dudas, y alzo la vista , entonces entre la sombra de la capucha vio dos ojos de diferentes colores, uno azul como un zafiro y uno plateado como la misma luna, antes que su Salvador le dijera una cosa más, ya no resistió más la tensión y se desmayo, antes que su cabeza tocará el suelo el encapuchado la agarro.

Se bajó la capucha mostrando pelo rubio amarillo como el sol con puntas café rojizas, bajo la mazcarilla vocal negra que le cubría su boca, revelando tres marcas de bigotes en sus mejillas, con esas carecteristicas, más la marca de Artemisa que portaba en su pecho sin consecuencia alguna por ser hombre, las ninfas reconocieron quien era, el silverhood, el depredador de monstruos, el único hijo de la diosa de la luna y la caza, Naruto Uzumaki.

Naruto levantó estilo de princesa a la ninfa y volteo a ver las demás ninfas que lo observaban. "Disculpen ¿me pueden decir cual es su árbol?". Dijo con una sonrisa que hizo sonrojar la mayoría de ellas, una se acercó diciéndole que ella lo guiará.

Después de dejar la ninfa se fue a su nuevo departamento que le regalo su bisabuela Persefone, en el camino recordaba todo lo que ha pasado.

Han pasado varios meses que se separó de Kushina y seguía su búsqueda del vellocino de oro con la ayuda de Cortanna, tuvo varias aventuras, ayudando no sólo seres sobrenaturales y semidioses, si no también a los mortales, al grado que al empezar como una leyenda urbana, a una realidad mostrada en los noticieros, algunos mortales lo llamaban un héroe, un loco disfrazado, un vijilante, y para cierto reportero que tenía un extraño bigote de un canal famoso una amenaza para no la ciudad, si no para el pais.

Pero gracias a eso descubrió unos hechos, hechos que hizo reportarlo a su madre, un aumento de renacimiento de monstruos, los cuales hacían ataques seguidos, monstruos que deberían tardar en apararecer, tuvo su revancha con el minitauro, se enfrentó a las hermanas de medusa, las gargonas, y sin mencionar monstruos que supuestamente deberían ser de otros panteones, confirmando lo que creía después de la visita de su otro yo.